Me obsesionan demasiadas cosas, y conforme mi cabeza se llena de esas "necesidades por satisfacer" es cuando abro los ojos y recuerdo que lo que tengo que hacer es poner todo a un lado y concentrarme en la simplicidad, en no tener miedo de pisar el freno y detenerme a contemplar el momento, abrazando lo que soy y lo que he logrado.
Es común que nos confunda la falsa percepción del entorno, porque a donde volteamos, todo es felicidad y esplendor; ni tan negativa ni tan positiva es nuestra realidad. Respirar profundamente y suspirar también ayudan a recapacitar y recolocar los pies en el lugar correcto.
Ni somos tan grandiosos como nos gustaría ser ni tan patéticos como a veces creemos. Es toda esa información bombardeándonos a cada momento lo peligroso, lo que nos hace sentir insuficientes y en contra parte, lo que nos infla el ego desmedidamente.
Pensar "soy mejor que tú en esto" o "no soy tan bueno como tú en aquello", ambas son laceraciones delicadas que le hacemos a nuestro propio ser. Hay que tener la capacidad de encontrar validación en nosotros mismos, sin comparar ni humillar; igualmente, debemos aceptar y amar lo que somos a pesar de que las circunstancias exteriores pudieran hacernos creer incompetentes.
Para ti, que lees esto, es una dicha saber que existes; espero que consigas lo que anhelas en la vida y que nada te falte nunca, pero que sobre todas las cosas te sientas completamente en plenitud de consciencia cada mañana cuando despiertes, y que seas capaz de agradecer lo bueno que te ha brindado la existencia, porque sin ti, la vida no sería la misma.

 


 
 
 
 
 Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
 ~./rokck
~./rokck