Crecer en un proyecto no es sencillo, depende en gran medida de no rendirse nunca; quisiera poder decir que de la noche a la mañana vamos a ser capaces de encontrar el proyecto, de producir el artículo o de explotar la capacidad que nos sacará de pobres y de la cual nos podremos colgar de ahí hasta el último de nuestros días siendo felices y teniendo libertad financiera; pero no es así, la sociedad moderna está constituida a partir de símbolos de consumo, la oferta, la demanda, la producción, la productividad y los sueldos son las reglas que nos rigen desde el primer momento en el que entramos en contacto con la "necesidad".

La única solución plausible para los que venimos desde abajo, es no rajar y continuar picando piedras con la viva esperanza de que al menos, aquellos que desciendan de nosotros no padezcan las mismas carencias por las que hemos andado. No es queja, que quede claro; solo introspección y análisis del continuo desarrollo que he experimentado desde el momento en el que opté por colocar énfasis en invertir en la figura socialmente funcional más próxima que estuviera a mi alcance.

Actualmente me encuentro esperanzado en recuperar camino que se ha fragmentado desde que caí en el desempleo; debo reconocer que lo que he hecho ha sido trabajar de forma independiente en modelar un medio que ponga a mi alcance recursos, cual si fuera un sueldo, proveniente de fuentes independientes: Labores freelance principalmente. Hasta ahora llevo una promoción de voz a voz únicamente sobre mis actividades y servicios, aquellos que considero amigos, son los aptos a recibir los beneficios de tenerme trabajando para ellos, porque me gusta ser agradecido con quienes me han dado la mano desde el inicio de mi maniobra de desempleo.

Curiosamente, mi mayor conflicto actualmente es la carencia de un lugar cómodo para ponerme a producir; incomodidad aunada obviamente al hecho de que Colima goza de un clima cálido constante y eso sumado a mis desvelos por ausencia de "algo" se vuelve un pequeño conflicto interno, que he de mencionar, cada vez es menor.

Pero de eso se trata la vida, de despertar cada día esperanzado encajar en el entorno, de dormirse un poco más tarde de vez en cuando por darle vueltas a ciertos proyectos en la cabeza, de organizar números, programar líneas de código, resolver un problema, meditar una preocupación, llorar una aflicción, sonreír ante un recuerdo, salvar una materia, escribir un cuento, contar un chiste, planear un viaje, recordar en oración a un hermano.

Cada día se camina un paso a la vez por una carretera que nunca vamos a dejar de avanzar, hasta ese momento y en ese lugar, es que seremos capaces de ver durante un instante al pasado y podremos advertir lo mucho que hemos andado. Cualquier cosa que hagamos, por pequeña e insignificante para los demás que parezca, involucra pasión, y debemos amarla.


Es medio desatada la idea que a media noche empecé a procesar en mi cabeza; a final de cuentas, se me hicieron las cinco y no pude dormir, más al rato seguramente lo consiga. El proyecto me resultó tan interesante que robó por completo mi sueño, pero llevarlo a cabo será posible hasta dentro de algunos meses y necesitaré el apoyo completo de mi hermana.

¿Qué está pasando en mi cabeza ahora mismo? De verdad, decenas de cosas. Es hermoso que llegue la motivación a la hora que guste, siempre y cuando como consecuencia, uno pueda seguir trabajando en beneficiar a otros y a uno mismo.

Estoy agradecido con las cosas que me ha tocado experimentar en la vida, estoy feliz de aquello que he alcanzado y me siento confiado a pesar de todo cuanto no he logrado. Quisiera confesar que mi decisión está tomada, pero obviamente sería mentir y adelantarme demasiado, requiero primero de la opinión externa que la luz del día me ayude a determinar y la de las personas involucradas. Pero estoy que reviento de gusto.

Mi plan de vida siempre ha sido dejar un poquito de mí a otros, así como he adquirido de bastantes personalidades durante mi existencia; ya saben, la dicha de dar antes que recibir. Y por ese camino es que estoy constituyendo mi nuevo plan; que de novedoso podrá no tener la gran cosa, pero de satisfactorio para quien redacta por supuesto que sí.

Vivimos en un mundo que está repleto de mentiras, donde todo busca cautivar con engaños. Estamos en medio de una guerra constante de rechazo y crítica mutua, en la que aquellos que optamos por la sana paz, aunque seguramente somos mayoría, tenemos una voz menos escuchada. Y está bien, desde ahí se puede asimilar la libertad de opinión basada en el criterio de cada uno.

Parezco estar divagando entre pensamientos... Esperemos que no sea así.


