Paranoia Nocturna
Sucede de nueva cuenta; la incomodidad, el temor, la tristeza ante el noctámbulo acechante. "Necesitas relajarte", me repite el pensamiento sin éxito alguno. "Las cosas se ordenan tarde o temprano", acusa mi interior.
Es desgastante no poder tomarte de nada seguro al tiempo que la presión social te hunde...
Porque sí, aunque no lo parezca, cada noche en vela es un recuerdo más de aquello que alguien dijo, de la desconfianza puesta en uno, del desprecio y la discriminación vividos, y todas esas ocasiones en las que nos sentimos insuficientes.
No es únicamente cuestión de aislamiento. ¿Y cómo puede contener la paranoia y el horror quien duerme pero no descansa? "Por favor, relájate", dice en un hilo el ente que me observa. "Deja de creer que todo es tu culpa", susurra la señora oscuridad con cautela.
El único "clima", por llamarlo de una manera, que me causa afección es la ausencia de tranquilidad; el creativo se muere, el intelectual enmudece, el genio se esconde, el temor emerge y el cuerpo conduce como un instrumento magnético al ser entero a su perdición aparente; pues para colmo de males, si no es capaz de asimilar armonía suficiente tanto en aquello que ingresa como lo que emana de su sistema, el boicot ocurre.
Pasos más, pastillas y consejos menos, sonidos resonando dentro de la cabeza sobran, es el clásico ejemplo de que lo que más asusta, es lo que hay en uno. Y por favor que se comprenda, que de leídas, peticiones, entendimientos, pociones y demás placebos está harto, ¿a poco creen que no lo sabe?
Está plenamente consciente de su necesidad inminente, al tiempo que dieciséis niños, cuarenta porciones, ochenta requisiciones y ciento veinte errores metálicos circulares redactan su currículum.
Es desgastante no poder tomarte de nada seguro al tiempo que la presión social te hunde...
Porque sí, aunque no lo parezca, cada noche en vela es un recuerdo más de aquello que alguien dijo, de la desconfianza puesta en uno, del desprecio y la discriminación vividos, y todas esas ocasiones en las que nos sentimos insuficientes.
No es únicamente cuestión de aislamiento. ¿Y cómo puede contener la paranoia y el horror quien duerme pero no descansa? "Por favor, relájate", dice en un hilo el ente que me observa. "Deja de creer que todo es tu culpa", susurra la señora oscuridad con cautela.
El único "clima", por llamarlo de una manera, que me causa afección es la ausencia de tranquilidad; el creativo se muere, el intelectual enmudece, el genio se esconde, el temor emerge y el cuerpo conduce como un instrumento magnético al ser entero a su perdición aparente; pues para colmo de males, si no es capaz de asimilar armonía suficiente tanto en aquello que ingresa como lo que emana de su sistema, el boicot ocurre.
Pasos más, pastillas y consejos menos, sonidos resonando dentro de la cabeza sobran, es el clásico ejemplo de que lo que más asusta, es lo que hay en uno. Y por favor que se comprenda, que de leídas, peticiones, entendimientos, pociones y demás placebos está harto, ¿a poco creen que no lo sabe?
Está plenamente consciente de su necesidad inminente, al tiempo que dieciséis niños, cuarenta porciones, ochenta requisiciones y ciento veinte errores metálicos circulares redactan su currículum.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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