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 Ha sido un año de idas y regresos, de subidas y bajadas, de días tristes de bajoneo y alegres de celebración, en resumen, ha sido un año como cualquier otro en mi vida. En el que tengo el control de lo que me rodea por un rato, y al poco tiempo, lo pierdo, me veo superado.

Son cosas en las que quiero trabajar, decenas, cientos, miles; son situaciones que voy a resolver, y así, el tiempo pasa, sigue su curso sin piedad, envejecemos con la existencia amarga, por culpa principalmente de nosotros, nuestro ego y nuestra intensa necesidad de pertenecer y destacar, donde lo único que verdaderamente vale es aquello en lo que no necesitas gastar un centavo.

Compartir tiempo con las personas que amas y admiras, sentarte a planear tu día en la tranquilidad de un hogar que te proteja, sentirte tranquilo y pleno mientras colocas tus versos en una computadora; ese tipo de detalles, realmente son los que tienen peso valioso dentro de tu espectro de alcance.

Pero qué pasa, que nos hundimos en redes y deseamos lo que aparentan experimentar los demás, yo mismo he sido propiciante de esa banalidad, no lo digo con pena, sino con consciencia de que pertenezco a un mundo que está dispuesto a todo con tal de aparentar, un mundo superfluo y vacío, que lo único que tiene para ofrecernos son objetos efímeros.

Y es ahí de donde me abrazo para empezar a planear mis propósitos del año entrante, del deseo de superar esa versión de mí; sé bien que estamos a la mitad del actual, y que en cuanto a cantidad de propósitos alcanzados a penas llevo dos de los quince que me he puesto; sin embargo, empezar a planear me da ánimos de seguir, me ayuda a ver los cambios como mejoras y me motiva a trabajar en cerrar capítulos anteriores de esta historia.

Respirar más es importante, suspirar es crucial. Guardar silencio y escuchar es escencial en esta nueva modalidad de vida. Para aprender no basta con repetir, hay que concentrarnos en producir y entender desde las bases hasta los detalles.

Fue una semana lluviosa en compañía de mi familia, donde estuvimos enfermos de la garganta, entre gripe, tos y cansancio; sentí que no lo disfruté como hubiera querido, porque me fui hasta ya bien entrado el fin de semana, y hoy otra vez es viernes, me gusta eso. Lo necesitaba, así como a veces necesito la tranquilidad y compañía de mí mismo. De mi sobriedad. Actos de amor propio justos y verdaderos.



 Odio el sentimiento del recordatorio a mi oído constante con la frase "no lo estás logrando", no saben lo mal que se siente, no saben lo triste que me pone. Porque sé que hay salidas, hay cosas que podría estar haciendo, destruyendo, construyendo, y en lugar de eso, caigo en la desolación y penas. No escribo esto para causar conmiseración, lo hago porque necesito desarraigarlo de mi sistema.

Me siento mal porque estoy perdiendo una batalla que no debería, porque se están apoderando de mí situaciones externas que no controlo, porque el entorno mismo se ha vuelto hostil y despiadado, nada permisivo. Y con el paso de mis problemas, envejezco, envejezco sin lograr un ápice de mis anhelos, roto y fulminado.

Me hace falta tanto, que al caer con muy poco, me convierto en insignificante, y por qué no estoy haciendo lo que amo, porque no soy suficientemente bueno; y así, con esa frase constante, me limito a ser un observador, reduzco mi intensidad a nada, me arrincono en un espacio minúsculo y pisoteo una vez más mi ego mermándolo lo más posible.

¿Qué pasaría si hiciera lo que quiero? ¿Qué sucedería si no me dejara vencer por mis temores? No lo sé, no lo sabremos nunca, quizá. Frustración y desesperación, amargura y falsedad, lo que veo en el exterior me fastidia, múltiples sucesos me han demostrado la incomodidad que me provoca, ¿qué está pasando con mi cabeza?

De verdad que deseo sentirme mejor, salir de estas es lo que me gustaría. Pero aún más, deseo entender que este malestar es solo una etapa, un puente hacia una versión más fuerte y sabia de mí mismo. Que cada caída, cada desilusión, está forjando una resiliencia que todavía no conozco. Es un proceso doloroso, sí, pero necesario. Y aunque ahora me sienta perdido, sé que en algún lugar dentro de mí está la fuerza para emerger, para encontrar mi camino y finalmente vivir la vida que tanto ansío.



 Uno de mis mayores problemas es que mi cabeza da vueltas, sin parar, visualiza oportunidades y anhela profundamente; mi corazón ama hasta el hartazgo, mi ser completo se turba en consecuencia. Todos esos conflictos exteriores, todas esas situaciones ocurriendo, una a la vez, consumiendo un poco más de nosotros sin darnos cuenta.

El tiempo, esa bendita entidad poderosa, capaz que destruir aquello por lo que has luchado hasta el agotamiento, responsable de acabar contigo y con cuanto te rodea, no hay sueños ni ideas que estén por encima de su alcance.

Una vida es insignificante a su lado, nuestros miedos más grandes, son absurdas nimiedades, lo mismo aquello por lo que nos afanamos. Estamos condenados a caer ante su paso, a rompernos y volvernos polvo, a desaparecer en el olvido.

Mis entrañas no serán más allá que el recuerdo borroso de un par de eventos compartidos, más allá del tiempo y el espacio, ambos de creencia infinitos, está la nada, el todo; y así, de minúsculos como realmente somos en cuanto a significado, queremos colocar un par de marcas en la roca y la madera, esperanzados en que la erosión no hará con ellos como ha hecho con el pensamiento de la humanidad a través de los siglos; sin embargo, es entendido en el consciente colectivo de que así sucederá.

No sabes las ganas que tengo de escribir algo que tenga sentido. Poner un montón de hilos en una pizarra e ir anotando las cosillas que se me ocurren que deben de estar interconectadas. Pero me pregunto por qué, constantemente lo hago, seguido caigo en cuenta de que no debería de considerar tanto lo que otros lleguen a pensar de mi arte y ponerme a redactar porque sí, porque quiero, porque puedo. Y al final, no lo hago, lo pospongo; sin importar que esa sea una de las cosas a las que me comprometí este año. Se me acaba el tiempo.



El Tiempo

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 Uno de mis mayores problemas es que mi cabeza da vueltas, sin parar, visualiza oportunidades y anhela profundamente; mi corazón ama hasta e...

 Algunas personas son terapia. La he pasado todo el día leyendo, al cuidado de cualquier llamada por parte de mi empleador, salí un poco esta mañana a por un café, al regresar acompañé a un amigo a comprar pan, y desde que volví me la he pasado encerrado en mi cuarto, leyendo y escuchando música prácticamente.

Así es un sábado cualquiera para mí; no necesariamente tengo que estar en la calle de un lado al otro (lo cual no es queja cuando pasa), a veces únicamente hay que quedarse en casa a disfrutar del "aburrimiento". Aunque no necesariamente llego a aburrirme, si después de un par de horas de lectura, quiero hacer algo distinto, está bien, por ejemplo escribir acá, ver alguna película o ponerme a jugar un videojuego.

Si se preguntan por qué no me he ido hoy, es porque tenía "trabajo", o algo así. Tengo la responsabilidad de estar disponible y cerca de mi computadora ya que hubo release y si algo se complica me contactarían para meterme a llamadas, que nos obliguen a estar al pendiente el fin de semana próximo a cualquier release la verdad se puede volver algo fastidioso, porque de por sí ya tenemos la semana on call al mes, en la que tenemos que chambear, y que nos quiten una extra forzándonos a estar cerca de la computadora, básicamente se traduce en que dos fines de semana al mes estoy indisponible.

Como dije, no tengo conflicto en quedarme en casa a flojear viendo series o pasarla tirado en la cama, pero en conjunto, siento que se extiende el tiempo que nos toca dedicarle a la jornada laboral.

