Salvaje

Cuatro de la mañana y contando, una hora tendido con el cuerpo sumergido en excitación; en dónde se meten la tranquilidad y la calma cuando más las necesito; definitivamente el dolor y aporreo en el cuerpo no se compara con esta fuerza que aflige mi alma, este poderoso sentimiento por explotar.

Cuando vives una vida distante socialmente hablando para evitar herir mentes débiles y susceptibles, dependes mucho de la efusividad y actividades entre las que te desempeñas; detestas el fracaso, la insolencia, el drama y la falta de acción, porque necesitas en tu ser que esa chispa enérgica continue haciendo para evitar enloquecer.

No es dolor solamente, es la testosterona cargada en las venas la que quiere salir de ahí; sin miedo a ser lo que te vuelva feroz, lo que te controle, lo que domine la sobriedad de tu cerebro, esa la parte bestial de la que siempre hablas cual horroroso ser no quieres volver a dejar emanar de ti por protección de la piel ajena.

La salvaje alma del hombre no puede ser contenida o controlada fácilmente, resulta más simple encerrarlo y dejarlo pasar, que se tranquilice, que pierda la consciencia un rato, un par de horas quizá, que se relaje mientras con apasionadas letras desmenuza los minutos al claudicar.

No importa lo cansado que te encuentres, si te acostaste a dormir tarde o temprano, si estuviste o no cerca de alguien amado, no importa nada, solo que esa sensación de incontrolable deseo vuelve; y a su regreso trae consigo mayor intensidad que la última vez, y no sabes qué hacer, por lo que empiezas a divagar entre las opciones que tienes, y actúas...

Así inician los textos de extrañas categorías, los que están ligados a palabras y frases incomprensibles, los que han surgido por la simple necesidad de domar esta parte de mí que por mucho que la quiera ocultar sigue viva, vigorosa y está molesta.

Atrás quedaron los días en los que satisfacer ese fuego era cosa de adentrarme a la lectura enardecida; ahora, con toda esta energía encima, incluso durmiendo poco, los poros quieren más, mucho más; el despertar de la ansiedad no se esgrime ni evade, simplemente se deja ser, como tal, esta adicción podrá llamarse coloquialmente como gusten dependiendo la sociedad y la época, pero solo yo sé lo que es.

Del anonimato he tenido que aprender mucho solo para evitar el clamor ajeno en calidad publicitaria; puesto que nada es más importante para el que redacta que la supresión de la fama y la permanencia en una reconfortante área lúgubre; desde la oscuridad hasta lo sumo, esa fase ausenta continuas historias en mi potencial vivir.

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