Algo de lo que más disfruto hacer es escribir. He aprendido que las palabras pueden sostenerte cuando el mundo se tambalea y que la belleza, a veces, se esconde en los gestos más simples.
Soy un lector por devoción y un ingeniero por elección; vivo entre líneas de código y frases que intento ordenar como quien busca sentido en el caos.
Me gusta observar, registrar, entender lo invisible detrás de lo cotidiano. No escribo para convencer, sino para acompañar el proceso de pensar, de sentir, de recordar.
Este sitio es mi refugio: un lugar donde lo técnico y lo humano se encuentran, donde lo que aprendo se mezcla con lo que soy. Cada texto es una forma de reconciliar mi mente con mi corazón.
Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.