Incomodidad

Como cuando pasan los días y las personas te demuestran su incomodidad a tu lado; como cuando el tiempo te hace quedar en ridículo cuando intentas ser buena persona; como cuando te das cuenta de que ya no se aproxima, ya no te sonríe, ya no se ve feliz al tenerte cerca, ya no causas la buena impresión que solías, como cuando todo se reduce a lo que tu memoria pueda procesar puesto que no hay presente más allá de lo que una vez hubiste imaginado; así es la vida, así el tiempo enseña a las personas a cambiar a fuerza.

O cambio de dirección en cuanto a la forma de enfrentar el mundo, o me espero a que la muerte me consuma y se acaben estos líos. Yo quisiera la libertad de aproximarme a él, de charlar y darle alegrías con mi presencia, quisiera poder ser alguien a quien le entusiasme ver, apreciarlo mientras se concentra, observarlo florecer.

Pero la vida conmigo ha sido una roca dura de partir; o mi cabeza es dura cual roca no quiere dejarse quebrar. El asunto es el mismo, mi sagacidad no da para más. Estoy en mis límites, era lo que tenía qué confesar; quería dejarle claro las cosas, la historia de mí, el por qué llegué a este punto, reconocer mis males y premiar mis buenos puntos, quería creer que podía conmigo, pero no, el furor en mí se queda conmigo hasta que sea alguien capaz.

¿Causé incomodidad? Tal vez sí. En lugar de producir he terminado quemando la buena tierra que solía ser, en lugar de hacer crecer he visto cómo se marchitan las bellas experiencias con el paso de los días; justo como se lo dije, lo sostengo: No tengo ni la fuerza ni la astucia para soportar su ausencia. Cada vez más lo comprendo, solo me queda lamentar mis debilidades mientras la veo alejarse.

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