–Hola. ¿Estás ahí?

–¿Qué pasa?

–Oye, me encuentro en un momento de mi vida bastante difícil, no sé qué hacer. La presión del trabajo me fastidia, no es un trabajo que me encante, lo hago por necesidad, porque me aterra quedarme sin empleo otra vez. Y lo peor, déjame que te cuente, es que gano una cantidad absurdamente miserable, donde mi manager me negocia como experto, mientras me da un sueldo minúsculo. Me obligaron a aprender tecnologías que no me agradan, pero por más que quisiera dejarlo y optar por algo que ame, no me atrevo a renunciar y quedarme sin nada.

–¿Ya viste opciones? ¿Te quedarías sin nada?

–Ése es el punto, siento culpa de no ser tan bueno como quisiera en otras tecnologías, como para animarme a dar el salto. Francamente, cualquier opción que se me "ocurra" requiere de una inmensa inversión de tiempo en aprender; porque en cierto sentido, aprendo lento en comparación con los cerebritos que me rodean en la industria. Además está el hecho de que mi miedo me boicotea; nervios, malas experiencias, limitaciones, llámale como quieras. Y no, no me quedaría sin ingresos, afortunadamente fue posible cerrar un par de proyectos más, pero me quedaría sin el ancla al sistema, porque para las corporaciones el peso y la influencia de parte de los proyectos que realizas como freelance, es casi inexistente. Si algún día llego a posición de jefe, tomaré cada esfuerzo en cuenta, incluyendo aquellos que requieran hacer las cosas por cuenta propia.

–¿Entonces qué pasa?

–No tengo motivación. No consigo sentirme "suficiente" en lo que hago. Eso es lo que pasa. Estoy quebrado. Financiera y emocionalmente. Tengo que depender de un hilo de formalidad económica que está a nada de romperse. Más del noventa por ciento de mis ingresos se van en pagar pendientes. Aunado a eso, la vida se me escapa de las manos, la presión social por "hacer algo" me tiene tirado escupiendo sangre. ¿Y si no puedo lograrlo? Ya estoy cansado.

–¿Lo platicaste con alguien?

–Mamá, ya no quiero ser millonario. Solo quiero dejar de sentirme miserable y tener ganas de seguir. La neta ya no quisiera estar en esta chamba. En parte porque no me divierte la tecnología, en parte porque creo que están abusando. Pero es un contexto complejo de explicar, porque al intentar hacer otras cosas tengo la sensación de no lograr aprender. Como que me cuesta trabajo entender y hacer.

–Es por tu autoexigencia. Date un poquito más de tiempo. El estar estresado pensando en eso no te deja enfocarte.

–Es un punto de vista sincero que agradezco. Cuesta enfocarse cuando hay miles de situaciones. No quiero quedar desempleado, me aterra.

–No vas a quedar desempleado. Pero enfócate en una cosa a la vez y prioriza lo que te va a ayudar en tu chamba que sea el principal ingreso. No digo que dejes las otras, pero sí que trates de definir horarios por nivel de importancia. No se puede hacer todo al mismo tiempo.

–En eso estás en lo cierto. Le doy demasiada importancia al trabajo que ni siquiera es el que más me gusta o el que mejor me paga, por el simple hecho de ser mi "nómina".

–Eres bueno para eso de definir metas, hacer planes y apegarte a ellos. Pero tienes que ser más realista y darte más holgura. Así que ándale, ponte a hacer tu nuevo horario de trabajo.

–Gracias.



¿Estás ahí?

Por
 –Hola. ¿Estás ahí? –¿Qué pasa? –Oye, me encuentro en un momento de mi vida bastante difícil, no sé qué hacer. La presión del trabajo me fas...

 Ya sabrán, este asunto de salir al Starbucks a tomar un café y tolerar el calor estando ahí dentro, sin desaprovechar, una mañana tranquila, tomando café, sí, pero avanzando en pendientes. No ha sido la gran cosa, pero al menos el calor ha dado chance.

Dos cafés después, unos panecitos de queso, el tiempo se ha ido y aunque prácticamente se ha terminado un curso de fundamentos, pensar en el beneficio de un lugar fresco ha sido el mayor avance.