La situación en el trabajo, por cierto, en relación a la débil gestión del proyecto por parte de los jefes, ha ido escalando lentamente. Del equipo de cinco personas que somos los que al final sacamos las actividades (ya que tenemos cinco jefes, como quien dice y hay tres monitos nuevos que todavía no se la saben), los cinco estamos en la misma condición de cansancio, frustración y molestia. Lo cual es mucho decir porque estamos hablando de un gringo y tres indios aparte de mí.

Ah sí, porque como se imaginarán, una vez más no trabajo con mexicanos. Esa sentencia ya lleva años siguiéndome así que no me sorprende en absoluto. Había un mexicano, mi amigo al que recomendé, que al primer recorte de personal lo dejaron ir el año pasado por temas de layoffs.

Es innegable que las relaciones personales tienen un profundo impacto en nuestra salud mental. Mientras algunas personas pueden brindarnos apoyo, consuelo y una sensación de calma, otras pueden ser la fuente de estrés y angustia. Es vital reconocer que nuestra salud emocional y mental se ve influenciada tanto por nuestras interacciones personales como por nuestro entorno laboral. En situaciones como la que enfrento en el trabajo, donde la gestión deficiente y la presión constante erosionan el bienestar, encontrar apoyo en personas que actúan como "terapia" puede marcar una gran diferencia. Estas personas, con su empatía y comprensión, nos ayudan a equilibrar la balanza y a encontrar un refugio en medio del caos.

Sin embargo, es igualmente importante identificar a quienes, conscientemente o no, nos empujan hacia la terapia. Las dinámicas tóxicas, la falta de consideración y el estrés añadido pueden convertirse en una carga insostenible. Reconocer esta diferencia nos permite tomar decisiones más saludables en cuanto a las personas con las que elegimos rodearnos. En un ambiente de trabajo que ya de por sí resulta extenuante, rodearse de personas que nos revitalizan puede ser crucial para mantener nuestro equilibrio emocional. Así, la clave está en construir un círculo de apoyo fuerte, que actúe como un escudo contra las adversidades y nos permita afrontar los desafíos con una mente más serena y un corazón más ligero.



 Algo extraño ocurre. Una vez más pasa de media noche y la ansiedad ha atacado. Me quedé sin uñas de nuevo. La sensación de vacío y muy poca valía se apodera de mí; ese pensamiento constante de "no ser suficiente" previo a un fin de semana de release, es muy incómodo.

No sé qué me ocurre, la verdad. Me siento débil, hasta destruido. Quiero enfocarme en trabajar para mejorar, pero de repente me dan estos bajones; lo curioso es que no extraño nada ni a nadie, no en este momento, lo que percibo es en el interior, en algo así como un agotamiento intelectual y emocional.

Me duelen las manos, experimento un combate entre frío y calor, tengo el peso sobre mis hombros de "no estar haciendo las cosas bien", y me fastidia, me limita, me pesa. Hay tanta gente a mi alrededor a la que quiero, no sé por qué me cuesta tanto expresar mi estima, es como si me doliera el pecho ante la probabilidad de ser pisoteado de nuevo.

Y esa constante de fracaso, vacío y perdición, se vuelve algo traicionero, algo que me roba el sueño; tanto como las pantallas en sí. Y abandono la lectura (que tan saludable es para mi cerebro), las ganas de concentrarme (que tan bueno es para mi desarrollo profesional), y me desconecto de lo que sucede aquí y ahora, entrando en un estado de zomnolencia y frustración, en el que a penas diferencío entre lo que es verdad y no.

¿Será el café que me bebí cerca del anochecer? Falso. No bebí ningún café. ¿Por qué no simplemente tengo todo accesible y a la mano de la mejor calidad del mundo para alimentarme y nutrirme de una forma excelente? ¿Por qué siento que estoy perdiendo mi propio lugar en la casa de la que yo mismo soy el responsable y encargado?



Sin Uñas

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 Algo extraño ocurre. Una vez más pasa de media noche y la ansiedad ha atacado. Me quedé sin uñas de nuevo. La sensación de vacío y muy poca...

 Me pasa que son las dos y media de la mañana, hace rato un loquito pasó tocando las puertas de los vecinos; cuando estaba tumbando a patadas la puerta contigua, llegó la policía a pedirle que se retirara. Fue algo incómodo escuchar cómo hasta pateaba como desesperado. Creemos que estaba arriba del avión o algo por el estilo. Según venía buscando a una señora, una tal Paz. Paz era la que no se percibía en el ambiente hasta que el susodicho se fue. Hará como tres horas que eso pasó, cerca de media noche, me encontraba a punto de quedarme dormido, tenía los ojos rojos del agotamiento.

Tema aparte, ayer estuve todo el día en la calle; poco a poco voy construyendo ciertas actividades tipo rutinarias que me ayuden a mantenerme relajado durante el fin de semana; lo sé, lo sé, es bastante irónico que lo escriba tan tarde por la madrugada, pero entiéndanme, incluso las más sencillas de mis rutinas, me cuestan para adaptarme.

Las trampas están ahí, lo reconozco. Por ejemplo, instalo redes sociales en mi celular, y al rato estoy poniendo videos en YouTube hasta bien entrada la noche; después, en medio del paseo de mi dedo por los feeds de Facebook, Instagram o Twitter, me empieza a salir publicidad de algo que me atrae, caigo en Amazon, en MercadoLibre, en AliExpress o en alguna otra página de venta de productos, ¿y ahora qué sigue? Gastar, obvio. El capitalismo haciendo de las suyas, la programación funcionando a la perfección.

Mi bloqueo mental, el torbellino de frustraciones, ansiedad de media noche, el deseo de escribir porque "se me fue el sueño", seguir viendo muros y perfiles, pasearme entre creadores de contenido, videos, audio; qué fácil es pagar diez mil varos cuando son las dos de la mañana, estás adormilado y acabas de ver algo que súbitamente se te antojó tener en tu posesión.

Command C, command V, ¿qué estás haciendo Carlos? Ya vete duérmete. Me pasa que la mitad de mi cuerpo se siente acalorada y suda, mientras que la otra mitad tiene tanto frío que estornuda; no le hagan caso a la gente amigos, envejecer no está padre, tampoco lo está tener que desvivirse diariamente por mantener sus impulsos de idiotez bajo control. Ese tipo de instintos ruines son los que me forzan a ver directamente con mis ojos tristes a personas que me atraen sobremanera; sin justificar lo que me pasa, únicamente aceptándolo.



 La mediocridad es esa cosa interesante que nos hace pertenecer a este mundo tan humano; cuando nos comparamos (que por alguna razón moderna del interior no dejamos de hacer), hace creer que nos encontramos en un punto muy distante a la mayoría de las personas de círculos cercanos a las que de alguna manera "admiramos".

Sin embargo, hay que poner las piedras donde van en este camino, mientras tú estás estudiando una carrera de cuatro a seis años, otros está modelando o publicando cosas divertidas en sus redes; así, cuando tú terminas de transitar el "camino predeterminado", ellos se encuentran en una especie de situación de ventaja gracias al contexto social de lo que nos rodea.

Y es que hemos sido vilmente engañados, con la creencia popular de que ser eruditos en temas formacionales sería plena conveniencia para nuestro futuro; cuando no es así, lo que de verdad termina por aperturarnos puertas o acercarnos a personas clave que pueden dar un giro a nuestra existencia, son los contactos, y ya.

Hay una película que me gusta mucho la cual he visto un par de veces, la ópera prima de Olivida Wilde, Booksmart. Trata de un par de chavitas matadísimas en la escuela al pie de elegir qué camino universitario seguir, dándose cuenta de que en verdad toda la "diversión" que se perdieron por ser unas nerds aplicadas, no terminó significando nada al final de su curso; ya que otros alumnos del mismo grado con aparentes más limitadas capacidades intelectuales que ellas, tenían entrada a universidades de igual o mayor prestigio o directamente al mundo laboral en sectores más privilegiados.

