Ironía

La palabra que aparenta una cosa y en realidad trata de mencionar otra. Una vez una chica me dijo que le parecía alguien irresistible; poco tiempo después esa chica dejó de hablarme. Una vez una mujer me dijo que siempre me tendría cerca de su vida, ahora simplemente no sé lo que le ha pasado. Una vez le confesé a alguien considerarlo mi mejor amigo, pasó casi un año desde la penúltima hasta la última vez que lo vi. Una vez una exnovia me dijo que siempre seríamos amigos, y me dejó de hablar posterior a eso durante ocho meses.

Así somos; decimos una cosa y hacemos otra. Mientras venía rumbo a la casa hoy pensaba en que la sociedad actual, además de mitómana, se califica con tres adjetivos que la hacen dar pena: Manipulable, previsible y estúpida.

Incontables ocasiones me he dado al uso de mis conocimientos sobre estas herramientas para conseguir que algo suceda conforme lo quiero o según sea mejor para mi futuro. Porque de qué me sirve un momento de placer y dicha cuando al cabo de un tiempo una persona no será capaz de compartir conmigo y, a decir verdad, denota demasiada inseguridad como consecuencia para mi gusto.

Y así, entre el asco que la gente me representa y la delicia de saber hacer marcas imborrables en otros, he conseguido ser de los que logran. Hay dos tipos de personas, me dijo un día un taxista, los martillos y los clavos. Así es, soy un martillo.

¿Y cómo es posible manipular reacciones con objetivos específicos? Lo diré contando una simple historia. Una vez una niñita (a la que considero casi de la familia), me confesó estar enamorada de mí, con un poco de tiempo a mi lado en una cita previamente construida en mi mente, la dejé más enamorada de mí, obteniendo simplemente el alimento para satisfacer mi ego del momento, para antes de llegarse la hora de separarnos, dejarle muy claro el hecho de que lo nuestro era una "imposibilidad".

Desde entonces no ha dejado de hacer de todo por agradarme, y que siga así, mi ego lo agradece; aunque sinceramente se lo dije, no es alguien para mí; de hecho no estamos hablando ni de mis gustos más modestos. ¿Y si se transforma y me sorprende un día? Por eso la gentileza debe de estar siempre presente.

¿Y si quiero que me quite de sus objetivos alguien que invade demasiado mi espacio, cuál es la manera más sencilla? Fácil, invadiendo, haciéndome la víctima, viéndome y tratándome como si no mereciera tanto... El plan es simple, así funciona la psique humana; mi máximo método de filtrar gente son mis textos, porque me doy cuenta que se los toman personales, dándose importancias y protagonismos que no merecen, y acabo por hacerlos a un lado.

Digamos que, si alguien es suficientemente inteligente para estar conmigo, entenderá y seguirá el consejo que le doy en un principio de no leerme; a menos claro que sea algo que yo mismo le pida de antemano que haga con respecto a algo específico (cosa que generalmente ocurriría en mi presencia para complementar los textos).

La vida está completamente llena de gente que no merece nuestros minutos; filtrar es un proceso natural que los seres humanos llevamos a cabo para continuar viviendo. Recuerden que la evolución siempre arranca de raíz los agentes improductivos; dicho de otra forma, el cavernícola que vivió es el que supo esconderse no el que hacía frente a todas las bestias.

No hay comentarios.

Publicar un comentario

Se agradecen tus comentarios.