Amo tener un lugar para escribir, amo tener dos lugares para escribir, tres, cuatro, cinco. En años anteriores, vaciaba mis pensamientos en pequeñas agendas o cuadernos; en el año actual, lo hago en cartas, en cuadernos, en agendas, aquí. No sé, siento que mis ideas están empezando a agarrar sentido y las palabras comienzar an funcionar en un plano más grande. Estoy muy agradecido con la vida, por todo lo que he aprendido.

Me ha llevado mucha energía llegar al día de hoy, ustedes no tienen idea de lo pesadas que se ponen las semanas cuando nos "obligan" a trabajar en días feriados o durante los fines que deberían ser de descanso. Uno llega desfalleciendo al final del turno, pues desde las siete u ocho de la mañana hay que estar clavados en el teléfono.

Admiro y a la vez me fastidia la manera en la que son adictos al trabajo algunos de los compañeros; los admiro porque me parece increíble que estén metidos en llamadas a media noche y al día siguiente a las ocho estén otra vez conectados, sin importar si es lunes o domingo. Pero me fastidian, porque sé que ganan bastante bien, y el enorme sacrificio que realizan se compensa con los ingresos que generan; cosa que honestamente no pasa igual conmigo.

O sea, no me va mal, por ahí no va la queja; pero mi sueldo no es equitativo a la cantidad de esfuerzo que me representa estar en decenas de llamadas a la semana; además es terrible, porque tengo capacidad de automatizarles bastantes flujos, pero no me dan permiso; porque hay que ajustarse a los gustos de los líderes en lugar de ser libres produciendo soluciones.

En resumen: Sí, estoy muy cansado y ahora mismo podría estar durmiendo; pero me he puesto tantos objetivos que quiero al menos terminar con un resultado de calificación aprobatoria (60% o más) al final del año y sentirme feliz de avanzar en todas las áreas que me propuse en tan poco tiempo.



 ¿Qué es esto? Escribir solo porque sí, porque puedo y se me da hacerlo. O por un compromiso mayor, como en ese caso. No quiero rendirme, no quiero sucumbir ante la ineptitud de ser incapaz de lograr mis propósitos. Es frustrante y se siente horrible.

Tengo un fastidio minúsculo porque escribí algo que quise convertir en ePub y no se almacenó como yo quería. Todavía no le sé bien a las herramientas que permiten editar ese tipo de productos literarios. Eso que escribí es un juego, tal cual, una burla o un trolleo que no he podido colocar acá porque simplemente no he encontrado suficiente información para generar el documento a mi gusto.

Y es que aunque vaya a ser una especie de broma, incluso eso debe de tener cierto nivel de calidad para ponerlo en línea. Porque no solo es cargar cosas por hacerlo (que también es difícil, por cierto).

Leer, escribir, consumir, producir. Todo eso son los básicos en las actividades que tengo en frente, y al cabo de segundos me doy cuenta que ya es media noche. Debería estar dormido de una vez, para iniciar la semana con energías suficientes.

Quería publicar algo más, no deseaba quedarme dormido sin haber puedo un elemento extra a lo que construí hoy. La cereza del pastel sería venir acá a tirar un par de líneas. Pero bueno, ya estoy cansado y tengo sueño, luego vengo a quejarme de lo horrible que fue esa película que vi hace rato: "Canta Y No Llores" y yo queriendo salirme chillando de la función: Pésima cámara como de tele, el audio de las canciones como reproducido por una grabadora, terribles actuaciones, desagradable hasta la producción, el guión vomitivo que ni se diga, toda la trama una cosa de lo más absurdo.



 Despertar el domingo temprano, por qué, por qué ese afán de no seguirse hasta un rato más, hasta que la mañana madure, hasta que el día se presente por completo. ¿Les ha pasado que se quedan sin nada para escribir? Ahora mismo me siento así.

Abrí el navegador, ingresé al sitio para escribir con intención de publicar algo, me distraje un minuto y fue todo, cuando regresé mi atención a la ventana del navegador con el procesador de textos, tenía en frente una representación subjetiva de lo que a veces ocurre en la vida; con los planes, con las ideas, con los proyectos, con los negocios, con el estudio, habiéndose esfumado de repente.

Un día despiertas, después de quinientos estudiando una carrera o siendo empleado de una compañía en la que realizas actividades repetitivas y te dices: ¿Qué está pasando? ¿Por qué no sé qué debo hacer? Es algo bastante raro, como si la falta de intención y motivación llegara a estancarte, a romper tus planes.

Hay mil cosas que anhelo, afortunadamente. Lamentablemente, algunas de ellas son costosas, otras no se pueden obtener bajo una decisión impulsiva momentanea, una más podría decirse que no estoy cien por ciento seguro de que sean legales así que mejor mantenerlas quietas, cosas amorales o perversas también pasan por mi mente.

En resumen, aquello que nos roba el sueño no necesariamente está delimitado por una determinación mayor, pues tal vez sea un pensamiento blanco invasivo robándonos la paz y carcomiéndonos el poco intelecto que todavía nos queda.