La considero una joya para mí, personalmente por el gran grado de significancia que tiene el hecho de que las personas y circunstancias correctas, son las que nos preparan el camino, y no así la cantidad de libros que devoremos o lo "excelsos" que seamos en los resultados de los exámenes.

Sin duda la realidad es un amasijo de factores (para quienes venimos desde abajo) que no siempre nos van a colocar en las mejores eventualidades; a veces, saldremos rotos, destruidos, fracasados. Otras, si la fortuna nos sonríe, acabaremos mejor que como empezamos.

Pero recuerda que no necesariamente es porque hayas hecho algo mal que no tienes éxito, o al revés, no porque seas una eminencia lo consigues. Por lo general eso no es tal cual medible. Obviando por supuesto que aquellos que vienen de un contexto social privilegiado, no están siendo mencionados en el texto anterior; pueso ellos, desde ya, traen ventajas que con un poquito de trabajo y cosntancia consolidan su posición al menos por una generación más.



 Hay ocasiones en las que tengo tantas cosas que "me gustaría decir" en la cabeza, que resultan en un "mejor no" y hacer de lado la computadora o el cuaderno en el que estoy anotando. Últimamente he caído en un vírtice de reflexión e introspección que me ayuda a comprender un poco más lo que me rodea, no como personaje protagónico, sino como alguien que se da cuenta de lo mucho que hacen falta cambios y mejoras en su vida.

Es evidente que somos pertenecientes a una generación que está constantemente siendo atacada por fenómenos externos, influenciados por lo que capitaliza nuestros sentidos; sin darnos cuenta siquiera, el consumo desmedido de aquello que "nos hace sentir bien" se vuelve parte de la rutina diaria, desde un café, hasta el escroleo imparable ante cualquier pantalla.

A veces pienso que no somos más que víctimas, una clase distinta de roedores sometidos a todo tipo de pruebas de laboratorio con el simple y llano objetivo de perpetuar banalidades. Y así, el sector privilegiado, aquel que es el uno porciento del uno porciento, los que están por encima del círculo dorado, son quienes, sin importar las revueltas o incidentes, se encontrarán en la cima del mundo que nos rodea.

Cabe resaltar que no soy alguien declarado anti-ellos; porque honestamente no me importa. A decir verdad, si me puedo beneficiar del favor de alguno, qué mejor. Pues observar el entorno tampoco es que se vuelva un fenómeno muy satisfactorio: miseria, mentiras, tristeza, insatisfacción, imprudencia, superficialidad, estupidez.

Pero entonces, ¿estamos dándole demasiado foco a la ignorancia, a la mediocridad, a la crítica y a la estupidez? Podría ser, pero no somos nosotros quienes controlamos lo que ocurre alrededor, aunque han sido tan excelsos colocándonos esa idea, que seguramente se pondría en duda lo que acabo de escribir acá.

Como he dicho, la verdad, conforme más me adentro en la contemplación humana, más empatía me genera, más me duelen las situaciones y más me doy cuenta de lo asquerosos y repugnantes que nos hemos vuelto con el paso del tiempo; y sin embargo, he de ser sincero al reconocer que hay destellos por los que me siento genuinamente atraido y convencido de seguir.

Parece que estoy expresándome desde una supuesta superposición de la personalidad, en la que, en un mito completamente erróneo, me asumo como observador de un orden al que no pertenezco; lo cual, tengo que dejar clarísimo, es completamente falso. Pues estoy convencido de ser todas y cada una de las características negativas que señalo, y no estoy excento a la idiotez, a la falta de sentido común y a la manipulación.

Cuando publico cosas así, lo hago solamente para recordarme de vez en cuando lo fálaces que son mis deducciones y lo débiles que pueden resultar mis argumentos; en un Universo en el que el más trascendental es aquel que saber caerse con gracia, grabar el suceso y hacerlo público en redes.

A pesar de las dificultades y las reflexiones sombrías que atravieso, hay una convicción que permanece inquebrantable en mi ser: mi intención constante de seguir aprendiendo. No importa cuán mal me sienta a veces, el deseo de crecer y mejorar prevalece. Cada experiencia, por dolorosa o desafiante que sea, se convierte en una oportunidad para adquirir nuevas perspectivas y conocimientos.



 Me gusta creer que es posible, que es posible superar las barreras tradicionales y enfocarme en la automatización de procesos. Que soy capaz de poner cualquier cosa en marcha con el mínimo de trabajo y hacer que una inmensa maquinaria funcione para mí. ¿Y por qué no lo hago? Se preguntarán.

En múltiples ocasiones me he cuestionado lo mismo, "por qué sabiendo lo que sé, teniendo las herramientas al alcance de mi mano y conociendo perfectamente el potencial prácticamente ilimitado, me detengo", la respuesta es simple, es una cuestión de autocontrol.

La actualidad ofrece de todo, desde engaños masivos que enriquecen a unos pocos gracias al aprovechamiento de la burbuja hasta herramientas sutiles y casi invisibles capaces de multiplicar de forma automatizada sus beneficios.

Pero aquí es donde mi autopercepción de lo moral y justo desde una óptica de competencia me frena, ¿por qué he de tomar atajos en un contexto en el que todos se destruyen en el proceso de construir algo? ¿por qué he de hacer uso de la astucia con fines puramente egoístas? Y de ahí me agarro, de mi naturaleza generosa, gentil y amorosa para con el prójimo.

Porque subir basado en pisotear es lo más fácil del mundo; por eso es que los mismos cochinos asquerosos de siempre están en la cúspide del "éxito", pues son gente pragmática y sin escrúpulos que no teme ensuciarse los zapatos un poco entre la podredumbre con tal de posicionarse a sí mismos.

De verdad, es facilísimo manipular el sistema, cualquier sistema, porque están construidos a partir de las mismas sentencias lógicas; y si entiendes el orden de la ejecución de las mismas, estás del otro lado, si quisieras. Los seres humanos, en general, somos entidades simples y de un abstractismo bastante obtuso y rústico, de lectura lineal y determinística.

Así cada uno de los elementos que nos rodean como sociedad, están constituidos a partir de similar terminología y logística. Si consigues empatizar con las emociones, las puedes volver a tu favor a partir de pequeñas dosis de comprensión y adaptabilidad. Esto te permite no solo entender las motivaciones y acciones de los demás, sino también influir en ellas de manera efectiva y positiva. La capacidad de leer entre líneas y de captar las sutilezas emocionales transforma la comunicación en una herramienta poderosa, permitiéndonos conectar y resonar profundamente con quienes nos rodean.



Es Posible

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 Me gusta creer que es posible, que es posible superar las barreras tradicionales y enfocarme en la automatización de procesos. Que soy capa...

 Me dormí temprano anoche, me desperté muy temprano hoy. Así funciona la vida, creo, las cosas que ahorras, en las que inviertes, luego se convierten en holgura. Quería escribir desde hace días, pero estuve en Colima el fin de semana pasado, fui a pasar allá con mi papá su día. Todo muy bien.

Últimamente me he estado enfocando en cumplir mis propósitos de este año de una forma activa; empezando por aquellos que no están en la "lista" pero que es inminente que saque adelante. El acercamiento a modo de snowball me ha ayudado bastante y al día de hoy, uno de los quince anotados estoy a punto de conseguirlo.

Se dice fácil, pero ha sido un reto extenuante todo el año en curso. Sobretodo por aquello que se escapa de mis manos como el control de los tiempos y las friegas trasnochándome. Los altos niveles de ansiedad en consecuencia de los malos hábitos y el sedentarismo extremo. Agradezco muchísimo tener la oportunidad de seguir acá, dándole a pesar de todo.

