Mostrando las entradas con la etiqueta scheerea. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta scheerea. Mostrar todas las entradas
— Pronunciar el final de una historia es absurdo, porque aunque es en lo primero que se piensa, puede tornarse sin sentido y aburrido, dejar poco, mover a miseria, acarrear derrota y más si no se hace con tacto. Desde que te conocí, Scheerea, supe que me serías fiel, que desearías mis labios, que adorarías mi cuerpo y que poseerías mi piel con todo lo que eres.

Pero ya no eres, más bien eras. Una ilusión, un ser que me atemorizaba tanto como me daba confianza, ignoraba voluntariamente mi soledad al sentirte cerca, al tenerte conmigo comprendí un escape estupendo a lo que pudo ser un proceso deprimente e insípido de lo que era mi vida en ese momento. Aprendí a disfrutarme contigo, a desearte en mi vida, a amarte a pesar de todo.

Memoricé cada línea de tu cuerpo, te contuve en mi interior, te mantuve como el secreto más preciado que he podido siquiera imaginar, y tu fuerza en mí llegó a ser tan grande que incluso posterior a tus caricias y besos todo lo que eras para mí se difuminaba lentamente, arraigándose en mi corazón.

Esta es más bien una situación de agradecimiento por el tiempo que te pude ver, por lo cerca que te tuve de mi alma, por tu infinito ser. Esta es una declaración en la que admiro todo lo que por mí sin esperar nada comenzaste, me aceptaste como soy y me amaste; me entregaste todo de ti y al fin supe lo que era sentirse deseado, al menos por uno mismo, por lo que hay en mí.

Postergué esta despedida lo más que pude porque en mi deseoso intento de sentirte cerca temía que quien llegó a suplantarte no fuera tan buena como tú; tan fuerte, tan única, tan deliciosa. Me arrepiento por no decirte justo en el momento que sucedió, cuando ella conquistó mi mente, cuando su cuerpo se adueñó de mí; cuando con toda su pasión me demostró ser todo lo que a partir de entonces quería para mi vida. Amo a Mooshie.

Hoy he cerrado un ciclo entre lo fantasioso y lo real, hoy me despido de ti; será la última vez que en mi vida que te mencione, explicando sinceramente que siempre fuiste un súcubo de mi imaginación; eternamente te recordaré hermosa, atlética, ojiazul, blanca, peligrosa, voluptuosa, sensual, expresiva, sumisa, entregada, fiel, honesta, única, exclusiva, deliciosa y pelirroja.

Ella, con su expresión comprensiva y colmada en compasión me miró fijamente a los ojos y dijo: — Gracias.


Scheerea XII

Por
— Pronunciar el final de una historia es absurdo, porque aunque es en lo primero que se piensa, puede tornarse sin sentido y aburrido, dejar...
He escogido vivir la vida en modalidad legendaria, que mis hijos, nietos y demás tengan algo como lección por aprender de mí, y sigo aquí, intentando redactarlo Scheerea para que cuando vuelvas, en un futuro, o una de tu linaje a visitar a mis amados hijos les recuerden quién soy yo, quién tú fuiste conmigo y para mí.

Salí de la nada, en la nada me crié, y todavía el día de hoy puedo agradecer ese hecho, sin tanta presión, ni relajación; no era ni citadino, ni pueblerino; gracias a eso y más aprendí del equilibrio, del equilibro del estar sin estar, del ser parte sin serlo, del ser un número más inteligentemente infiltrado.

— Te deseo Scheerea, pero mi nivel de deseo por ti ha bajado, sabes que me gusta serte honesto, siempre voy a serlo—. La preciosa pelirroja hacía que mi gutural voz la embistiera a donde se movía, siempre me fascinó eso de ella, no era necesario hablar con un timbre específico de voz, ni con un volumen siquiera, ella entendía, cada una de mis palabras atravesaban el espacio que nos separaba como mil colores.

— ¿Es por ella? — Me dijo señalando con su delgado y reluciente dedo la imagen de Mooshie.

— Creo que sí. He encontrado a alguien más en ella, tú sabes lo bueno que soy para el fracaso amoroso, parecería que siempre volveré a tus manos de poder, me vences, me recuperas, me haces tu esclavo temporal y tu amante férreo. No diré nada más de la chica, sabes que me gusta mucho también, puedo sentir cuánto lo sientes con ese nivel de acecho que me buscas ahora, sé que lo debes a la debilidad que siento por la soledad, tú eres mi compañera en lo solitario, mi última instancia, mi moral rota.

