Te vi, te me quedaste viendo, mientras aproximabas tus pasos hacia donde yo estaba,
perdí el valor nuevamente, ¿quién soy yo siquiera para importunar tus tiempos?
El lamento de mi aflicción me consumía, no lo soportaba.
Desde el anonimato supe que estaba loco por ella,
pero cómo sería capaz de conseguir robarle un suspiro, que su mirada me siguiera.
Estaba obseso, desquiciado, tras millones de segundos transcurridos jamás fui capaz siquiera.
No me es posible asimilar la historia,
por las letras y demencia estoy perdiendo la memoria,
hace mucho que no acaricio a una diosa, o como le llamen hoy día,
dentro de mis manos las glorias más grandes disfrutar solía.
Mis dedos fueron testigos del vaivén que este recuerdo me presenta,
conforme sus ojos emblanquecían, su espalda sudaba, sus labios gemían,
la historia entre ambos se contaba al honor de mi osadía.
¿En dónde quedó aquel valeroso caballero que no dudaba servir al placer de la divina compañera,
que no vacilaba un segundo en llenar de orgasmos cada día de su primavera?
¿Se habrá muerto o es que espera atento a que su tiempo vuelva a estar presente,
porque los que aprenden a educarse permanecen fuetes e inteligentes?
Solo un par de labios han liberado a la bestia que protejo en secreto,
qué de bueno tendría si ante la mínima muestra de interés lo pusiera al descubierto.
El gozo de la compañera es el único alimento,
es lo que le da ánimos de permanecer en mí,
le mantiene en espera con aliento.
Todos son vulgares cuando están acostados en la cama,
la ausencia de luces revoca cualquier temor y pena previamente mostrados,
la diva surge de en medio de las sombras, mi ave mítica a devorarla se presenta,
en la seducción no hay nadie que ceda, ambos entes a la pasión se entregan desatados.
¿Es aceptar la condición de humano una carta abierta a cometer errores? Lamentablemente no debería de verse de esa manera, sí es cierto, gracias a nuestra naturaleza podemos predeterminar que no hay nadie que logre la cima en índole de excelencia; sin embargo, hay que nutrir lo más que podamos positivamente nuestra aventura de vida para que no andemos de fracaso en fracaso.
Que si una vez fallamos en intentar una meta en específico, pongámoslo como el entrenamiento de un atleta; la siguiente ocasión, se debe de colocar la estafeta un poco más distante, o sea que la meta sea un poco mayor, así requeriremos de un esfuerzo superior al anterior para conseguirla. No está mal errar, todo el mundo lo hace, lo que está mal es estancarnos en un círculo vicioso de derrotas exactamente en el mismo sitio, sin movernos ni un poco de la condición de descalabro actual. Piénsalo. Es parte de la asimilación de la vida que he aprendido a llevar como bandera dondequiera que me desenvuelvo.
Y es difícil, definitivamente lo es, porque cuando caes ante una prueba tienes la opción de reprocharte ante la deficiencia, colocando tu siguiente objetivo por debajo del anterior, para sentirte parcialmente pleno; como resultado, te ubicas en una zona de confort diseñada específicamente para que tu mente y potencial no se desarrollen, te tulles, te hartas y no terminas por comprender por qué el mundo parece no presentar un camino de progreso para ti.
Mientras que en el horizonte ves cómo tus compañeros de generación o de trabajo, tus amigos de la infancia, tus familiares, todos alrededor parecen haberle encontrado el sentido a sus vidas; algunos optando por transitar hacia la formación de una familia, otros desenvolviéndose laboralmente y experimentando un crecimiento orgánico, unos más enfocándose en su lado cultural y explotando sus cualidades, cada cual con su forma de asimilar y agradeciendo a las variables que el entorno les ofrece.
¿Te vas a quedar ahí? Si lo haces, por cuestiones de comodidad, no tienes ni el más mínimo derecho a quejarte; pues ha sido tu decisión andar en esa dirección, nadie te ha forzado, las circunstancias se presentan a todos por igual. Es tu deber tomar aquellas características que enriquezcan tu propia vida, aprender de tu pasado, observar hacia lo que quieres alcanzar contigo mismo, y a pesar del miedo al cambio, comenzar dando pasos, uno a uno, constantemente, sin mirar atrás, para ti, por tu bien, con tal de reescribir tu futuro.