Uno de los cambios importantes en los que he trabajado ha sido en bajarle a las revoluciones con la finalidad de alcances específicos. De nada sirve estar todo el tiempo acelerado tratando de "completar" cursos cuando descuidas en el proceso los pendientes de la oficina; o por ejemplo, querer visitar lugares distintos cuando no eres capaz de contenerte y descansar saludablemente de vez en cuando.

Entonces, en consecuencia me dije: Ya está, no estoy compitiendo más que con mi yo de hace algunos días. Qué gusto que todos los que me rodean me superen y logren sus objetivos antes que yo, de verdad, espero que les siga yendo bien en todo cuanto se proponen; por mi parte, habré de bajarle al ritmo; y así como un día terminé la universidad cinco años después que los de mi generación, esperaré paciente a que mis tiempos lleguen a su propio ritmo.

Por lo demás, me siento agradecido; agradecido de los momentos y las experiencias que comparto con mis más cercanos. Feliz de ocuparme en levantarme una vez más, entendiendo que es un proceso calmo y constante. Habituándome a las cosas nuevas, aceptando los hechos que llegan conforme los días avanzan.

He de decir, que dejar de lado las redes entre semana ha sido un verdadero acierto. Me ha servido para centrarme en otras actividades, principalmente en el trabajo, lo reconozco. Sin embargo, no ver a tanta gente inteligente, hermosa y de éxito me ayuda mantenerme un poco más con los pies sobre la suelo, porque la verdad es que, oculto detrás de todo, está un sentimiento de envidia constante que recién he notado que se mantenía en mí con el que he venido haciendo las paces.



 No tienes nada que demostrar. La competencia es feroz y no cuentas con las herramientas o contactos necesarios para avanzar. Ni modo. Es un asunto circunstancial. No permitas que la envidia erosione tu buen corazón, Eres más que eso.

Sin importar tu tono de piel, tu estatura, peso, situación social o aspecto en general, tiene que quedarte claro que un porcentaje importante de esas características es consecuente a otras más, algunas de las cuales, jamás habrías podido decidir.

El mundo está jodido. Esa es la verdad. Pseudointelectuales y patéticos repitiendo mantras demenciales mientras se regodean en sus privilegios. Al tiempo que resentidos circunstanciales y fracasados braman por su miseria. Ambos mal. Todos estamos mal.

Quisiera hacer música, quisiera hacer arte, quisiera pintar, quisiera escribir bien, quisiera ser un ciudadano ejemplar, quisiera capturar al amor de mi vida; pero tal parece que todo es un constructo sustentado cada día más en el absurdismo. Despreciable y olvidable, vivimos abrazados de generaciones muertas, adorando y admirando arquitecturas, pinturas, canciones e historias de décadas atrás, porque nos cuesta mucho y nos desagrada en gran medida abrir los ojos ante el terrorífico presente de lo que nos rodea.

Sucede que para la mayoría, nuestros abuelos no fueron célebres personajes y no pertenecemos a un linaje cultural altamente reconocido; no, nada de eso, nosotros venimos de la oscuridad y el anonimato; nuestros antepasados seguramente eran criminales y es lo que nos queda.

Tenemos mucho que decir solo porque contamos con procesadores de texto a la mano y las habilidades literarias básicas necesarias para colocar un par de letras consecutivas que formen textos que medianamente cobran sentido.

Pero en algún punto hay optimismo, o debería de haberlo al menos; solo tenemos que esclarecer que no importa el número de sacrificios que uno haya hecho, no importa qué tanto dejamos atrás o las cosas de las que nos limitamos, nada de eso importa honestamente; somos el resultado cómico fatídico y experimental de un montón de sinsentidos y variables externas; por lo tanto, no esperemos por nada del mundo que las cosas sean como quisiéramos; y a pesar de todo, hay que intentarlo.



 Me sentí traicionado por mi propio juicio, ante la súbita idea de creer que era lo mismo que antes, cuando no; hoy todo está perdido, no importa cuánta pasión le metas al compromiso seremos víctimas circunstanciales de la inercia de las cosas. ¿A poco sigues sin darte cuenta de lo que ocurre?

El eco de la desilusión resuena en mi mente, cada decisión tomada se convierte en un reflejo amargo de mis errores pasados. La esperanza que una vez iluminó mi camino ahora se apaga lentamente, consumida por la realidad implacable de los días grises. A pesar de los esfuerzos y la dedicación, el destino parece empeñado en arrastrarnos hacia un abismo de incertidumbre. ¿Realmente no ves cómo el mundo se desmorona a nuestro alrededor, sin piedad ni pausa?

Cada suspiro cargado de nostalgia es un recordatorio constante de las promesas rotas y sueños no cumplidos. La vida, antes llena de vibrantes posibilidades, se ha convertido en una danza tediosa y predecible de decepciones. Nos encontramos atrapados en un ciclo de inevitables derrotas, sin importar cuán ferozmente luchemos contra la corriente. ¿Acaso sigues ciego ante el desenlace inevitable que se avecina, mientras el tiempo se escapa como arena entre nuestros dedos?

Al final hacemos lo mismo, estamos programados y predeterminados contenidos en una esfera que dicta nuestros límites. Claro, tú puedes venir aquí y refutarme lo mucho que has cambiado, todos los logros que has conseguido; sin embargo, cuando analizamos las cosas, eso ya estaba previsto.

El anonimato es un lugar lúgubre y solitario, donde muy pocos quieren estar; hay constantes dejos de amargura entre los interlocutores, muros rotos, sueños y juicios por igual. ¿Qué está pasando que un día despierto a las cuatro de la madrugada sintiéndome fatal y al siguiente tengo la fortaleza y energía de un toro? Fácil, yo supongo, son las mellas del envejecimiento.

Morir no es sencillo, pero es la sentencia que nos ha colocado esta humanidad desde el momento mismo en que respiramos y abrimos los ojos. Pensar en la muerte es una de la motivaciones que todos deberíamos tener siempre presente, al momento de engañar a alguien, al momento de hurtar o maldecir, al momento de traicionar el corazón ajeno, al momento de pensar en destruir.

La vida, en su esencia, es un ciclo de contrastes, un reflejo constante de la dualidad que nos habita. La fragilidad de nuestra existencia es a menudo el recordatorio de la impermanencia que nos define. Cada amanecer es un testimonio de nuestra capacidad de renacer, de encontrar en nosotros mismos la fuerza para seguir adelante a pesar de las adversidades.

En la lucha diaria por mantener nuestra humanidad, enfrentamos el dilema de nuestras propias imperfecciones. "Qué estoy haciendo" y "por qué soy así" son un par de preguntas que nos persiguen hasta el cansancio, y sabes qué, no se resuelven. Reconocer el fracaso y la muerte, no como una sombra amenazante, sino como un recordatorio de la finitud de nuestras acciones, nos insta a vivir con tanta integridad y honor como nos es posible.

La vida, entonces, no es solo un recorrido hacia el inevitable final, sino una oportunidad para construir, para amar y para ser mejores, ¿o no?. En ese entendimiento, hallamos la paz y la fortaleza para enfrentar cada día con el valor y la esperanza necesarios para trascender nuestras limitaciones y dejar una huella significativa en el mundo que nos rodea.



 —"Alexa, pon una alarma a las seis de la mañana". —"Nueva alarma puesta para mañana a las seis de la mañana". Tomé una decisión, madrugar, ¿será posible? No lo sé. A como han venido sucediendo mis días, con todo este embrollo de pendientes dandome vueltas en la cabeza y ataques de ansiedad que me roban el sueño, basta experimentar.