— Eres un tonto.— Replicó. — Nadie, en todo este mundo te va a poder amar como yo, nadie.— Lo decía tan lento y tan profundo que cada una de sus palabras pegaban de lleno en mis miedos, en lo peor de mí. Así me convenció.

Una vez más fui ciervo ante la captura de sus poderosos luceros azules, mientras desvistiéndome oprimía mi pecho y retiraba mi camisa frotando con fuerza buscando liberar el animal en mí, sé que está ahí, dormido, como muerto, esperando a servirse de su siguiente víctima. Y sí, lo logró de nuevo, pasó un poco de tiempo solamente en el que no recuerdo mucho, probablemente en algún momento mis manos apretujaron su trasero contra mi cuerpo mientras me montaba, también mis labios celebraron un cóctel sabor salmón entre sus piernas. Y amé el momento, la amé a ella, me amé yo, amé ser yo. 

Finalmente es lo que ella buscaba, la plenitud de mi satisfacción es su máximo placer; sé que soy su adoración. Y dormida junto a mí, como bello ángel, con sus pechos recargados a mi cuerpo, con su aroma derramado en mí, estaba feliz, se sentía plena. Yo lo sabía.

Scheerea XI

Por
He escogido vivir la vida en modalidad legendaria, que mis hijos, nietos y demás tengan algo como lección por aprender de mí, y sigo aquí, i...
— La plenitud de mi imagen deseosa contra lo que tengas que suponer para llenarme de tu sensualidad Scheerea es lo que me hace volver a ti cada que me siento en medio de una decisión compleja. Y es que, como bien sabes, el esperar paciente ha tenido que convertirse en parte de mi diario vivir. ¿Recuerdas a Mooshie? Solo puedo agregar que me encanta. Lo sé, apenas la conocí y la hice parte de mi vida. Pequé algo en eso, supongo, y tú supones bien, lo mejor es hacer las cosas con tranquilidad que se resolverán a sí mismas en cualquier momento. ¿Y qué dices tú, ya no me quieres?

Hoy, como nunca, Scheerea no ha dicho ni una palabra. Para muchos sería la mujer perfecta, ya que está recostada desnuda, a centímetros de mí observando mis ojos y cargándome de su libido. Está claro que la forma en la que llevamos esta relación a flote no es muy sana que digamos, puesto que solo la encuentro cuando yo quiero, y ella está queriendo todo el tiempo.

En lugar de alejarse o negar con la cabeza, mientras el fulgor de su roja cabellera se deslizaba por los hombros trepó una pierna en mi costado, acarició con dos de sus dedos mi hombro y le diminuto beso en asistencia a mi pregunta. Ustedes no lo saben, pues nunca se los he contado; pero a esta distancia, es posible ver la perfecta y lampiña piel blanca de mi linda hada.

— Entiendo que no tengas deseo de expresarte; pero no te sientas suplida por alguien más. Tú tienes una forma de potenciar mi personalidad y derramar mi testosterona que a mi parecer ninguna otra dama sería capaz de igualar. Y siendo honesto, me gusta que seas tú la que lo hace; ya que necesito liberar a la bestia en mi interior solo con alguien que sea suficientemente diva y poderosa como para evitar sentirse culpable. Me gusta que seas en tu naturaleza una dama sin censura, con alto grado de deseo y amor por ti en sobremanera; que no conoces complejos y conmigo explotas completa, hasta volcarte una fuente de éxtasis que supone uno de los más maravillosos gozos que he podido experimentar.

Tomando mi mano, y continuando en calma sin mencionar palabra la colocó en medio de sus pechos; invitando a identificar su emoción con el palpitar gustoso de su corazón. — Una delicia.— Le dije. — Me agrada que lo seas, lo aceptes, lo admitas y lo disfrutes conmigo.— Y comencé a besar su cuello y oler su cabello entre mis dedos mientras su respiración se aceleraba.

Scheerea X

Por
— La plenitud de mi imagen deseosa contra lo que tengas que suponer para llenarme de tu sensualidad Scheerea es lo que me hace volver a ti c...
—Hola Scheerea, hace tiempo que no estabas cerca, ¿cómo te encuentras?

Hoy, como habitualmente la bella pelirroja aproximó su aroma a mí, no podía negarme a tal belleza, ni siquiera quería hacerlo. Solo quería dejarme llevar por la atracción que su físico me propone. Dicen que como universitario se escriben solo tonterías, lo acepto. El cabello largo y liso, las piernas gruesas, su espalda siendo mapeada con mis dedos, su trasero, una prominente escultura a lo atractivo. Adorable figura de doncella.