Es un entra y sal de desconocidos, cada cual con sus propios afanes, desde los que, en plan de negociación nivel "shark" vienen a consumar negocios de potenciales unicornios, hasta los que únicamente llegan a hacer tarea, quienes, dicho sea de paso, he notado que madrugan al lugar. Interesante investigación que ha traído consigo el reconocimiento.

Uhm, lo siento, alguien se sentó en corto y creo que aquí terminará esta publicación abruptamente, es incómodo que vean al escribir; es raro, peor aún cuando la persona es cuestión es un personaje de la narrativa.



En el Café

Por
 Ya sabrán, este asunto de salir al Starbucks a tomar un café y tolerar el calor estando ahí dentro, sin desaprovechar, una mañana tranquila...

 La mayoría de cosas positivas que llegan a nuestras vidas vienen como resultado de haber tomado buenas decisiones. Pero gran parte de las decisiones están ahí y no se puede asegurar que tomarlas lleven a una buena o mala consecuencia, ¿quién le garantiza a una mujer que estudió una carrera que le apasiona que es mejor abandonarla y aprender programación y al poco tiempo tendrá un mejor empleo?

El desempleo absoluto, la carencia a nivel de no ver un centavo en meses, y peor todavía, eso en medio de deudas de apariencia "impagable", puede resultar aterrador y no cualquiera quisiera esa clase de presión sobre sus hombros. Eso no te hace un superhumano, simplemente a quienes nunca dejaron un trabajo seguro o aquellos que no arriesgan capital que no tienen, les hace más prudentes.

Hay que dejar de escandalizarse por quienes tienen un trabajo estable y justo, con horarios y competencias que les funcionan bien; mientras que otros en su versión salvaje, se sienten superiores por llevar emprendimientos a cuestas. Es bueno recordar que cada uno tiene diferentes habilidades y oportunidades de acción y lo más importante, el tamaño de personas alrededor dispuestas a levantarte si te ven caer es también distinto.

Hay un amigo, que siendo un visionario lleno de cualidades intelectuales y tecnológicas, suele hacer recomendaciones a sus proyectos de mi persona. De ahí es que han venido cosas que les sorprendería leer, claro está que el fracaso, los miedos habituales y las limitaciones intelectuales y tecnológicas, no han desencadenado en frutos. Pero de esa gente, hay varios.

Cuando cohabitaba con mis roomies en Guadalajara, en aquel departamento que vivíamos seis hechos bola, platicábamos que "ser millonarios" en algunos casos es la consecuencia y no la causa. El éxito te termina buscando si actúas con ética profesional y amas lo que haces, y en una de esas te encuentra.

Tal vez ninguno sea millonario todavía, pero la premisa no va por ahí, no va encaminada a "qué tanto dinero puedes hacer", porque se puede hacer muchísimo y perderlo todo en un momento tras una mala decisión. El enfoque estaba del lado de que sin importar lo que hiciéramos, se notaban las ganas de salir adelante y lograr cosas en cada uno; a pesar de contar con un trasfondo socioeconómico, intelectual y cultural distinto, pero pensando en hacer. Ahora ver esos días es gratitud pura, porque llena de gusto descubrir que les va bien y siguen siendo buenos en lo que hacen. Quizá esta pseudofigura paternalista en el interior es la que ve con dicha eso, como sea, únicamente hay que seguir echando porras.

Entre el amanecer filosófico y las ganas de aportar valor al día, tras redescubrir la estructura verbal y, personificar en menor medida la percepción egocéntrica que está al acecho, es un gusto dejar estas letras y a su vez, con pánico desmedido confesar que la semana en puerta augura ser bastante interesante y no por eso menos intensa.



 El reloj avanzaba de nuevo, desde el momento mismo que sentí la incomodidad apoderarse de mí, sabía que sería una noche en la que difícilmente podría dormir, y eso pasó, son las seis con diez minutos de la mañana, el tiempo anduvo su marcha sin tenerme paciencia, y yo no pude dormir ni una hora.

Aproveché mi tiempo, he de confesarlo, me puse a leer un rato, incrementé en unos números mi análisis y ya entrado el amanecer escribí en la pizarra un diagrama donde declaro las situaciones que me provocan ansiedad de las ciudades que he vivido en comparación con aquellas que me producen calma.