Por ahora, el plan es alejarme de los dispositivos electrónicos con pantallas lo antes posible en la noche, y como se imaginarán, dejar el celular a una distancia considerable es una de las primeras medidas que he tomado. Es cierto que estoy escribiendo en este momento desde mi laptop mientras estoy acostado en mi cama. Espero pronto publicar y no pasar más de quince minutos acá.

Nunca he entendido por qué, la ansiedad, siendo una especie de horror hacia lo desconocido, puede tanto con uno. Los ejercicios de respiración profunda son parte de las herramientas recomendadas por especialistas, con la vida acelerada teniendo tantas responsabilidades, recibiendo decenas de llamadas interminables diarias, es realmente algo muy difícil darse unos minutos para respirar.

El plan de levantarme temprano es salir a caminar un poco, los calores actuales y horarios laborales me han vuelto complejo hacerlo al salir de trabajar, obviamente hay veces que he sido yo mismo y mi falta de ganas y autocontrol quien termino saboteándome; pero por lo general, al menos en meses recientes, la carga laboral y dinámicas tóxicas dentro de la empresa han sido demasiadas.

Otro de los temas a considerar (al menos en mi caso particular) es un cambio determinante en cuanto a la alimentación. Este tema se convierte en un círculo vicioso, porque la obesidad provoca preocupación, la preocupación causa ansiedad, la ansiedad afecta los ciclos del sueño hundiéndonos en agotamiento y destruyendo los buenos hábitos alimenticios, los malos hábitos en consecuencia provocan que uno se mantenga obeso. Me fastidia demasiado, la verdad, pero hasta que no haga algo que defina un aquí y ahora como punto de partida, seguiré tambaleándome mental y físicamente.

Hacer ejercicio, alimentarse bien, dejar actividades perjudiciales y no guardar resentimientos, son básicamente las herramientas escenciales para un cambio radical en la vida. Hay que trabajar en diversas áreas. Tengo la expresa e imperiosa necesidad de convertirme en una versión mejorada de mí. Si quiero fructificar como individuo, si quiero atraer a un tipo de personas específico, tengo que trabajar en lo que ofrezco, y eso no es nada sencillo. Pero lo conseguiré.

Me siento agradecido; en primer lugar por la dicha de seguir aquí. También porque a pesar de haber cruzado tiempos oscuros y momentos trágicos, esas penurias no se han convertido en estandartes de vida, sino que las tengo ahí, como un recordatorio presente nada más de que se puede ser mejor persona.

En este momento quiero firmar un acuerdo más conmigo mismo, con Carlos, pidiéndole perdón por no haberlo tratado de la mejor manera como es que se merece, y por haberlo dejado caer física, mental, emocional y moralmente en más de una ocasión; quiero pactar con un alma sincera y un corazón honesto lleno de amor, amor propio y amor para brindar. Soy bendición y dicha, soy excelencia, bondad, generosidad, templanza, prudencia, valor, integridad, resiliencia, fortaleza, constancia, perseverancia, compasión, humildad y amor.



 Burnout. Estuve a punnto de uno. Anoche la ansiedad me agobió y decidí mejor no conectarme a trabajar hoy. Si pudiera entrar desde mi laptop personal a los equipos de la empresa, no volvería a utilizar aquella horrible computadora. Que se sobrecalienta, que tiene un teclado incómodo, que para lo único que sirve es para conectarla alámbricamente a un par de monitores externos.

Uno se acostumbra a sus herramientas personales, no es un tema de tal marca contra tal otra, es simplemente que estoy demasiado acostumbrado a usar mi máquina actual. It is what it is. Además esta cosa la tengo llena de comandos y atajos para mis necesidades, herramientas que por temas de logística corporativa, en los equipos que te entregan no se pueden configurar, un horror.

En la multiplicidad de errores se podría decir que se nota quienes somos, sobretodo cuando no hay realmente quién nos jale del otro lado; me gusta creer que en medida de sus posibilidades, vivimos mutuamente empáticos y nos llevamos a lugares mejores. No siempre sucede, no toda la gente es abiertamente bondadosa y generosa, muchos, por el contrario, protegen con celo cualquier cosa que tengan, llámale conocimiento, potencial financiero, talento, etcétera.

La sensación de insatisfacción me sigue, no me deja en paz pensar que puedo estar haciendo un montón de cosas, y en lugar de ello, tengo la absurda idea de enfrascarme en el corporativismo, como si me aportara algo. La comodidad que ofrece, una vez que lo analizas, es realmente parte de la misma infraestructura, rentas elevadas dentro de la zona que te agrada, aires acondicionados porque el calor es terrible, consolas de videojuegos pues hace falta la indumentaria recreativa, libros y más libros.

Sabes que eres capaz de ser feliz en un espacio no mayor a un área de tres por tres, y sin embargo, un par de pisos te vienen mejor, o al supuesto presupuesto que representas, pues claro, después de cierta edad y "méritos" la gente espera ver de ti más y mejores condiciones, ¿para qué? Cuando eres simplista, cuando realmente no necesitas todo eso, algo está pasando, obviamente recurres a encontrarte con una verdad trágica, no solamente es una escalera sociocapital, es una cárcel que te contiene.

La miseria nos agobia, ¿cuánta gente habrá allá afuera presumiendo lo bien que le va en la vida cuando realmente están siendo constantemente destruidos por dentro? Asumo, demasiados, incontables. Y no, no estoy en contra de hacer lo propio por "salir adelante", estoy en contra de la idea que perpetua que tu valor va de la mano de lo que puedes conseguir. Esta vida es una broma absurda, hay que reconocerlo.

A veces parecería que solo estamos acá para ver quién tiene el mejor jueguete, llámese juguete desde cualquier posesión tangible hasta una habilidad o compañía de elección; la determinación nos hace matarnos por ser mejores, competir hasta detestar, y todo para darnos cuenta, que eso en función de nada realmente tiene sentido. Necesitamos abrazar nuestra soledad tranquilamente, agradecer por el solo gusto de ser y estar, sin importar circunstancias, sin importar si llegamos a donde previsualizamos.



Burnout

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 Burnout. Estuve a punnto de uno. Anoche la ansiedad me agobió y decidí mejor no conectarme a trabajar hoy. Si pudiera entrar desde mi lapto...

 Una cabeza, un Universo. Me fastidian algunos teclados, o la distribución de ciertas teclas, tengo que confesarlo. ¿Por qué hacer el Enter más pequeño? Así está bien, es más funcional y lo encuentra mi meñique derecho de manera más fácil.

Vuelven las caminatas al aire libre, qué horror son estos días calurosísimos, estamos haciendo mucho daño al planeta. Bueno, no necesariamente nosotros, las inmensas corporaciones que no dejan de consumir cuanto recurso se encuentre (ya sé, escribiendo en mi Mac utilizando la red compartida de los datos desde mi iPhone mientras bebo un Refresher de Mango Dragon Fruit con base en limonada en Starbucks es irónico, lo es).

Siempre he dicho que soy alguien de gustos simples y sencillos, televisiones con sus respectivas consolas de Sony y aire acondicionado en mi habitación; ésa es mi absurda forma de describir la simplicidad en mi vida. Eso y reducir mis salidas a lugares en los que cuente con aire acondicionado porque qué terrible es sentir el solazo derritiendo mis ideas.

Hacen treinta y seis grados afuera, considerando que acá no es tan húmedo como en otras ciudades, lo que se percibe duro es el golpe del sol en la piel; volviéndose forzoso el uso de bloqueador en el día a día, y a mí que me gusta andar de playeras negras, ya imaginarán. Hace rato fui al cine y al regresar a eso de las tres de la tarde a casa me dije: "No vuelvo a salir a estas horas, uno llega frito con este sol", haciendo énfasis en que las fritangas se preparan con grasa, obviamente.