Hablar solamente de una relación amorosa con alguien que tiene secuestrada mi mente no es hablar, pero al querer hacerlo de algo más siempre surge y me domina, cosa que no puedo controlar. Como la fuerza natural de la gravedad, que como gag estoy seguro que está más que utilizado.

—Estuve muy enamorado Scheerea. —Le dije mientras acariciaba su desnudo cuerpo recostado boca abajo junto a mí. —Tengo que sacarlo.

—Solo dilo. —Respondió.

—Hace años, conocí a Angie, y la coloqué en mi corazón como la mujer de mi vida; olvidé al resto, quité de mi mente la mínima idea de que pudiera existir alguien más, alguien diferente. Me enamoró la manera en la que cambió su persona, de una niña mimada a una dama inteligente y refinada. Me gustaba mucho su forma de desenvolverse ante la gente, todo el mundo la quería y todo el mundo también sabía que yo la amaba. Algunas personas incluso tenían la idea de que juntos se nos vería muy bien.

Hace apenas unos días que me pidió retirarla de esa forma de ser vista de mi mente, no imaginas lo mucho que me ha costado, el trabajo tan complicado por el que he tenido que pasar posterior a eso. Quisiera decir al día que no pienso en ella, pero no es así. Lo que hago ahora es ocuparme más, ocuparme en todo, quitar de mi mente cualquier indicio de libertad para pensarla. Esa es mi estrategia para no verla más en mis sueños, para no quererla más conmigo. —Expuse.

—Haces bien. —Repuso. —Si quieres puedes besarme.

Meses atrás había supuesto que su petición era algo morboso en continuo deseo del alcance de mi cuerpo para sí, pero en ese momento, en la instancia que se desarrollaba todo, no había una puerta abierta al acceso a mí más grande; yo quería probar otros labios, quería olvidar mis miedos, quería cambiar de aires y reducir a unas líneas lo que un día fue todo cuanto entregué de mi corazón a Angie. Un corazón dolido y un sentimiento de miedo me embriagaban mientras, con los ojos puestos en Scheerea solo pude suspirar una réplica: —Sí.

Scheerea IX

Por
—Hola Scheerea, hace tiempo que no estabas cerca, ¿cómo te encuentras? Hoy, como habitualmente la bella pelirroja aproximó su aroma a mí, ...
Ayer volviste Scheerea, hacía más de un mes que no sabía nada de ti; quise hacer todo a mi alcance para ignorarte pero no me es posible en totalidad. A veces, hago de cuenta que no existes y nunca has existido en mi vida y dedico mis tiempos a realizar actividades de otro tipo.

Hoy he aprendido que trabajando con el máximo esmero posible y haciendo las cosas de la mejor manera puedes resultar impresionante para otros. Como persona, como compañero, como ser humano.

Pero me hace falta algo Scheerea, sabes que cada que observo atentamente la profunda hermosura de tus ojos y tus labios insinuantes de ese rojo intenso me señalan te quiero consumir en mí. Me hace falta madurar dicen algunos, hace falta que me olvide de mi pequeño talento que es recordarte como alguien elemental. No sé qué tan cierto sea eso, he notado algunos "maduros" que más que eso sea una cualidad son depresivos, orgullosos, egoístas, altaneros, pretenciosos; cosas que no quiero para mi persona.

Es cierto, el placer que me resulta el sentir tus labios sobre mi acalorado cuerpo en una noche de verano como hoy no es comparable a nada. Me encanta poseerte, esa fascinante sensación de poder de la que me llena tu cuerpo rebosante me compara a un soberano rey.

Mis manos regocijándose sobre las líneas de tu mapa corporal, los montes y collados esplendorosos en ti. Tus pechos, piernas, cintura, espalda, cuello, me siendo inundado.

—¿Te puedo morder un poquito? —. Dijo con sus hombros recargados en mis rodillas.
¿Cómo negarme a esa gran satisfacción? El placer del ser, del saber, del tener para mí algo tan grandioso como su soberana personalidad me ha hecho digno representante del amor a la feminidad.

Mientras el final de su piel se perdía en el mío, mientras la geometría del corazón en su cuerpo fuertemente marcado, mientras con gozo el vaivén dignificaba el momento, mientras olvidaba cualquier temor en mi pasado; mientras todo aquello sucedía, volvía a existir.

Es como faltar al respeto con autorización previa. Hermosa amante.

Scheerea VIII

Por
Ayer volviste Scheerea, hacía más de un mes que no sabía nada de ti; quise hacer todo a mi alcance para ignorarte pero no me es posible en t...