Decir lo que piensas y hacer lo que dices suele verse como un defecto, al menos desde la perspectiva común. A la gente le aterra conocerte tal cual eres. Se ocultan porque no quieren enfrentarse a sus propios defectos reflejados en ti. Prefieren la superficialidad, la especulación, la creencia sobre la esencia. Y es ahí donde, si te detienes a analizar, terminas quedando como el raro. Porque no te comportas como el resto. Porque tu transparencia incomoda. Porque tu sinceridad ahuyenta. Porque decir que eres pasional y realmente actuar en consecuencia resulta, para muchos, algo sobrecogedor y difícil de tolerar.
Necesitas diluirte, limitarte, contenerte… al menos en este mundo, donde entregarte por completo solo se considera válido cuando hay documentos legales de por medio. Antes de eso, no. Porque antes, la gente vive en un juego constante: se atreven, coquetean, te juzgan, se asustan, y te piden que te vayas. O se alejan y dicen: “Ya no me interesas”. Entonces lo aceptas. No vuelves a acercarte. Porque sí, porque eso es lo que hace un caballero: reconoce dónde no es bienvenido. Y eso se vale. De verdad, se respeta.
Los vínculos son una cosa bastante extraña. No puedes permitirte mostrarte vulnerable, a menos que tengas claro que lo que buscas con esa persona es una amistad. Y, a veces, eso es lo más sensato. Desarrollar amistades también es sano. Aprender a convivir sin romantizar cada vínculo atractivo. Incluso si esa chica también te atrae, puedes elegir dar un paso al costado y hacer algo generoso, como decirle a un buen amigo que se acerque a ella, porque sabes que tienen compatibilidad, y que él sería muy feliz con alguien como ella.
Ya está. Me repito todo el tiempo que no pasa nada, que simplemente lo mío aún no ha llegado. Porque tenía que aprender, que mejorar, que dejar atrás actitudes. Y eso, al final, es válido. No importa si soy un “anciano cuarentón” y todavía nadie ha visto valor en mí. Todos estamos aquí haciendo lo que podemos, a como la vida nos va dando a entender. Cometiendo errores, levantándonos… y avanzando un poco más.
Si algo me queda claro es lo que me dijeron, algo para madurar y tener presente la próxima vez: tal vez soy más superficial de lo que pensaba, dándole una importancia crucial al discurso de las personas, pero fijándome primero en su aspecto para decidir si me interesa. Y entonces, siendo consciente de que las mujeres con ciertas características físicas son completamente mi tipo, y estando en Guadalajara —donde las mujeres atractivas de verdad abundan—, únicamente tengo que presentarme en donde se concentran, e interactuar con quien me parezca linda, empática y receptiva.
Puede sonar egocéntrico lo que escribí en el párrafo anterior, si se interpreta solo por la intención o el significado explícito de las frases. Pero hablo desde el fondo del contexto, desde lo que realmente significan las dinámicas sociales cuando se consideran todas las variables del entorno. Porque sí, es cierto: quedarme encerrado y sin exposición a mujeres hermosas provoca que, a la primera que me habla con decencia, esté dispuesto a ponerle casa y lo que pida. En el fondo, me encanta proveer, bendecir y mostrar generosidad… pero también necesito lealtad, accesibilidad y conexión real.
Quizá en esta nueva etapa lo que la existencia me está enseñando es a no sentir culpa, miedo o deseo. Al final solo son un par de emociones que están mal ubicadas si las ponemos como prioridad en medio de cualquier relación interpersonal. Como dije, con este tema de la gente, sigo aprendiendo; me he conservado aislado y distante demasiado tiempo, generar vínculos es un proceso complejo cuando te han herido tanto y tan fuerte; pero de eso se trata seguir, de aprender de la fatiga, de tomar aire y fuerzas, de levantarse mucho más determinado y poderoso.