Y es que hace tiempo no consigo dormir tan rico como dormía en CDMX, tengo que darle esa virtud a la gran ciudad, quizá porque en las noches refresca y hay que arroparse. Mientras que en Guadalajara me encanta la oferta recreativa, salir con amigos, visitar lugares, caminar en las calles; todo eso siempre ha sido de mi agrado. En el análisis coloqué "Otro" como cualquier ciudad objetivo, donde definitivamente puse como ventaja el desarrollo profesional. Por obvias razones de Colima mencioné a mi familia como principal fortaleza.

Mientras que para las cosas que me provocan ansiedad de los distintos lugares, vivir en Otra ciudad me causa miedo por ser desconocido. CDMX me provocaba muchísima nostalgia, anhelaba visitar a mi familia. Guadalajara por otro lado, me fastidiaba por su tráfico y lo caro en relación a mis ingresos. Finalmente de Colima, es bien sabido (porque no dejo de quejarme) que el calor me tiene sometido de manera brutal.

Ningún lugar es perfecto, así como ni una persona lo es. ¿Qué puedo hacer? Hay mil recursos para no abandonar la calma, aunque creo que el asunto acá, viene desde adentro. Es importante aceptar que el conflicto existe, e ir proponiendo cambios que ayuden a que el entorno sea menos tóxico. Como en el trabajo, así en relación con las personas, los lugares y las cosas que me rodean. Sin caer en los excesos del controlador, pero trabajando en lo que se pueda mejorar. Con que la mejora sea pequeña, si se consigue, si eso ayuda a mejorar el estilo de vida, hay que hacerlo.



 ¿Qué es eso de estar durante la madrugada escribiendo?

Podría ser crítico, podría ser peor. Ha terminado un proyecto que me robaba el sueño, y aquí estoy, sufriendo los estragos consecuencia de lo mismo, hasta parece irónico cuando se lee de esa manera, no es un malentendido, simplemente es una ola de malas prácticas consecutivas, tengo que reordenar y priorizar.

Estoy en la primera de dos semanas que planeo tomarme, durante la cual, principalmente me enfocaré en recuperar mis horarios de sueño. Es cierto, no empecé de la mejor manera, y poner en tela de juicio mi capacidad de recuperación se lee hasta lógico, no voy a mentir; en mi mente había planeado a estar hora estar bien dormido. Qué más da.

La mayor ventaja que tengo por ahora es que puedo despertarme a medio día si es necesario, no hay juntas que atender a las ocho de la mañana. Además, agradezco poder aprovechar el fresco de la noche para avanzar en otros pendientes, ah sí, porque aunque uno de los proyectos está momentáneamente inactivo, me metí a un bootcamp (para aprender algo que me llama la atención) y sigo evaluando operaciones de cálculo en mi sistema, sí, de ese sistema hablo, el mismo que me provocó estar sufriendo actualmente, el mismo que hizo que el SAT me cobrara un monto mayor al esperado de impuestos este mes.

Mi plan con eso es lineal, saldar pendientes, incrementar las muestras y continuar explotándolo en lo que se pueda únicamente con recursos propios en riesgo. Según mis números estaría tocando el millón en beneficios en unos tres años. Aunque ya saben, hoy descubro una cosa, en una semana eso que descubrí fue copiado y perfeccionado por alguien más. Esto de la investigación lo único que deja, es el hambre constante por aprender nuevas cosas.

A veces es mejor revelar los sueños para que alguien más los aproveche a dejarlos morir en la cabeza, me ocurrió un número considerable de veces en el pasado y tengo la sensación de que seguirá ocurriéndome; eso no me preocupa, mientras tenga la oportunidad de producir y que las manos me sigan funcionando, incluso si es trabajando por mera supervivencia, es algo que no me aterra.

Vine aquí a escribir a más de un mes que lo hice por última vez, en aquel momento quería poner a andar maquinaria, me interesaba hacer algo distinto, pero me contuvo el compromiso laboral, las obligaciones agresivas llegaron al punto de volverse invasivas, estaba muy desorientado, desanimado, harto y agotado.