 A veces cambiar la perspectiva y considerar a los demás desde la óptica más empática nos hace darnos cuenta que dejamos de lado bastante por enfocarnos en sesgos, tanto propios como ajenos. Retomando el tema de cómo ha ido la semana, no me quejo, siento que estuve trabajando a un ritmo inferior a las anteriores y eso se refleja a la hora de ver los avances en cursos y herramientas de automatización generadas, ni modo, es parte del show.

Venía con un cansancio acumulado grosero y tenía que esforzarme en aquello que verdaderamente importa; es interesante ver cómo, a pesar de que le bajé al ritmo, de todas maneras avancé en áreas que no había considerado. Era escencial dejar de sobreexigirme con temas que están fuera de mis manos y de mi alcance y disponerme a trabajar con las cosas que tenía conmigo.

Por eso dejé en pausa algunos de mis propósitos, quité de en medio las tentaciones recurrentes y me concentré en resolver lo que más me aflige; voy en el camino correcto, aunque todavía falta un montón por recorrer, pero se siente rico darse cuenta que la dedicación otorga resultados.

Nos cuesta creer y entender que el amor más dificil de desarrollarse es el propio; y tendemos a recriminarlo como una especie de ego mal fundamentado. Obviamente es mal visto por una sociedad que esgrime el colectivismo como algo aspiracional el hecho de que nos enfrasquemos en el crecimiento personal al menos, en aquello que nos sea factible.

Ojito, que no con eso estoy argumentando que existe uno y exclusivamente un camino correcto hacia sentirse mejor y cambiar el "chip"; cada quien habla conforme le va en la feria y lo que a mí puede que me funcione a otros tal vez les resulte una completa y tremenda pérdida de tiempo; dejemos de tratar de procesar cualquier determinación desde una lógica binaria, pues el Universo funciona de múltiples e incomprensibles maneras.



 A muy pocas cosas le tengo miedo, he aprendido a superarlos lentamente, no soy inmune a los fracasos, pero ya no me provocan la pena que solían. Vengo a escribir acá de mis constantes desventuras por la única y exclusiva razón de que este lugar es todo mío, y puedo exagerar tanto cuanto pueda mis reacciones y acciones. Destruirme si así quiero en la ficción, mientras paso por un proceso de recuperación, terapia y cualquier herramienta necesaria.

Tal vez en un rato que regrese me ponga a escribir un poco más, y es que mi cabeza tiene demasiadas ideas contenidas, que las trato de diversificar y disipar con fines de mejora continua o con la finalidad de que no me consuman. Cualquiera de las dos es factible.

Pero no se trata únicamente de expresarse por hacerlo, a veces sí, en la privacidad de la introspección; de vez en cuando es bueno mostrar en qué se está trabajando y cómo van los resultados al momento, pero mostrárselos a uno mismo es más satisfactorio, sin que nadie más se entere, pues este tema es entre mi variante más productiva y la que lleva estancada sin hacer nada años.

Las cosas expuestas aquí, también me sirven de distractor, no crean que no; a veces asumo que son un foco, pero otras, ayudan a alejarme de cosas que no debería estar haciendo. O al menos no en mi cabeza, les diré que hay días que lo que ocurre en mi mente es un circo o un concierto, otras una biblioteca o una sala de spa. Puedo ser y he disfrutado de ser ambas versiones.

La acumulación de dudas es otra variante de las broncas que me ocurren; puedo con tal cosa, por qué habrá sucedido tal otra cosa, generalmente de manera nostálgica, enfocadas más de lo que quisiera en el pasado provocándome destellos temporales de tristeza y penas, pero hey, nadie acá es perfecto, o al menos eso se me ha dicho.



En Mi Mente

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 A muy pocas cosas le tengo miedo, he aprendido a superarlos lentamente, no soy inmune a los fracasos, pero ya no me provocan la pena que so...

 Ha sido una semana difícil, principalmente por el hecho de que tuve un montón de actividades que resolver, casi todas metido en casa. Pero lo dije, estaba consciente. Este asunto de reordenar las prioridades y pensar de una manera orientada a objetivos lineares sin la presión constante de avanzar en paralelo me ha permitido descansar de otras cosas que saturaban mi mente.

Puede que uno de mis más grandes defectos sea la percepción alterada de la realidad, tener ambiciones a pesar de las circunstancias es quizá algo que no debería estar ahí y suceder con fuerza en la manera que lo hace. La convicción de que "puedo conseguirlo" ha ido en más de una ocasión muy lejos en cuanto a expectativas realistas, justo es decir que alguna vez ha pegado el chicle.

Antes me enamoraba todo el tiempo, pensaba en lo hermosa que era la vida y las oportunidades estaban ahí al alcance de quien quisiera tomarlas o incluso luchar por ellas; hoy estoy consciente de que esas oportunidades se construyen y no son para todos, porque definitivamente van de la mano de entornos y personalidades destacadas con atributos que les hacen llamativos.

