El romance termina al la oscuridad de la noche apoderarse del sitio,
las manos inquietas temblando y la respiración se agita, 
se desvanece la sensación de permanencia,
quedando únicamente la subsistencia.

¿Quién es y por qué persiste encontrarse conmigo?
El amargo sabor de la desgracia agobia mi lengua,
la introspección ha dado malas referencias de lo que sucede,
me quedo ciego, estragos de derrota tengo a cuestas,
el rojo de su mirada avanza cuanto puede.

Somos capaces de encontrarnos con entes extraños al claudicar,
respirar profundo es solo uno más de los síntomas ante la desgracia;
ella a penas tenía veinte años, yo no lo sabía,
me he convertido en el monstruo al que temía en la infancia.

A pensamientos retorcidos es tiempo de hacer cambios,
el sabio se expresó de mí tan mal como quiso hacerlo;
lo siento mucho querida, te colocaste en mi camino,
eres mi divina presa, el bocadillo a punto de conocer su destino.

Los facciones de la hermosa víctima emanaban desencanto,
no es ahora tiempo de claudicar en busca del decoro,
llegué aquí a devorarla y hacerla mía, es lo que ella aceptó;
mirando las marcas en su piel, la inocencia que cambió por oro.

Mi lengua surcando las hendiduras en su espalda;
ahora sin moverse, en un principio se burlaba,
¿quién le hubiera dicho que nunca lo intentara?
Delicioso botín que a mis pies al comenzar estaba.

No hay amor que valga aunque quisiera huir; 
le hice ver que hay pasión que demasiado cuesta,
hay placer que hiere y dolor que sacia.
Sobretodo horror que su inerte aspecto nuestro entorno infesta.


Y no escribes, no meditas, no te relajas, no duermes, no piensas con frialdad, no levantas proyectos, no avanzas, no reaccionas, no te cuidas, no regresas a trabajar, no abandonas la zona de confort, no respiras, no aprendes, no inviertes, no vives.

El año actual ha sido comparable a un descenso empinado en la montaña rusa, donde lo único hasta mis gritos son inaudibles; hay cosas que no deseo, como alejarme de mi familia y proyectos que pudieran generarse aquí. Pero seamos sinceros, sin energía ni concentración, de poco o nada sirvo; los acontecimientos recientes y los pésimos hábitos, además del horroroso calor lo único que hacen es que mi interior ruegue por alejarse y le permita sanar; pues es noble, valiente y funcional, recíproco cuando lo trato bien.

Hay cosas que las palabras no pueden expresar, como mi ansiedad por retirarme de este ambiente que me afecta cada día; mis papás no me comprenden, una o dos veces se hacen sordos con la alimentación, esperan a que se me olvide, y volvemos a los mismos vicios... Pero no, eso no significa que los esté culpando, ellos vienen de una formación nutricional de la que difícilmente van a salir, los gustos tradicionales están por encima de cualquier perspectiva de salud, aunque reitero, no es en absoluto su culpa.

Soy yo el que no puede contenerse, soy un adicto rodeado de los placeres que enriquecen mi adicción; alejado de los fundamentos y las fortalezas que vivir por mi cuenta me traen consigo; tampoco he de mentir en el hecho de que estoy preocupado y la ansiedad me ataca con más frecuencia que de costumbre. El exceso de futuro, la responsabilidad de no saber si tendré dinero para desayunar mañana en caso de estar por mi cuenta me aflige, pero es un tormento que debo de enfrentar solo, no cuento con ellos lamentablemente; sus preocupaciones están colocadas en tener algo sobre la mesa, dentro del refrigerador y en cada una de nuestras barrigas.

Lo anterior tampoco es malo, desde su perspectiva hacen lo posible por mantener a flote un barco; un barco que de haberse construido distinto desde sus inicios, tendría hoy la fuerza suficiente para mantenerse solo y aguantar tantos viajes como le fueran requeridos. Ni hablar, entré a jugar con un nivel de dificultad mayor a otros, lo reconozco y acepto; ahora yo soy el que quiere tener la capacidad de trabajar por restaurar el medio de transporte, y quiero que sea un avión, un auto, un yate, un tren bala, una transbordador, o lo que sea que se necesite para continuar creciendo.

Obviamente tengo miedo, estoy aterrado ante la inminente posibilidad de verme rodeado de enfermos, en un lugar donde no conozco a casi nadie, donde no puedo correr a esconderme a un sitio seguro y reconfortantes; pero es el único camino que veo factible para recuperar mi salud. Porque al final, todo lo que que quiero hacer y no consigo, las situaciones a las que hice alusión al inicio de esta entrada, toda esa frustración acumulada y la constante sensación de mediocridad e ineptitud, no son más que los síntomas de la enfermedad hablando.