¿Te imaginas tener una llamada de la Big G en la que te consideren para una vacante? Bueno, eso me sucedió durante la semana. Esta mañana, tras horas de analizarlo, soñar al respecto, verme portando uno de esos divertidísimos gorritos de bienvenida, creo que voy a declinar, al menos temporalmente.
Si me preguntan el por qué he tomado esa determinación, hay un buen número de razones en el momento; es verdad, qué sexy se podría leer ese elemento adherido a mi hoja de vida, pero no considero que sea el tiempo oportuno de alinearme a semejante gigante tecnológico.
He estado pensando las probables variables de la situación, confío plenamente que algún día, en un futuro no muy lejano, podré ser parte de algo así con un puesto de mayor responsabilidad, que en vez de ser alguien más con características maravillosas (porque vaya que a puro genio perciben para posiciones enfocadas al código); esa es por ahora la razón número uno de mi decisión, la segunda e igual de interesante, es que no me considero con la suficiencia y capacidad de intentarlo hoy mismo.
Me falta crecer en muchos sentidos, uno de los más importantes está relacionado conmigo mismo, una decepción consecuencia de hacer el ridículo con ellos crearía en mí una estela negativa que no veo necesaria en el futuro inmediato, de la cual sería complicado salir pronto. ¿Se imaginan no poder resolver las problemáticas más sencillas que me presenten? Qué triste detalle.
Otro dato importante es que me gustaría seguir produciendo en donde estoy actualmente, generar herramientas y servicios que dignifiquen la dedicación y el tiempo invertido en ellos; probarme que soy capaz de lograr productos desde cero con la capacidad de adquirir mercado y competitividad. Eso quiero. Aprender más áreas de negocio, generar mejores aplicaciones a la medida que resuelvan necesidades del usuario.
Por consiguiente, lo más justo, al menos hablando en términos temporales, es la introspección y sanidad del alma en unidad armónica con el espíritu, ajeno a cualquier sentimiento avaricioso, para conseguir un yo más pleno, completo, libre y seguro de sí mismo y así después, de ser posible, adentrarme a mercados más grandes, donde la competitividad es enorme y las recompensas maravillosas.
Sí, es probablemente decepcionante leerlo, pero más decepcionante sería para mí exponerme como un arlequín ante hombres dignos de ser considerados sabios modernos. Un abrazo Big G, espero podamos encontrarnos en años venideros y que esto no se me considere como un rechazo por acto de ingratitud, sino una asimilación de mi lugar en el Universo y mi andar en la realidad actual. Bendiciones.
¿A qué edad es bueno empezar a escribir como obseso por las palabras? Hoy escuché de una película, mientras uno de los personajes confesaba que escribía, el otro respondió: "Todos lo hacen". ¿En dónde queda esa cualidad que te hace especial cuando vives en un mundo en el que cualquiera hace lo que tú? ¡Qué fastidio!
Mis antiguos compañeros se han ido, están todos en Canadá, yo me mudé a CDMX porque quería también experimentar un cambio; sin embargo la nostalgia me parte el corazón en dos, por un lado, anhelaba que mis compañeros me hicieran parte del equipo y me quisieran como yo a ellos; por el otro, necesitaba un cambio pronto, pues la situación alrededor de mi persona hacía mella en mis emociones, mi situación física y claro que en la intelectual.
¿Se imaginan tener mejor fortuna en la vida? El hecho de que no me haya enfermado casi nunca, que ame estar tras una computadora generando proyectos gozando de un excelente empleo y de vez en cuando me pueda desahogar con letras es lindo; ¿será que soy tan terrible al escribir que todo lo redacto en primera persona y vuelvo cada uno de los textos para mis lectores una muestra de egocentrismo desenfrenado? Si supieran que en mi pensar casi todos los que he conocido son mejores que yo en un sinnúmero de cosas.
¿Qué puedo hacer? El año está a nada de terminarse y creo que va siendo hora de cambiar de mentalidad; es momento de alegrarme por cada una de las mañanas que el cielo me obsequia, por el placer de ver a las personas a los ojos y sonreírles de vez en cuando, celebrar el hecho de que dondequiera que me encuentre, siempre hay un par de padres y una hermana recordándome con amor.