Ya saben, eso de creer en el éxito a cambio de nada no es lo mío; una de las cosas que he aprendido a lo largo de la vida es a invertir, a invertir continua y constantemente, amando brindar con generosidad cada que la oportunidad se presente, y es que, ¿qué belleza se puede encontrar en la vida cuando uno se dedica exclusivamente a uno mismo haciendo a un lado a todos los demás?

Creo que la existencia más allá de tratarse de seguir el camino de la verdad y el éxito, se encuentra en la hermosura de compartir; pues a quien sea a lo largo de la historia en el que uno coloque los ojos encima, nos deja esa lección clara. Desde los románticos hasta los atormentados, todos asocian su existencia al amor o la carencia del mismo.

Hoy vi un mensaje de "en linea" y no, no me desboqué en colocar un texto diciendo a ese alguien que el mucho daño que me hubo causado ha sido perdonado; pues tengo que ser honesto al confesar que ya no me genera ni un poco de dolor su memoria, por el contrario, fue una minúscula dosis de satisfacción verla ahí y notar alegremente que siga con bien. Está bien, está bien, probablemente estoy exagerando en mi cabecita el cuento, ¿y si el número simplemente pasó a pertenecer a alguien más? De verdad, no importa, qué dicha el solo saber que se conectó alguien con su número.

Tras cambiar mi foto de las redes sociales, actualicé también la frase que la acompaña: "Las cosas se ordenan tarde o temprano." Imaginen mi situación durante un minuto, fui despedido de un excelente puesto que estaba acompañado de un grandioso sueldo al inicio de año, después, durante el pleno de mi búsqueda laboral caí enfermo un par de ocasiones, lo que provocó que redujera la constancia de mi esfuerzo por encontrar empleo, a partir de ahí forzado por la cuarentena he tenido que pasar el tiempo encerrado en un lugar donde el calor me hace complicado estudiar, e incluso leer para prepararme esperanzado en futuras entrevistas y meterme durante horas a navegar localizando opciones.

Con eso en mente, jamás pensé sentirme tan bien como me siento ahora; financieramente no dependo de una nómina, sin embargo el recurso no deja de fluir; los beneficios por actividades independientes que me llegan son bien recibidos y claro que los agradezco, pero no me siento limitado a probar las mieles del emprendedurismo, de hecho, estoy sumergiéndome en la exploración, análisis y ejecución de mi algoritmo de manera más constante, de modo que cada vez es más valioso, lo digo con satisfacción. Con lo anterior no quiero decir que pretendo "dejar de trabajar", para nada, simplemente el ser empleado se ha convertido en un objetivo secundario a alcanzar de forma complementaria a lo que ya me brindan mis proyectos actuales y estoy completamente abierto a empezar de cero en un lugar que me apasione sin importar que el monto de la paga suponga austeridad, antes que venderme caro y ser alguien que no quiero.

No mentiré, no quiero volver a alejarme de mi familia durante meses; los amo demasiado, le otorgan una energía importantísima y optimismo potencial a mi existencia. Estoy abierto a conseguir puestos en Guadalajara porque me fascina el entorno laboral y el clima que hay por allá, de ahí en fuera, viajar más lejos resultaría para mí más agotador que benéfico; pues como cuando me fui a CDMX, me sentiría desolado, frustrado, deprimido, ansioso y vacío al no tener alguien que todo el tiempo me animara a no desistir. Ellos son el núcleo de mi formación, son lo más valioso que tengo, y siempre quiero estar disponible para compartir tiempo a su lado.


Me siento en medio de una competencia absurda, me queda claro que es cuestión de egos y que el mío propio no deja de pensar que escribo mejor que la chica a mi lado. Lo sé, lo reconozco, es algo interno que limita la interacción humana, pues desde mi irónica percepción de todo, si tuviera la fuerza de redactar de amor ya lo habría hecho.

Cabe mencionar que la tensión se encuentra presente; es probablemente unos diez años menor a mí, pero eso no le quita un ápice de atractivo a mi parecer. Quisiera ser valiente, acercarme, hablarle desde la parte más genuina de mi corazón e invitarla a salir. Quizá hoy sea la última vez que la vea en mi vida, ojalá fuese el valiente héroe del que siempre escribo; pero no, soy un cobarde más tratando de existir.

Verla obsesionada colocando letras en papel me mueve intensamente el interior; me invita a pensar que tal vez sea de las mías y lo más hermoso debería ser no alejarla nunca de mí. Sueños nacidos en corazones dolidos, muerte inminente a los mismos es la realidad.

Trabajaba intentando descubrir quién soy, entre mis tácticas, conseguí nada. El miedo siempre hace presencia en donde se encuentran los nerds. Y si mi vida no fuese tan miserable, seguro me habría servido de hablarle con autenticidad... No ocurre, decepcionado estoy en gran medida de que esos temores se hagan presentes cada que deseo mostrarme como soy a alguien, porque en lo más profundo de mi alma, estoy consciente de que podría ser más atractivo.