Hace años me inventé un idioma, lo utilizaba para nerdear. Ya saben, con reglas gramaticales, estructura, etimologías y distintos tipos de palabras. En mi ilusión, planeaba utilizar esa información en el futuro, cuando escribiera ciencia ficción, hasta ahora, el tiempo me va ganando. Las responsabilidades sociales que me fuerzan a ser un ciudadano de bien, son las mismas que me mantienen sometido. Más allá de la carencia económica y los límites intelectuales, se encuentra el hecho de que ser parte de esta gran maquinaria de producción que funciona a la orden del día me obliga inminentemente a reducir al mínimo la libertad creativa.

Soy un vivo ejemplo de que se puede ser continuamente miserable en medio del potencial desaprovechado; es claro que mis ideas de nada sirven a aquellos que rigen la opinión pública, que si no, ya habría salido del agujero hace mucho tiempo. En fin, solo diré que sigo jugando con los beneficios del tres y el once.



 A cualquier hora del día pude venir a colocar estas letras aquí, que si reordenar mi cabeza y prioridades, que un triunfo pequeñito al día a largo plazo supone un éxito. Miles de palabras, mera verborrea. Estuve meditando bastante durante la semana pasada en las decisiones que iba a tomar y cómo las llevaría a cabo, el propósito de "irme" jamás ha sido hacer sentir mal a mi familia, era simplemente encontrar un escape a algo que me tenía de una forma u otra cautivo.

Tras un largo y exhaustivo análisis en el que, las cartas en la mesa aseguran que es posible trabajar de manera remota en todo momento y si se diversifica lo suficiente, estar en fase de libertad financiera tal que permita la jubilación a plena mediana edad. Que dicho sea de paso, no es algo que busque para mi persona en absoluto (lo del retiro). El punto es, conseguir gran confort con suficiencia laboral y económica tal que no sea necesario para laborar, desplazarme a ningún edificio de cuatro paredes, con gente que ni me interesa.

¿Sociopatía? Lo dudo. Sino una especie de purga intelectual, porque las personas que nos rodean son legítimamente carentes de sentido común, seguidores de modas y falacias, coco-lavables con una frase que medianamente les repercuta, simplones y por decirlo menos, superfluos, arrogantes y pretenciosos. Buscando la vanagloria y alimentar el ego. Desagradable.

La mejor manera de combatir el vacuo exhibicionismo es distando y analizando, sin emisión de juicio, por mero afecto al prójimo. Porque realmente en su mayoría desconocen la causa de su afligir, pues se ven a sí mismos cual estandarte de la moral superior. Introspección aparte, cada quien produce desde lo que le tocó vivir.

Me reté a cambiar por el bien propio. Siempre con la intención de dar un poco de lo que tengo a otros con el fin servir de ayuda a que aquellos que probablemente se les atraviesen obstáculos y conflictos por el andar, haciéndolos más vulnerables, como en su momento fue mi caso. Agradecido estoy con la gente que me ha visto potencial, sin ellos, como siempre he dicho, sería incluso más minúsculo de lo que me considero.

Esta sección de caracteres recorriendo lentamente la pantalla mientras pienso y tecleo es la representación visual en una herramienta de consumo digital de un nuevo acuerdo que he hecho conmigo mismo, la reconciliación con mi mente y cuerpo suele ser un proceso lento y a veces doloroso, el recuperar estima es lo opuesto a un camino fácil de avanzar, pero aquí seguimos, reiteradamente.

Dicen que lo importante no es ver qué tan bajo caes, sino qué tan alto te levantas. Si en veinte años a partir de aquí he logrado una fracción de mis propósitos seré feliz y tendré la plenitud de haber hecho más de lo que se suponía era capaz con la mano que me tocó en el reparto inicial. Hoy en día veo eso y reconozco que al momento de colocar estas letras, sigo sorprendido de la trayectoria.



 Estaba haciendo limpieza de documentos en mi computadora, algunos de ellos llevaban ahí años almacenados. Realmente, aunque es una práctica habitual que tengo, ciertas cosas prefiero solo agruparlas y no tocarlas hasta que sea genuinamente necesario eliminarlas por aquello del espacio.

Entre eso me encontré conversaciones de cinco años atrás. Me resulta sorprendente leerme en ese tiempo y darme cuenta de todas las cosas que estaban mal en mí. Pésimo para comprender indirectas y demasiado ingenuo en general por lo que era muy fácil de manipularme. Recuerdo que me daba cuenta de las cosas pero conversacionalmente daba a entender que no (pues siempre he tenido la capacidad de ver más allá en las personas, sin prejuicios, pues estoy consciente de que ciertas características dependen de un montón de variables).