Esa gente es la que está pegada a mi corazón, en medio de las decisiones, compromisos y relaciones hay un mundo de ángeles protegiéndome; las palabras de la gente que me quiere, son lo que me recuerda quién soy, en dónde estoy y hacia dónde voy; porque como dice el verso: Todo lo que soy, lo que tengo y lo que he recibido es regalo suyo. Así mis sueños, deseos y convicciones siempre están del lado correcto de la historia; y aunque me haya ido mal en algunas cosas, un mar de posibilidades hace que vuelva a mi camino, en el que se construye una vida de amor, bendición y bondad para los que me acompañan.
La diferencia entre viajar y vivir ahí; quiero conocer lugares, quiero salir de mi zona de confort, me maravillo de cómo mis conocidos van por el mundo, los veo en Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, España, Alemania, Rusia, Inglaterra, Australia, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Finlandia, Noruega, Japón, China, India, Corea, Sudáfrica, Marruecos, Portugal, Turquía, Croacia... Y yo, bueno, yo sigo esperando mi momento.
Antes me preocupaba de lo muy abandonado que me quedaba con respecto a los otros, y es que analicémoslo, desde el principio de mis días las consecuencias de la benevolencia divina, la gracia del Señor, o como sea que se llame, se han visto más lentas para mí que para los demás; he sido un soñador de closet desde el inicio, queriendo conseguir grandes cosas, ideando proyectos y empezándolos desde poco o nada, si una cosa ha sido constante para mí creo que es la capacidad de soñar, de pensar que un día el favor del cielo me va a llegar y las puertas de arriba derrocharán bendición... Ok, tal vez nunca ocurra, probablemente no conquiste mis anhelos, qué más da; me encuentro en un instante de la vida en el que he aprendido a valorar todo lo que llegue, desde la austeridad de no tener un centavo para comer, hasta la dicha de poder bendecir a los que pueda con lo que he recibido.
Aunque claro, he de confesar que me pone un poquito nostálgico no ser como la mayoría de ellos; pues he visto cómo mis amigos se quedan con las mujeres más atractivas y hacen familias con ellas, cómo es que algunos rodean el mundo y muestran lo bien que les ha ido, haciendo fortuna por montones, también que no dejan de estudiar y prepararse para ser mejores; mientras que yo, aunque pueda jurar que lo intento, quizá no tengo la capacidad lograr la gran cantidad de cosas con las que hube imaginado cuando era un pequeño niño, ansioso por aventurarme en la vida jugando en la casita de cartón cubierta del amor y la protección de mis padres en la que vivíamos.
Fui feliz, es más, siempre lo he sido; porque por más oscuros y ruines que lleguen a parecer mis tiempos sé que hay personas a las que puedo recurrir y en las que puedo confiar cuando las tardes sean más tristes, ellos me proporcionan la mayor riqueza y fortuna que el mundo pudiera desear; tal vez nunca haya viajado a su lado, tampoco nos hemos ido una semana de vacaciones, pero están ahí, para brindarme de su cariño en los momentos que más los he necesitado.
Y como comentaba, hay gente alrededor que parece vivir en un expreso, llegando a todos sus objetivos muchísimo antes de lo que imaginé. Por ejemplo: empecé a amar la lectura muy entrado en años, me enfoqué en escribir más viejo todavía, el placer por programar lo adquirí durante la carrera, mi gusto musical se enriqueció hasta mis veintes, comencé a estudiar profesionalmente paralelo a mis amigos generacionales terminando sus carreras, no he conocido a mi pareja y estoy en mis treintas, me fasciné por las computadoras y los videojuegos desde que tengo memoria, mi primera computadora la compré en el tiempo que ya trabajaba, mi primer consola de sobremesa la obtuve hace a penas un par de años, salí por primera vez de mi estado natal para hacer inventario para la empresa en la que trabajaba en mis tiempos de facultad, me alejé de mi zona de confort (la casa de mis padres) cuando tenía un cuarto de siglo; y así podría seguir, analizando que el andar de los días para conmigo ha sido diferente.
Me podría poner melodramático y lamentarme por el hecho de no haber disfrutado de muchas cosas como mis viejas amistades; porque seamos sinceros, me ha costado establecer relaciones y hay cosas que me atemorizaron a las que no me atrevía; yo nunca fui de fiesta, los antros o bailes no me llamaban la atención, me horrorizaba el que mis papás se decepcionaran de mí si en algún punto llegaba ebrio, drogado o semejantes, así que me volví abstemio por determinación propia; tuve que sufrir de un par de rupturas amorosas muy dolorosas para entender mejor el funcionar de mi mente y corazón, para reconocer que la sinergia entre varios aspectos de mí era lo que me permitía funcionar mejor (espiritual, moral, intelectual, emocional, físico, social y mental).