Vivir con los pies sobre la Tierra también es saludable, porque empiezas a descartar aquello que consideras que a ti no te motiva o influye; dejas de creer ciegamente en el exterior generalizado y confías en un grupo muy limitado de espefícicos. Sabes que la naturaleza tiene sus propias maneras de funcionar y que por mucho que te esmeres, no siempre habrá reconocimiento a tus acciones.

Aprendes que estar bien contigo debe ser la prioridad, porque si te encuentras mal dentro de ti, no importa cuánto lo intentes hacia afuera, proyectarás tus debilidades. Dicho lo anterior, las debilidades o defectos no son algo malo, creo que darnos cuenta de eso viene también como consecuencia de ir madurando. Aceptar aquello que nos vuelve únicos, los pies chuecos, las piernas flacas, la panza de camionero, los ojos bizcos, qué más da.

Hay atributos físicos que es imposible o requiere de una vocación inmensa dejarlos atrás, y la verdad es que estamos acá para disfrutar de quienes somos con quienes nos quieren tal cual, no para adaptarnos a los gustos específicos y exquisitos u opiniones de los demás. Tengamos tantito sentido común.

Y todo este proceso de volverme más simple y austero con mis propósitos, pensamientos y gustos, va de la mano también con aquello que quiero quiero construir ordenadamente. Hacia dónde quiero llegar y qué quiero lograr conmigo. Está bien hacer dinero, pero eso no es la base fundamental de lo que asumo como éxito personal; qué bueno sería que lo lograra, pero mis piensos van más allá de las cosas que me puedo comprar.

Deseo que mis vínculos relacionales sean fuertes y sinceros, invertir en utilidades y habilidades funcionales y duraderas, evitar dañar a otros y sentirme pleno conmigo mismo en todos los aspectos tanto internos como externos, asumir los sueños como partidas (las cuales a veces se ganan y a veces se pierden), andar cada uno de mis días restantes con agradecimiento y sentido.



 Tras una jornada de profunda meditación, en la que el cansancio se entrelazaba con el acto reflexivo, he revisado las medidas adoptadas en mi fiel cumplimiento de los compromisos asumidos con el calendario de propósitos. En este proceso de introspección, una verdad se ha desvelado con la claridad del alba: por un bien supremo, por la esencial salud, es imperativo poner en pausa estos esfuerzos.

Ahora, con renovado propósito, mi enfoque se reajusta hacia lo que verdaderamente importa: mejorar mi condición física. Esta prioridad se alza, imponente, sobre las demás, guiando mis pasos en un camino de bienestar y armonía personal.

Le dediqué innumerables horas a reflexionar sobre la idea, girando en torno a ella como si fuese un carrusel de pensamientos incesantes. En mi afán por ser productivo, intenté abordar varios proyectos en paralelo, creyendo que podría manejarlo todo sin titubear. Sin embargo, una verdad incómoda comenzó a emerger de las sombras de mi ambición: mi cuerpo no respondía con la energía y resistencia que mi mente exigía, agotándose rápidamente como una vela que arde por ambos extremos.

Esta revelación me llevó a una reflexión profunda, recordando ese adagio que resuena con la sabiduría de los antiguos: para tener una mente sana, es imprescindible contar con un cuerpo sano. La salud mental y física son dos caras de la misma moneda, intrínsecamente unidas en una danza delicada de equilibrio y armonía. Fue entonces cuando mi determinación cobró un nuevo impulso, un deseo ferviente de cambio nacido de la necesidad de alinear mi ser interior con mis aspiraciones exteriores.

Decidí, pues, que mi viaje hacia la construcción de mis sueños comenzaría con un paso fundamental: el compromiso con mi propio bienestar. Comprender que antes de edificar castillos en el aire o perseguir quimeras lejanas, debo fortalecer los cimientos sobre los que se sostiene mi existencia: mi salud, mi cuerpo, mi espíritu. Esta determinación, de efecto inmediato, se convirtió en el faro que guiaría mi camino hacia una versión mejorada de mí mismo.

Desde este nuevo amanecer, una moraleja se despliega ante mí, clara y resplandeciente como el sol de mediodía. La verdadera fuerza reside no en la capacidad de juzgar cuántas tareas podemos abarcar simultáneamente, sino en la sabiduría de reconocer nuestros límites y trabajar dentro de ellos para mejorar. No es la cantidad, sino la calidad de nuestros esfuerzos lo que forja el carácter y moldea el destino.

Por tanto, mi mensaje para aquellos que se encuentran en la encrucijada de sus propias ambiciones es este: no descuiden el templo en el que reside su alma. Cuiden su cuerpo con el mismo celo con que persiguen sus sueños, pues es en la salud y el bienestar donde encontramos la verdadera llave para desbloquear el potencial ilimitado que yace dentro de cada uno de nosotros. En este viaje hacia la mejora continua, recordemos que empezar por uno mismo no es un acto de egoísmo, sino el más puro acto de amor.



En Pausa

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 Tras una jornada de profunda meditación, en la que el cansancio se entrelazaba con el acto reflexivo, he revisado las medidas adoptadas en ...