En fin, en ese "cuento", alguien de mi interés se ofrecía a ayudarme con la mudanza, me invitaba a pasar la tarde con ella viendo películas y un largo etcétera. Yo en mi literal manera de interpretar las cosas, haciéndome quizá más tonto de lo que debería u optando por respaldarme en el temor al contacto humano, sacaba las vueltas. Es decir, ¿por qué no querría pasar tiempo con la persona que claramente me provocaba atracción?

Aquí vienen un puñado de situaciones a colación. Reconocer las debilidades que poseo creo que ha sido parte de mi carta de presentación, pero aunado a eso, existía una fuerza intangible que me limitaba, ¿mi mente? ¿Mis ganas de sentirme cómodo conmigo antes de cualquier decisión? Me resulta incomprensible hasta el momento, pues viendo a la distancia, en ese entonces debería de haberme sentido mucho mejor que ahora.

¿A qué voy con lo que estoy escribiendo? La decepción, una constante. Exigirme tanto que quien me rodea pueda sentir incomodidad como consecuencia, pasar del interés al "no te voy a volver a hablar en mi vida" es algo doloroso. Y luego hay quienes te ven mal por no intentarlo mil, diez mil, cien mil o un millón de veces más. Sobra quien juzgue la incapacidad para empatizar. Me decía: "Lamento no haberte podido corresponder como tú quisieras", eso más que quemar por dentro, me obligaba a creer que el insuficiente era yo. Pues proyectamos nuestras inseguridades en otros. Y si ella sentía que yo no le daba el valor suficiente, seguramente era porque esa percepción tenía de mí.

En fin, los caminos en cuanto a tomas de decisiones no han sido sencillos. Los clásicos: "Quiero que estés presente", "amo tu amistad", "quiero que nunca te vayas", "me encanta convivir contigo" suelen desaparecer cuando la gente se aferra al autodesprecio. Y no lo digo por nadie en específico. Las mentiras, por ejemplo, son un claro ejemplo de esa característica: Pues cuando se miente para todo, se daña en automático la imagen y más temprano que tarde queda expuesta la verdad.

¿Pero se vale mentir? "Todos mienten", decía House. Las mentiras son un proceso de adaptación y evolución del ser humano, mentimos para sentirnos mejor, aceptados, reconocidos, estimados y capaces. Mentimos al solo hecho de aceptar creencias y mitos generalizados por contexto, entonces; en tales ejemplos podrían caer la economía, las tradiciones, la historia, las religiones y un interminable etcétera. 

¿Mentir nos vuelve malas personas? ¿Eso nos hace tóxicos y manipuladores? No necesariamente. Y no venimos aquí a lanzar piedras presumiendo falsa superioridad. Considero personalmente que aquellas mentiras que destruyen confianzas son las que deliberadamente se cometen con la intención de engañar. Aquellas con las que buscamos realzar u ocultar algo que en específico ya se nos ha sido señalado. Por ejemplo: ¿Qué tal tu mañana? En el supuesto de que el sujeto A haya visto al sujeto B en compañía del sujeto C. Y que la respuesta en cuestión sea: "Estuve en casa todo el tiempo." Ojo, aquí no estoy justificando esa clase de preguntas, ni siquiera considero que tengan que brindar respuesta a las mismas. 

Pero nada protege mejor a una persona que su honestidad para con los demás y consigo misma; pues al conocerle, sus allegados, no esperan que sea alguien perfecto o íntegro, solo le aceptan con cualidades y defectos. Deberle a alguien para luego alejarse, en un supuesto (aunque sabemos que a todos nos la han aplicado), irrumpe en el plano de la falta de respeto. Pues una deuda, como tal incumplida, no es más que una gran mentira. A mí personalmente me ha costado muchísimo respaldar mi palabra, me esfuerzo cada día por reconocer mis errores y devolver cada uno de los centavos con los que me he comprometido con otros con la finalidad de resarcir el daño causado. Pues tengo muy por encima mi amor y amistad hacia la gente que me brindó su confianza, que mi propio ego para aceptar que, por ejemplo: Me equivoqué en alguna cuenta.