No voy a mentir, a veces siento justa envidia por el éxito de los demás; por cómo ellos van avanzando a pasos agigantados alcanzando metas, adueñándose de todo cuanto les rodea, en lugar de solo estar consumiendo oxígeno. Espero tener la energía suficiente para continuar sorprendiéndome ante el azar que el destino haya colocado y lo que el mañana tenga escrito para mí. Pues como dije un día: El pasado está plasmado, el presente lo controlamos, y el futuro está en nuestras manos.
Los momentos de ansiedad a media noche tras despertarte con la serenata de los vecinos son cero cool. Estoy a poco más de un mes de que el año termine, y la oscuridad lo sabe y me coloca en su punto más siniestro, por eso mis manos tiemblan, mis uñas se acaban, mis labios se resecan, mi cabeza duele, mis pensamientos se enciman uno sobre el otro, el palpitar de mi corazón se hace uno con la inquietud intrigante del segundero y empiezo a sudar estando a diez grados, horrorizado ante quien esté viéndome sufrir desde la ventana evocando una obvia sonrisa burlona.
A nadie puedo desearle ese tormento, cuando los huesos de la espalda crujen no importando hacia donde intente acomodarme, está claro que tengo que aguantarme. El ardor de los ojos combinado con la imposibilidad de girar la cabeza de modo que la comodidad vuelva a mí. Pero no es solo eso, el continuo susurro de mis miedos crece, debería de tener algún significado que hasta ahora desconozco, o probablemente sea solo eso, el súbito deseo de conocer mi entorno es lo que atemoriza a esa parte de mí; pues todos tenemos un yo oculto que no nos gusta dejar libre, alguien que asimila distinto la realidad y los valores.
Una tercera voz acaba con la armonía del momento; los ruidos son reales, están caminando hacia mí y no sé cómo confrontarlos. Tengo que irme por hoy, dejarle que controle mi mente y se haga cargo de mis sentidos, espero me extrañen aquellos por los que en un punto hice algo, o tal vez no recuerden ni quién soy, pues nunca me vi abundante de una personalidad cautivadora, y hoy menos, el silencio va a ser una de las características que lo describa, como una vez hizo conmigo, seguro hará de nuevo. El presionar de sus brazos rodeándome la garganta se hace presente, claro que es más fuerte. Mis mejillas entumecidas se entregan a su voluntad, la cabeza me arde, me quema. La vista se nubla, gracias por darme otra oportunidad.
Y las palabras de esa desagradable criatura fueron: Suelo creer en todos, menos en mí.
Para mis compañeritas:
La vida es mucho más que solamente una canción, si tan solo pudiera hacerte entender lo hermosa y maravillosa que es tu compañía para mi vida no habría lugar a dudas, tú comprenderías.
Cada vez que la mañana me despierta agradezco al cielo el haberte puesto en mi camino, es probable que para ti parezca algo difícil de entender, y no más que otro cumplido. Pero mis trayectos significan introspección y palabras de amor dirigidas al que lo ha hecho posible. Sin ti cerca, todo sería un fastidio, irradias calor con tu magnífica personalidad, tu dulce manera de ser, me ayudaste a ser libre.
Números podría arrojar al por mayor, en vísperas de explicar cómo me haces feliz; no hay música que me inspire más, o que me saque del abandono, no hay noticia más agradable, que saber tus ojos frente a los míos, que el silencio nos contraiga, nuestros cuerpos se aproximen, y tu voz susurre a mis oídos que estás ahí para mí, que hable, que no me limite, que me quieres ver sonreír.
No estoy seguro de alcanzar a tocar un poco tu corazón con mis letras, pero el sentir tus manos, lo confieso sinceramente, me lleva a un sitio tan reconfortante, como el abrazo de una dama a un niño que solía sentirse olvidado, como el primer beso en los labios de quien solía ser por todos ignorado.
Mi alma se alegra cuando estoy contigo, los fines de semana extensos son un terrible martirio, pues no te veo, no te siento, no te escucho, no estás aquí conmigo.
Hoy me quedo un poco triste, pues un tiempo sin vernos tendremos pronto. Espero que los versos provenientes de mis pensamientos hacia ti queden firmes como un recuerdo constante de que te siento parte mía, pues de aquí en adelante veré un poquito de ti al salir el sol de cada día.
Te quiero.