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¿Es aceptar la condición de humano una carta abierta a cometer errores? Lamentablemente no debería de verse de esa manera, sí es cierto, gracias a nuestra naturaleza podemos predeterminar que no hay nadie que logre la cima en índole de excelencia; sin embargo, hay que nutrir lo más que podamos positivamente nuestra aventura de vida para que no andemos de fracaso en fracaso.

Que si una vez fallamos en intentar una meta en específico, pongámoslo como el entrenamiento de un atleta; la siguiente ocasión, se debe de colocar la estafeta un poco más distante, o sea que la meta sea un poco mayor, así requeriremos de un esfuerzo superior al anterior para conseguirla. No está mal errar, todo el mundo lo hace, lo que está mal es estancarnos en un círculo vicioso de derrotas exactamente en el mismo sitio, sin movernos ni un poco de la condición de descalabro actual. Piénsalo. Es parte de la asimilación de la vida que he aprendido a llevar como bandera dondequiera que me desenvuelvo.

Y es difícil, definitivamente lo es, porque cuando caes ante una prueba tienes la opción de reprocharte ante la deficiencia, colocando tu siguiente objetivo por debajo del anterior, para sentirte parcialmente pleno; como resultado, te ubicas en una zona de confort diseñada específicamente para que tu mente y potencial no se desarrollen, te tulles, te hartas y no terminas por comprender por qué el mundo parece no presentar un camino de progreso para ti.

Mientras que en el horizonte ves cómo tus compañeros de generación o de trabajo, tus amigos de la infancia, tus familiares, todos alrededor parecen haberle encontrado el sentido a sus vidas; algunos optando por transitar hacia la formación de una familia, otros desenvolviéndose laboralmente y experimentando un crecimiento orgánico, unos más enfocándose en su lado cultural y explotando sus cualidades, cada cual con su forma de asimilar y agradeciendo a las variables que el entorno les ofrece.

¿Te vas a quedar ahí? Si lo haces, por cuestiones de comodidad, no tienes ni el más mínimo derecho a quejarte; pues ha sido tu decisión andar en esa dirección, nadie te ha forzado, las circunstancias se presentan a todos por igual. Es tu deber tomar aquellas características que enriquezcan tu propia vida, aprender de tu pasado, observar hacia lo que quieres alcanzar contigo mismo, y a pesar del miedo al cambio, comenzar dando pasos, uno a uno, constantemente, sin mirar atrás, para ti, por tu bien, con tal de reescribir tu futuro.


Dando Pasos

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