Viernes primero de noviembre de dos mil diecinueve; añoraba la ausencia de mi familia, tenía un par de deudas importantes y mis costes de vida eran, por decirlo cálidamente, elevados. Despilfarrando gracias a la holgura que un "buen" sueldo representa, observaba el entorno sin darme cuenta que estaba a punto de comenzar con un experimento que podría cambiarme la vida.

Le llamé por teléfono a ese amigo al que le debía mil quinientos pesos. Oye, amigo, quisiera iniciar un proyecto; llevo algunas semanas analizando números masivamente y he desarrollado durante mis noches de insomnio un algoritmo que me permite prever escenarios óptimos de inversión con crecimiento acelerado; el riesgo está en ambos, quisiera iniciar probando durante todo el año próximo su funcionalidad, creo sinceramente ser capaz de conseguirnos beneficios muy superiores a los instrumentos más comunes de inversión, en específico he comparado mi estrategia con CETES y tengo que decir que los datos son favorables.

Todo en esta vida es un experimento; tardé bastante en verlo de esa manera. La comodidad de percibir un sueldo recurrente con cierto nivel de estabilidad produce una falsa percepción de seguridad; cosa que poco más de dos meses después descubrí; cuando recibí la llamada de mi compañera de recursos humanos diciéndome: "Hoy es tu último día en la empresa". Mi sustento se desmoronaba. ¿Y ahora qué voy a hacer?

Lo peor, lo pero es que me sentía en un alto nivel de incompetencia, y no por mi desconocimiento, más allá de eso, la falta de práctica me empezaba a jugar malas pasadas; establecía conversaciones con personas de otras empresas si éxito alguno, me llamaban en torno a vacantes publicadas y me tocaba interactuar pésima recepción telefónica, fallo tras fallo. Sin trabajo, sin dinero, sin capacidad de encontrar otra cosa; tenía que hacer algo por mi cuenta. Llorar las consecuencias de mi despido no podía frenar mi existencia.

Alternativamente el proyecto independiente seguía creciendo, mi poco dinero invertido había empezado a dar frutos; al momento, todo lo hago para consolidar un producto, así que no, no hay comisiones ni se capitaliza el mercado captado por ahora (sigue sin ser negocio).

Una semana después de despedirme y dejarme con el corazón roto me marca mi exjefe; construí la infraestructura interna de un CRM y un ERP para la empresa; necesitaban agregar elementos, necesitaban modificar actividades y cronogramas; y es que, a pesar de que les hice llegar un instructivo, prefirió que de manera independiente que le diera mantenimiento a dicha infraestructura, en teoría me estaban recontratando a manera de freelance para mantener el producto que les desarrollé por una fracción de mi sueldo anterior. ¿Qué más da? Necesito comer, y vivir; además amo mucho el proyecto que levanté con ellos. Claro que acepto.

Días más adelante el asunto de la pandemia se vuelve real y se extiende hasta cada rincón de la Tierra, llevándose mis siguientes postulaciones entre las patas. Nadie me llama, nadie me busca, nadie me ofrece empleo. Con lo que gano no es suficiente para vivir, a penas me da para pagar uno que otro pendiente. Como por jugada prefabricada por parte del destino, la enfermedad toca a mi puerta, mi lamentación crece, tengo que buscar asilo donde un desmayo, una crisis o un agravio puedan estar a la vista de alguien más; me enfilo a casa de mis padres.

El asunto de la pandemia se vuelve serio, crece tanto que se vuelve una necesidad primordial el mantenerse encerrados. No es broma. ¿Y cómo voy a encontrar ocupaciones si no hay nada abierto? Es más, ¿a quién le puedo ofrecer mis servicios como desarrollador de software o ingeniero en sistemas si las empresas están literalmente cerrando sus puertas por periodos indeterminados. El dolor de cabeza se volvió una constante; como así fue también el crecimiento de los beneficios alcanzados con el proyecto independiente.

A casi la mitad del año transcurrido, con algunas áreas reactivando lentamente, sigo buscando una oportunidad laboral; desde mi último despido no estoy buscando una cantidad de dinero o proyecto en específico, me he vuelto alguien mucho más austero en mi diario andar, valoro en demasía la calidad de vida que comparto con mis padres y hermana, extraño sin duda las grandes urbes colectivas, la libertad de visitar los cines y centros comerciales, el clima menos caluroso, las transeúntes atractivas.