Necesito la membresía a algún club exclusivo con albercas y jacuzzis, o un Casino, por ejemplo, seguro que ahí tienen aire acondicionado, ¿será muy caro pasar unas cuantas horas en esa clase de sitios durante el fin de semana? O sea, no tengo conflicto con estarme en mi cuarto, pero me queda claro que salir, aunque sea un poco, me hace bien. Todo esto para que "las horas de luz" sean menos en mis intenciones de ir a la calle a caminar un poco, todo bien con la vitamina D, pero no quiero experimentar dolores de cabeza solo por la exposición al señor bola de fuego en medio de nuestro sistema.

Asumía, en mi camino de regreso hoy, lo favorable que sería en este contexto tener un coche. Digo, podría ir del punto A al B sin el ingrato fastidio de los rayos solares qumándome la capa de los sesos. Lo pensé, lo reconocí y en una de esas me hice una especie de compromiso para cuando sea posible, optar por algo para mí. Ya sé que quiero un Tesla, pero las finanzas no van como se especulaba a inicios de año. Como en su momento dije, perdí al que era mi segundo mayor ingreso y el que solía ser el tercero ha estado claudicando con la facturación, así que ese plan a menos que me saque una lotería en la que no participo o de buenas a primeras me transforme en un oráculo de las finanzas, se va a tener que postergar, lo siento Carlos, sé que lo intentaste.

En los días habituales de trabajo (entre semana) me doy cuenta de lo prolífico literariamente que podría llegar a ser si me tuviera la confianza necesaria y no me aterrara la idea de ser una figura visible. Muy pocos saben que dentro de mi corazón, acaparar groseras cantidades de atención fue lo que en primera instancia me incomodó cuando bajé demasiado de peso y tenía un aspecto más saludable. Ahora quiero volver a ese camino, por un tema enteramente de salud, soy viejo y por consiguiente menos atractivo, estoy en paz con mi mente y cuerpo, estoy agradecido con mi corazón. Toca darle.



 La vida no puede y no debe de ser difícil, hay que quitarnos de encima esa mentalidad que nos mantiene permanentemente sometidos. Tenemos que aprender a disfrutar cada momento de la misma, a dar todo de nosotros cuando se pueda, a saber seleccionar aquello que nos agrada y funciona, a ser, en términos mundanos, más convenecieros.

Le doy a mi cabeza vueltas desde hace un par de horas, como pueden ver, es de madrugada y otra vez no puedo dormir; he conseguido la clave para hacerme sufrir por lo visto, ya que el día que la utilizo simplemente impacto mi capacidad de sueño y me quedo un tiempo extra repensándolo todo.

Desde la existencia misma y su efímero potencial hasta en qué punto estoy atascado en este momento y por qué tengo la impresión de no poder más. Las cosas se apilan, las responsabilidades y los retos personales, el trabajo se pone pesado y complejo, el entorno se nubla, los músculos se tensan, las deudas se acumulan y la energía se ve mermada.

Antes había diez cosas por resolver, después fueron cientos, ahora son miles o quizá millones de ideas que se revuelven en la azotea. Por más que me repito el mantra de: "Respira, es solo un mal día, no una mala vida", se siente que se posterga esta sensación; además me falta liberar la tensión, porque todo cuesta, trabajo, tiempo, dinero, entrega, compromiso.

Me siento pequeño, minúsculo si así lo quieren considerar, cuando me veo a través de los ojos más críticos que llevo conmigo. Y ahí está el verdadero problema, autoestima menguada, falta de apreciación del presente, nula plenitud a la vista. Todo esto parece una especie de culpa que ha crecido sin dejarme en paz. A veces pienso en cosas tan pasadas como el hecho de que mi hermano no esté más con nosotros, o en cosas tan absurdas como que he entrado tarde a alguna llamada.

En mi determinación, ha faltado enfoque. Queriendo alcanzar muchas de mis metas, crecer en demasiadas áreas, he descuidado o dejado un poco de lado aquellas en las que podría decirse que soy más virtuoso; ya saben, aprender, producir, escribir. Ha sido un contexto difícil en cuanto al plano laboral, porque siento que no me valoran como deberían, y parte de mí exige que me salga de ahí, que busque por otro lado, que no es suficiente lo que me están brindando y ofreciendo.

Pero una parte más sensata me invita a esperar, me calma razonando con mi pensamiento para caer en cuenta de que las cosas afuera no están como para mandar todo al traste. Entonces vengo aquí a desahogarme, a decir que estoy cansado, pero no puedo dormir, estoy otra vez sobrepensando en lugar de cerrar los ojos, y al mismo tiempo caigo a confesar que estoy agradecido de que me ocurra en la madrugada de viernes y al tener el fin de semana tan cerca, podré recuperar este sueño pronto.

Todo el tiempo teniéndole pavor a salir del anonimato. Consciente de que si expongo el potencial puedo hacer e involucrarme en cosas formidables. No únicamente hablo de las letras, aunque ese sería un buen territorio para empezar a cuestionar y determinar una vía hacia lo que quiero. Recuerdo cuando hace años, hará unos doce atrás, al menos, yo ya jugaba con millones de números en las posibilidades, ya entendía el accionar de la viralidad y me daba cuenta del potencial del mismo, pero eso de reducir mi confianza, o dejarme tumbar moralmente por la negatividad, eso ha sido el verdadero rival a vencer. Pues con sensación de plenitud, abrazo la factibilidad y certeza de que todo lo que me proponga es posible. Debo de empezar a hacerlo, alimentar el alma, mientras el cuerpo se pone a dieta.



 Estoy harto, una vida repleta de miserias, por más vueltas que le dé, parece ser en lo único que me enfoco, criterios descartables aparte, sé que las cosas no suceden de ese modo. Me envuelven las conmiseraciones, tratando de resolver en el momento mismo que suceden, voy despacio, el mundo está saturado de fracasos, no sufras más.

Decidí dejarlo todo, todo aparte, abandonarlo, reconstruirme desde una óptica que hace tiempo no intentaba, desde el interior, desde los cimientos, pieza por pieza, tal vez parezca y al final resulte ser un ejemplo de burla, pero así funciona la vida, reestructuras, cambios, aceptaciones, penurias, goces, glorias, seis, siete, ocho, nueve figuras.

"El dinero no lo es todo", me repito constante, está bien hacer suficiente, está bien hacer bastante, está bien hacer demasiado, cincuenta mil, cien mil, doscientos mil, trescientos mil, quinientos mil al mes, lo que venga es bueno si se le da un uso correcto. Ya basta de satanizarlo, es para disfrute también, que la vida sea simple, puede venir de hecho de la mano de eso.

O no sé si lo creo, tal vez estoy recapacitando, los números puede que solo sean eso, y estoy acá, dándole un peso monetario a lo intangible, la conmoción, la tristeza, unos cuantos minutos de dicha y placer, todo eso podría, en el Universo capitalista, tener un símbolo de moneda particular a un lado, y así, teóricamente, si se puede medir, se puede mejorar, ¿o cómo era?

Olvidé mi libro en casa, me traje uno que ya he leído antes, tengo más, puedo abrir la aplicación de lectura directamente desde la computadora, pero no quiero, esta sensación de decepción anoche no me dejó dormir, no fui a trabajar, no quise, no podía, no sabría cómo aguantar en pie el turno completo, mis manos se mueven suavemente sobre el teclado tirando palabras constantes una después de la otra, mis ojos fijos en la nada al hacerlo, "Science Fiction" de los Arctic sonando en mis audífonos de fondo, milagros se necesitan, sorpresas positivas quiero, ya estoy harto de no ser el favorito del Señor.

