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Te vi, te me quedaste viendo, mientras aproximabas tus pasos hacia donde yo estaba,
perdí el valor nuevamente, ¿quién soy yo siquiera para importunar tus tiempos?
El lamento de mi aflicción me consumía, no lo soportaba.

Desde el anonimato supe que estaba loco por ella,
pero cómo sería capaz de conseguir robarle un suspiro, que su mirada me siguiera.
Estaba obseso, desquiciado, tras millones de segundos transcurridos jamás fui capaz siquiera.

No me es posible asimilar la historia,
por las letras y demencia estoy perdiendo la memoria,
hace mucho que no acaricio a una diosa, o como le llamen hoy día,
dentro de mis manos las glorias más grandes disfrutar solía.

Mis dedos fueron testigos del vaivén que este recuerdo me presenta,
conforme sus ojos emblanquecían, su espalda sudaba, sus labios gemían,
la historia entre ambos se contaba al honor de mi osadía.

¿En dónde quedó aquel valeroso caballero que no dudaba servir al placer de la divina compañera,
que no vacilaba un segundo en llenar de orgasmos cada día de su primavera?

¿Se habrá muerto o es que espera atento a que su tiempo vuelva a estar presente,
porque los que aprenden a educarse permanecen fuetes e inteligentes?

Solo un par de labios han liberado a la bestia que protejo en secreto,
qué de bueno tendría si ante la mínima muestra de interés lo pusiera al descubierto.
El gozo de la compañera es el único alimento,
es lo que le da ánimos de permanecer en mí,
le mantiene en espera con aliento.

Todos son vulgares cuando están acostados en la cama,
la ausencia de luces revoca cualquier temor y pena previamente mostrados,
la diva surge de en medio de las sombras, mi ave mítica a devorarla se presenta,
en la seducción no hay nadie que ceda, ambos entes a la pasión se entregan desatados.


Ave Mítica

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Te vi, te me quedaste viendo, mientras aproximabas tus pasos hacia donde yo estaba, perdí el valor nuevamente, ¿quién soy yo siquiera para ...