Al mismo tiempo he tenido que invertir en crecer el desarrollo y la investigación que rodea al servicio independiente en el que vengo trabajado, además de haberlo registrado (que como dije en la entrada anterior, por no haber citas en el SAT, todavía no puedo capitalizar); mi esperanza en ver crecer ese proyecto y hacer más por los demás está más clara cada día. Si me preguntan de qué va futuro negocio, me dedico a manejar portafolios de inversión garantizándoles un crecimiento superior a cualquier instrumento convencional a mis clientes; utilizando medidas básicas como la diversificación, el análisis masivo de datos, la generación de rendimientos "a pesar" de las hostilidades que presente entorno, entre otras cosas.

¿Y funcionará? Pues al día de hoy, a siete meses de iniciado, nunca he quedado mal a mi palabra y les he otorgado siempre rendimientos superiores al porcentaje compuesto que garanticé semana a semana a mis asociados. Alcanzando una sorprendente proporción de retorno de aproximadamente el cincuenta porciento en el tiempo que llevamos gestionando, espero podamos seguir en este viaje juntos, espero logremos grandes cosas; y espero que llegue a ser un excelente negocio sano, funcional y autosustentable.

Ah, sí, yo sigo buscando empleo: Tengo 33, soy ingeniero en sistemas con enfoque al desarrollo web (aunque también he hecho administración de sistemas y bases de datos, soporte L3, integración y soporte), he manejado diversos lenguajes de programación y lo mejor es que no tengo miedo a moverle a otras cosas, sé trabajar en entornos con núcleo Unix; todo el tiempo estoy estudiando algún curso (actualmente selenium, postgresql y python), he trabajado para empresas grandes como Intel y Tata, aunque tampoco me intimidan las start-ups, finalmente no busco un gran sueldo: Págame lo que quieras pero dame trabajo y no me obligues a asistir a una oficina. En mi situación actual lo hago, no por abandonar mi proyecto; sino para nutrirlo y darle el impulso inicial que se merece.


La buena noticia es que oficialmente somos una empresa... La mala, que seguimos sin constituirnos por completo gracias a la espera obligatoria del alta ante Hacienda. Y es que, llevo cerca de tres semanas revisando diariamente una y otra vez la página de citas de la institución para agendar en caso de disponibilidad sin éxito.

Eso me aflige un poco, debido a que en estos momentos ya debería de estar proyectando un crecimiento interesante en los resultados del servicio. Mi propósito actual, es ponerme a cuentas con el sistema y sacarlo a flote. Mientras tanto, también tendré que rechazar mi continuidad en el proyecto que mi mejor amigo quiere lanzar, no es por mala onda, simplemente creo que en las dos previas semanas a comenzar a poner algo en función, he notado su personalidad centralista y poco flexible ante la mía que es más adaptable y con apertura.

En fin, mi cabeza por ahora tiene que centrarse en determinaciones importantes; en primer lugar, seguir incrementando el portafolio a manejar y con ello, dándole mayores beneficios a los que colocan su dinero en manos de mi proyecto; en segundo lugar, analizar las metas a corto plazo con el mismo e ir planeando los métodos para alcanzar cada una de ellas.

En suma, tengo entre manos un producto financiero interesante; reiterando que en mi mente al inicio estaba apoyar a los que se encuentran en la necesidad que durante varias ocasiones he visitado y sé cómo se siente. Hoy me animé a dar un paso más en favor del desarrollo de la investigación alrededor de mi producto. Dentro de un años veremos si ha sido la mejor decisión o he cometido una imprudencia.

Y así, aunando todas las actividades que he realizado en favor del crecimiento del servicio que pretendemos ofrecer, me cuesta trabajo encontrar tiempo para dedicarle a algo ajeno; que por magnífico que pueda sonar en la plática, representa una responsabilidad de inversión temporal importante.

Lo peor de todo es que no podemos "abrir la llave" hasta tener todo establecido. Sé que elegí el peor momento para dar de alta un producto, pero también quiero que quede registro de que lo hago principalmente porque me he quedado sin empleo justo frente a la pandemia, por lo que no tengo nada más que perder al intentar esta movida.

Agradezco a quienquiera que venga y dedique unos minutos a dar una leída por acá. Estaré dando actualizaciones conforme podamos avanzar, por ahora, ni el nombre ni el producto quiero que se mencione; reconociendo que será mejor hacerlo cuando empecemos a laboral oficialmente.

Los números están en todo, solo falta analizarlos y diversificarse para conseguir crecer. Es a lo que me dedico ahora, a ayudar a otros en eso. Garantizándoles beneficios interesantes y continuos. Venciendo los obstáculos que supone el mido.