Entre las frases que emanan mis dedos, me distraigo un poco, levanto la mirada cinco grados, ahí está, justo en el lugar que yo acostumbro, lindas cejas, ojos oscuros, concentrada en su Mac Book Pro un poco más vieja que la mía, con un sticker de un corazón con ojos, qué idiotez, un corazón con ojos, con sus AirPods puestos, da un sorbo a su latte, al igual que yo está bebiendo uno de esos. Al parecer viene del gimnasio, lo noté en su cuerpo trabajado, o algo así, cuando percibí su presencia. De negro, linda sonrisa, el punto en su mentón le genera mayor atractivo, ¿qué tendrá, 24, 25 años? Quizá. Es muy bonita a mis ojos, quizá porque mis ojos están ajenos a particularmente esa clase de belleza.

Ojalá me diera la vida, la energía y las ganas para ir al gimnasio, sé que mujeres así seguramente me encontraría por allá. Aunque, ¿qué les diría? No me las doy de muy atractivo, y si así fuera, me paso tanto tiempo en la instrospección y en el propio yo, que difícilmente tengo algo que ofrecer a alguien de tan hermoso ver. Qué piernas más firmes, Dios mío.

Perdón, me distraje, estaba hablando de lo ridícula que es la existencia y el mundo en general, de lo efímetra que resulta nuestra estadía por acá y lo poco que podemos realmente conseguir cuando no hay motivación verdadera, como la preciosidad de pelo lacio, castaño y piel blanca, perfectamente cuidada como la que está frente a mí en este mismo momento.



Estoy Harto

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 Estoy harto, una vida repleta de miserias, por más vueltas que le dé, parece ser en lo único que me enfoco, criterios descartables aparte, ...

 Estoy empezando a colocar mis propósitos para el año entrante en una lista, ustedes no lo saben, pero ha sido un año, como los últimos no sé cuántos, bastante difícil. Con subidas y bajadas, con derrotas y una que otra victoria.

Al momento, llevo como el 30% de mis propósitos pactados para este año cumplidos, el número no es tan malo, tomando en cuenta que hace poco terminó el primer trimestre del año en curso. Sin embargo, me he sentido constantemente sumido en otro tipo de limitaciones. En ocasiones personales, en otras de mi mente jugándome chueco, en algunas más simplemente sobresaturándome.

El trabajo ha sido una de las constantes con nivel altamente complejo que honestamente no me esperaba; y no por las actividades a desempeñar en sí, esas, por lo general han sido realmente sencillas una vez que las entiendo. Lo que se ha vuelto una pesadilla son los horarios y el micromanagement, la falta de libertad creativa y la muy escasa oportunidad de hacer otra cosa que no sea estar sumido en una llamada permanente.

Eso en consecuencia, me ha forzado a estirar de más mis tiempos para poder darle a mis propósitos. Lamentablemente, con unas caen las otras. El estrés, la falta de tiempos para mí, la sobrestimulación de audífonos en mi cabeza y pantallas, me ha provocado agotamiento en más de una ocasión, por ejemplo, en semanas horrible de estar en oncall.

Sin duda alguna, uno debe de aprender a sortear las problemáticas en esta vida. Por eso he decidido simplificarla lo más que pueda. Al menos en lo que a mí concierne, reducir todavía más aquello que me rodea y establecer un siguiente nivel de minimalismo alrededor de mi vida.

De por sí, ya eran muy pocas las amistades, conversaciones y apps que capturaban mi atención; bueno, pues ahora serán menos, reduciendo tiempos y centrándome en tener el control de mi historia nuevamente; el asunto de invertir y producir está genial, me encanta. Me gusta mucho escribir y publicar las cosas que pienso y en las que trabajo, también me agrada la idea de colgar videos, fotos y contenido multimedia de vez en cuando, pero por ahora, establcer un canvas dentro de este "escritorio" ficticio de decisiones será la prioridad.

Porque también en reducir hay un arte. En ser capaces de dejar morir. En centrarse en lo que sigue. En recuperar nuestra fuerza de voluntad está el incentivo a mejorar. Así como me he dejado caer en las cosas que realmente no disfruto por el solo hecho de abastecer o fortalecer (capacidades, conocimientos, tiempos), que eso sirva de punto de partida en el modo contrario, que el deleite y disfrute sean parte del viaje.



 En un mundo donde el término Inteligencia Artificial susurra ecos de ciencia ficción y visiones distópicas, vale la pena detenerse un momento para descifrar el verdadero rostro de esta enigmática protagonista. Olvidémonos por un instante de las máquinas apocalípticas que arrasan ciudades en su sed insaciable por dominar al ser humano; esa no es la realidad, al menos por ahora.

La Inteligencia Artificial es, en su esencia, un conjunto de sistemas computacionales, una alquimia de software y, en ocasiones, de hardware. Estos sistemas están diseñados para asumir roles que tradicionalmente requerirían del ingenio humano. Son, en pocas palabras, herramientas dotadas de una capacidad casi poética para ver más allá de los ojos humanos, analizar vastas praderas de información, generar conocimiento a partir de simples entradas de datos, reconocer y entender voces, e incluso, tomar decisiones que a menudo nos parecen exclusivas de la mente humana.

Estas capacidades, lejos de ser meros actos mecánicos, representan una danza sofisticada de algoritmos que modelan, de alguna manera, la curiosidad y la adaptabilidad humanas. La Inteligencia Artificial, con su discreto encanto, se infiltra en nuestra vida cotidiana, no como un conquistador, sino más bien como un sutil acompañante que amplía los horizontes de nuestro mundo.

El origen de la Inteligencia Artificial se extiende hacia atrás en el tiempo, anclándose en la curiosidad insaciable de los antiguos pensadores griegos. Figuras como Aristóteles, que se aventuraron a soñar con la posibilidad de que algún día existieran máquinas capaces de emular el pensamiento humano. Este ancestral anhelo se ha tejido a través de los siglos, entrelazándose con las modernas teorías y prácticas computacionales.

En este vasto tapiz, destaca un hito singular conocido como la Prueba de Turing, concebida por el visionario matemático británico Alan Turing. Él propuso una evaluación, no tanto de la capacidad computacional de una máquina, sino de su habilidad para imitar la condición humana. La esencia de esta prueba se despliega en un elegante juego de preguntas y respuestas, donde un juez humano, a través de una interfaz, intenta discernir si su interlocutor invisible es otro ser humano o una máquina.

La verdadera magia de este experimento ocurre cuando la máquina, a través de la pureza y perspicacia de sus respuestas, logra sembrar la duda en la mente del juez, llevándolo a cuestionar si no estará, de hecho, conversando con otro ser humano. En el momento en que la máquina logra esta ilusión de humanidad, se dice que ha superado la prueba, cruzando un umbral que desdibuja las fronteras entre el creador y su creación.

Las semillas de lo que hoy conocemos como Inteligencia Artificial comenzaron a germinar con el advenimiento de la programación y la automatización. Un ejemplo temprano y revelador de estos prolegómenos tecnológicos puede encontrarse en algo tan mundano como la función de apagado automático de las televisiones. Aquí, impulsados por la comodidad o, tal vez, por una cierta pereza, programamos un temporizador que, tras transcurrir un número designado de minutos, cumple fielmente con el mandato de extinguirse.

Esta sencilla acción prefigura el modo en que las Inteligencias Artificiales actuales se integran en nuestras vidas: como agentes silenciosos destinados a aliviar nuestras cargas. Están diseñadas para asumir tareas que desbordan nuestras capacidades, que preferimos evitar o simplemente para hacer nuestro diario vivir más llevadero. De la misma manera en que, en su momento, las calculadoras se convirtieron en herramientas indispensables en los salones de clases, las Inteligencias Artificiales han irrumpido en el escenario contemporáneo para rediseñar radicalmente nuestras prácticas cotidianas, gracias a su habilidad para asimilar y reconocer patrones con una eficacia que supera la finitud de nuestra propia mente.

