¿Ahora?

No tengo ni idea, ¿me habré quedado sin sueños? ¿Sin ilusiones?
Estoy aquí, frente a mi computadora a punto de terminar un jueves de pocos avances en cuanto a mis proyectos personales y laborales, estoy muy feliz por mi vida, por lo que he podido recibir estos últimos días, me enamoré, me enamoré sinceramente de una persona maravillosa, alguien que me ha hecho entender bellezas en simples lugares y situaciones que merecen ser bien valoradas.

Pero no todo es amor, no todo es bondad, no todo es belleza, no todo es dulzura; el mundo está repleto de ideas, de personas que buscan de menos a más, de quienes quieren cambiarlo todo, para bien hacerlo. Me considero uno de esos, uno de los que revolucionan lo que son cada día, lo que significa el existir en un lugar y momento justo; creo en las circunstancias, en el destino, en las cosas preestablecidas.

Tengo que decirlo tal y como ocurre: Creo en Dios.

Habrá quizá mil ateos que me tiren en cara las razones por las que mi opinión para ellos no tiene sentido, ni científica ni lógicamente, lo cierto es que no me interesa alegarles, no me interesa convencerles para que crean que mis ideales son los reales, creo que Dios a quien quiere usa y él mismo selecciona, en esa perspectiva de vida considero a Dios.

Pedir todo el tiempo cosas imposibles, compañías, sueños, ilusiones... Vuelvo al punto al inicio, creo que cada persona es libre de ilusionarse con lo que quiera, de enamorarse, de soñar, de vivir en torno a conseguir esa que para él es "necesidad", pero el estar aquí, ¿a costa de qué sucede?

Entonces soy de los que miran todo el tiempo en el pasado para descubrir lo que el futuro puede deparar, soy de los que viven un presente real y sin perjuicios, un presente en el que el hacer, el actuar, es la principal nota calificativa.

Para muchos puedo ser un loco, para otros tal vez fanático, probablemente sea un impertinente, y otro rollo de adjetivos que al final de mí no dicen nada. Los insultos no son nada, las cosas con las que alguien más hable de mí tampoco. Lo que soy es lo que de mí creo, eso soy.

¿Y si quiero creer que soy alguien para y de Dios? Déjenme, ¿o acaso el ateísmo ataca y juzga de fanático a quien tiene convicciones sin saberse en la misma posición cuando en sentido contrario es afectado?

Yo no soy así, no juzgo, no me juzguen. Gracias.

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