¿Qué más da? Estoy a punto de salir de viaje de regreso a la ciudad de mis amores; el año y medio que viví fuera solo obtuve decepciones y una vida sin éxitos presumibles; ni hablar, parte de aprender.

En definitiva dejo atrás un periodo de mi existencia lleno de debilidades y penurias; quisiera entregarme a los brazos de la pasión literaria con todo mi ser, pero también comprendo que hay daños dentro de mí que necesitan ser sanados primeramente.

Lujos sobran para los que tienen dinero; escribir “al vuelo” podría ser un don que no cualquiera posee. Es fácil, cuando quieres decir un millón de cosas y has pasado la vida entera cerrándote a la vida, dañando lo único de lo que eres medianamente dueño, tu propia persona.

Estaré aquí escribiendo hasta que se llegue el momento de irme. Si acaso Dios me diera razones de fuerza para continuar; pero todo aparenta ser un juego de estrategia, cuando creo que estoy avanzando para conseguir el éxito, llega y mata mis ilusiones de tajo. Y está bien, hasta de eso he aprendido una y mil veces.

Mi vuelo llega en los próximos minutos. Es tiempo de analizar hacia qué puerta he de aproximarme. El horror, la indiferencia y el descaro; quisiera tener los suficientes para sincerarme, y no sucede. Tan solo estoy aquí tratando de demostrar al mundo que existo, pero me mantengo igual, tan gris como siempre.

Sus ojos y manos además del color de su piel me invitan como persona; causan presión en mi interior recordándome que en definitiva no soy tan patético... ¡Escribe imbécil! ¡Escribe! Me dice mi yo interior, el hasta hoy conocido como mi peor adversario.

Y hará frío.
Después calor.
Renegaré del tiempo como reniego del dolor.

Desde la íntima presencia de un romántico empedernido, se muestra un hombre que es capaz de todo por amor. Ridículo, posiblemente, meloso y teto, desde la percepción de algunos, o bastantes... Números más, números menos. Lo cierto es que he vuelto a escribir algo aleatoriamente y me he gozado haciéndolo.


Amo a mi familia y estoy agradecido de mis orígenes, por lo que escribo esto con todo respeto.
Mi gran problema con Colima, no es la gente, ni que no haya más allá de un par de plazas por visitar, uno que otro parque y dos o tres eventos interesantes a celebrarse año con año; mi problema principal radica en el clima; no puedo con el clima, no tolero la temperatura y sobretodo la humedad.

Una de las cosas que más me gustó y por la que me adapté rápido a Guadalajara y CDMX fue que sin importar que afuera estuviera haciendo considerable calor, al colocarme en la sobra o en la comodidad de una habitación, la frescura del lugar se apoderaba de mi cuerpo, cosas que jamás ocurre en casa de mis padres.

En primer lugar el cuerpo se siente pegajoso, sea de día o de noche; sudor en la espalda y pecho, en el cuello, en la parte interna de codos y rodillas, entre los dedos. Enciendo el ventilador a todo durante la noche y ni así se aleja la sensación de mí, haciéndome imposible quedarme dormido. Estar recargado en una almohada es agobiante, y si se me ocurre taparme, el sudor produce que la sábana se impregne a mi cuerpo.

Agotado elimino todos los recursos, y me quedo destapado con el aire del ventilador dándome de lleno, algunos sabrán qué sucede más adelante, mucho antes de la hora de despertar, en la mitad de la noche, un terrible dolor de espalda aflige mi existencia... Dios, quiero irme, no porque yo así lo quiera sino porque mi cuerpo no lo soporta. Necesito dormir. Necesito sentirme fresco. Necesito recuperar fuerzas.

Estando en ciudades con menor humedad la textura de mi cuerpo es suave, se siente limpia durante más tiempo; aquí, pasan dos minutos o a veces ni eso cuando ya empiezan a recorrer mi cuerpo las gotas de sudor, no conocen la piedad.

Eso me produce ansiedad, la ansiedad me genera insomnio, el insomnio dolores de cabeza y malestar, el malestar una constante sensación de insatisfacción y cansancio; resultándome en más ansiedad, y el círculo vicioso sigue.

Sí, es cierto que nací aquí; pero llevo ya más de cinco años viviendo fuera y adaptándome a otros entornos; las temperaturas calurosas durante mis visitas hasta ahora han sido algo de lo más difícil que me ha tocado manejar, y ellas traen consigo un montón de incomodidades a mi vida. Espero que mis papás entiendan que en ningún momento deseo alejarlos de mi vida, pero no me siento nada competente o cómodo para vivir feliz mientras esté sufriendo de continuas noches calurosas.