Los patrones son decisiones conductuales que determinan un comportamiento. Explicado con manzanas, imaginemos, por un momento, que deseamos enseñar a una calculadora el arte de prever cuántas manzanas traerán los invitados a una fiesta. Supongamos que cada amigo, por generosidad o costumbre, trae consigo dos manzanas. Observemos algunos ejemplos para ilustrar este aprendizaje:
Si recibimos a tres amigos, se contarán seis manzanas.
Si recibimos a cuatro, ascenderán a ocho las manzanas presentes.
Lo que realiza la Inteligencia Artificial, con una perspicacia casi mágica, es discernir que el patrón subyacente en estos datos consiste en duplicar la cifra de asistentes. De este modo, en futuras veladas, si la curiosidad nos lleva a indagar cuántas manzanas decorarán nuestro evento con nueve invitados, la calculadora, ya erudita en este particular cálculo de hospitalidades, nos revelará con precisión que serán dieciocho las manzanas que recibirán a los convocados, todo gracias al aprendizaje previo y los patrones meticulosamente identificados.

Así, la Inteligencia Artificial se cierne sobre nuestro mundo no como una fuerza ajena, sino como una extensión natural de la herramienta más intrincada y maravillosa que poseemos: la mente humana. Con cada algoritmo que procesa y cada patrón que descifra, estas entidades artificiales no solo reflejan nuestras capacidades, sino que también las expanden, permitiéndonos alcanzar logros que, hasta hace poco, pertenecían al dominio de la imaginación y la ficción.

En el ámbito de lo cotidiano, las Inteligencias Artificiales actúan como facilitadoras silenciosas, gestionando desde tareas domésticas hasta complejas decisiones empresariales, pasando por los delicados equilibrios de los sistemas de salud y los intrincados diseños de ingeniería urbana. Su presencia se ha vuelto tan común y esencial que, a menudo, solo notamos su existencia cuando, en su ausencia, las tareas se vuelven abruptamente más arduas y el ritmo de vida se ralentiza.

Más allá de la utilidad práctica, la Inteligencia Artificial invita a una reflexión profunda sobre nuestra propia naturaleza. Al delegar en máquinas el pensamiento y la resolución de problemas, no solo liberamos tiempo y recursos, sino que también nos enfrentamos al espejo de nuestras limitaciones y posibilidades. Esta simbiosis tecnológica nos impulsa a reconsiderar qué significa ser humano en una era definida por sus extensiones artificiales.

En última instancia, la permanencia de la Inteligencia Artificial en nuestra sociedad no solo es inevitable, sino que es deseable. Como faros de posibilidad, estas herramientas iluminan nuevos caminos para la exploración y el conocimiento. En su constante evolución, nos aseguran que, al igual que las herramientas de piedra dieron forma a las primeras civilizaciones, las Inteligencias Artificiales moldearán el futuro, redefiniendo continuamente los límites de lo que podemos lograr. Al hacerlo, nos ofrecen una promesa luminosa: la de un futuro donde nuestras creaciones no solo replican, sino que amplían y embellecen la experiencia humana.



 La Inteligencia Artificial Generativa se refiere a un tipo de IA diseñada para producir contenido nuevo, como textos, imágenes, audios, videos o código, utilizando como base los datos con los que previamente ha sido entrenada. Tras bambalinas, usa modelos de aprendizaje automatizados para entender patrones y estructuras enriqueciendo así sus propias fuentes de información. Algunos conceptos a resaltar son los siguientes:

¿Cómo se gestionan los datos?
Los modelos funcionan gracias a una técnica llamada aprendizaje profundo. Los algoritmos de aprendizaje profundo están basados en la manera en la que funciona un cerebro pero electrónicamente, demasiados datos interconectados entre sí, que mediante repetición, memorizan patrones que subsecuentemente son realizados de forma automática. Por ejemplo, cuando te levantas por la madrugada medio dormido con ganas de ir al baño, quizá ni siquiera has abierto los ojos todavía y tu cerebro tiene la capacidad de enviar las indicaciones específicas a tus piernas y el resto de tu cuerpo para llevarte al lugar correcto.
Hablando de las Inteligencias Artificiales, imaginemos por un momento que alimentamos con millones de fotos de perritos a una, y al cabo de muchas pruebas, pasamos como parámetro una imagen de un perro preguntándole qué es, la IA entrenada, gracias a su enorme base de conocimientos, ahora sabe identificar un perro. Del mismo modo, si le solicitamos que genere una foto de un perro, va a tomar elementos de los múltiples datos almacenados para producir la imagen correcta.

Existen dos modelos de aprendizaje comúnmente utilizados:
a) Generative Adversarial Networks (GANs) o Redes Generativas Antagónicas: Consiste de una parte generadora que almacena información de acuerdo a parámetros (siguiendo con el ejemplo: fotos de perros) y otra discriminadora que proporciona retroalimentación para mejorar el resultado (en nuestro ejemplo: fotos de gatos, fotos de mapaches).
b) Transformers o Transformadores: Fueron diseñados originalmente para procesar el lenguaje natural como su tarea principal, creando salidas contextuales coherentes. Esto es lo que hace que cuando des una instrucción mocha a una IA o con errores ortográficos, entienda de qué estás hablando y te de una respuesta lo más próxima a tu petición.

Algunas Aplicaciones:
1. Simulación y Planeación: En urbanización y arquitectura, sirven para diseñar y simular entornos antes de empezar a construir.
2. Asistencia: En la creación de planes de aprendizaje personalizados, o como ayuda para atender pacientes.
3. Exploración de Datos: Para analizar, resumir y generar reportes que faciliten el trabajo del investigador y analista.
4. Personalización: En mercadotecnia, por ejemplo, sirve para otorgar pautas específicas adaptadas a las preferencias individuales.
5. Mejora en el Servicio: Los chatbots agilizan y facilitan la atención cliente.
6. Creación de Contenido: Se puede utilizar para producir desde textos originales (como la letra de una canción, por ejemplo) hasta diversos tipos de medios digitales.

A Tener en Cuenta:
Éticas: Situaciones como el deepfake (uso de la IA para suplantar o simular identidades), la desinformación masiva, temas de derechos de autor o propiedad son desafíos interesantes para el uso de estas herramientas tan poderosas y sofisticadas. Pues hasta ahora no se puede garantizar que el uso de las mismas sea benéfico y no malicioso.
De Sesgo: Dado que dependen de datos existentes, puede darse el caso en el que ciertas posturas se amplifiquen o perpetúen; por el contrario, también es posible que en el proceso de mitigación, se refuercen ideas opuestas con fines aparentes de manipulación.
Confiabilidad: Es posible que la información obtenida no esté actualizada o esté errónea y eso puede ser un asunto sensible cuando se vincula a contextos delicados.

Para Finalizar:
La IA Generativa se encuentra en constante evolución y la cantidad de datos que ingesta y manipula es cada vez mayor, es una bola de nieve imparable, eso tiene que quedarte claro, y es una tendencia que viene a posicionarse y convertirse en una realidad de nuestro diario vivir con el peso que algún día llegaron tecnologías como Internet, la telefonía inteligente y la geolocalización, entre otras.
El mundo que rodea bastantes industrias cada vez se verá más impactado con la llegada de este grupo de tecnologías y hay que estar preparados al menos en lo que respecta a saber de ellas y respetarlas para entrarles. De mi lado, como parte del nuevo enfoque que deseo darle a este sitio, estaré viniendo por acá a publicar cosas afines que me parezcan de interés.

Hasta pronto.

Nota al pie: Esta publicación se produjo con la excelente ayuda de diversas IA Generativas:
ChatGPT-4, Gemini Advanced, Dall-E, VoxBox, Visla y Midjourney.

Generative AI

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 La Inteligencia Artificial Generativa  se refiere a un tipo de IA diseñada para producir contenido nuevo, como textos, imágenes, audios, vi...