Mesa

Una mesa, o un lugar para explayarme es lo que me gustaría tener. Es padre cuando experimento ese sentir mientras soportando un cuaderno en frente y una pluma entre mis dedos la imaginación se alienta, las letras fluyen y mi alma descansa sobre el extirpar de ideas continuo de mi cerebro.

Las apariencias engañan, las personas ocultan sus verdaderas intenciones y se enmascaran tras falsedad; a veces sonrientes y felices los escuchas —lo que escuchar, y no oír significa— y los observas —lo que observar, y no ver significa— y te das cuenta de la realidad. Me encanta escribir esas palabras: Realidad, honestidad, verdad, sinceridad. Trato toda mi vida de usarlas como bandera, aunque he fallado, vaya que sí, procuro que estén siempre presentes en mi actuar.

Ahora me cansa escribir en la laptop, se fatigan mis muñecas, me duele la cabeza y me da sueño, estoy volviendo a mi pasado. ¿Tengo que escribir mis males? Gracias al cielo todavía nadie limita lo que pongo aquí, solamente yo.

Ya no quiero estar aquí, hoy hice, mientras escribía en esa mesa, un listado de razones para distinguir entre lo que me detiene contra lo que me impulsa a moverme. Fueron al menos diez de cada columna. La decisión está pendiente, el mundo no tiene por qué saberla, porque al final mi mente hará la media, la estadística, la probabilística, hará todo lo que le corresponde para que la decisión sea cerebral en primer lugar.

Definí tres conceptos fundamentales con lo que un ser humano en la actualidad requiere para vivir; pues así lo escuché una vez: Vestido, techo y alimento. Lo demás es extra.

Quiero una vida austera, tenga o no dinero, quiero que mi excentricidad esté basada en mi capacidad de ser austero. No soy de esos que ponen sus ojos enteramente en las posesiones, aunque sí, hice un listado de cien objetos que quiero poseer antes de morir, y sí, algunos de esos objetos son bastante costosos. Lo complementé con uno de las cien actividades que quiero hacer antes de morir, posteriormente las publicaré aquí.

No son planes, no sé si se cumplan, no sé siquiera si despertaré mañana. Con eso en mente, con la idea de que parte de mí no merece existir, vivo en constante crecimiento, lucha y adversidad. Ayer me tomé las fotografías que me ponen un paso más cerca de la salida, me gustaría finalizar el ciclo que me ata a la escuela.

Las mesas pueden ser rígidas y las personas alrededor críticas mientras escribes. Haces como que tu existencia no depende ni indirectamente de ellos, aunque sí, así es, todo se conecta, desde el cielo hasta el subsuelo, todo está previamente planeado, incluso que yo esté aquí, junto a esta bonita pareja admirando su felicidad, merezco un golpe con un marro en el cerebro cuando pienso eso. Adiós.


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