Sucede de nueva cuenta; la incomodidad, el temor, la tristeza ante el noctámbulo acechante. "Necesitas relajarte", me repite el pensamiento sin éxito alguno. "Las cosas se ordenan tarde o temprano", acusa mi interior.

Es desgastante no poder tomarte de nada seguro al tiempo que la presión social te hunde...

Porque sí, aunque no lo parezca, cada noche en vela es un recuerdo más de aquello que alguien dijo, de la desconfianza puesta en uno, del desprecio y la discriminación vividos, y todas esas ocasiones en las que nos sentimos insuficientes.

No es únicamente cuestión de aislamiento. ¿Y cómo puede contener la paranoia y el horror quien duerme pero no descansa? "Por favor, relájate", dice en un hilo el ente que me observa. "Deja de creer que todo es tu culpa", susurra la señora oscuridad con cautela.

El único "clima", por llamarlo de una manera, que me causa afección es la ausencia de tranquilidad; el creativo se muere, el intelectual enmudece, el genio se esconde, el temor emerge y el cuerpo conduce como un instrumento magnético al ser entero a su perdición aparente; pues para colmo de males, si no es capaz de asimilar armonía suficiente tanto en aquello que ingresa como lo que emana de su sistema, el boicot ocurre.

Pasos más, pastillas y consejos menos, sonidos resonando dentro de la cabeza sobran, es el clásico ejemplo de que lo que más asusta, es lo que hay en uno. Y por favor que se comprenda, que de leídas, peticiones, entendimientos, pociones y demás placebos está harto, ¿a poco creen que no lo sabe?

Está plenamente consciente de su necesidad inminente, al tiempo que dieciséis niños, cuarenta porciones, ochenta requisiciones y ciento veinte errores metálicos circulares redactan su currículum.


Y daba vueltas en mi cabeza, tratando de cambiar la percepción de cierta información obtenida en el pasado, sin éxito alguno, el daño se había hecho, las causas y consecuencias del mismo y su evolución en mi interior solo confirmaban mi teoría, estaba harto.

Me fastidiaba la idea de que cada que una oportunidad positiva llegaba a mi mente, montones de dudas se dejaban caer sin piedad, me destrozaban lentamente. Solo podía levantarme y salir huyendo, lo he explicado mil veces y parece seguir en la duda de todos, soy un apasionado, pero uno de verdad, de esos que en su ilusión se desviven por ver felices a los demás.

Miseria aparte, estaba triste, había pasado una hora, la espera me tenía agotado y la frustración crecía, necesitaba escapar de mi realidad. Bebí un trago de agua suficiente para refrescar mis pensamientos, pero la ansiedad se hacía paso constante a cada minuto que sucedía. Me aproximé al baño, me salpiqué el rostro de líquido vital, lavé mis dientes y jalé mi cabello, al tiempo que la sensación de malestar subía por mi espalda, era la hora.

Ingresé lo más rápido que pude a la habitación, tomé llaves y me coloqué una camiseta, el monstruo asomaba sus garras por la puerta; anduve escaleras abajo y me seguí de frente, ignoré el hecho de haber dejado mi celular sobre la cama, estiré mis piernas lo más que pude realizando pasos agigantados, únicamente quería alejarme.

Gente de ida y vuelta, la percepción falla, hube tomado los lentes como último recurso y a penas los coloqué cuando terminé de avanzar tres bloques. No realicé el mínimo intento de voltear a ver qué sucedía a mi espalda, sentía el temor en mí. Después de todo, ya lo había dejado hacer mella con anterioridad un par de veces, conocía perfectamente las consecuencias de permanecer encerrado junto y cómo eso incitaría a presentarse a la bestia en mí, lo que menos deseaba era darle la oportunidad de nuevo de destruir mi visión actual de las cosas, de llevarme a la fuerza al desplome, al abandono y hundirme en la miseria de la soledad.

Estuve sentado en una banca poco más de veinte minutos, observando que ciertamente había pasado otra hora ya. Sin rastro alguno de esperanza me aproximé a la puerta de un establecimiento, solicité un helado y me dispuse a degustarlo en lo que sucumbía el mal ante la hermosura del tiempo.

Relajado y media hora más tarde, me encontraba aclarando emociones, frente a un espejo con manchas, aceptando sincero que realmente no soy un gran partido y en este punto de mi vida no tengo nada que ofrecer. Pero me he mantenido en pie, a pesar de las adversidades que se presentan día con día, los monstruos acechantes junto a la ventana y la bestia dormida en mi interior deseando ser liberada una vez más.