Carlos

Aunque he escrito cientos de textos para definir parte de lo que soy, de lo que me gusta y lo que quiero, algunos de mis más profundos y oscuros secretos siguen guardados, otros no les veo conveniente ser revelados; vivir en los suburbios, producir más de cincuenta mil pesos mensuales y continuar con vida austera, durmiendo en el suelo desnudo y sin tapar, beber solo agua, andar descalzo, son parte de las excentricidades que pocos o nadie entendería de mí. ¿Y qué si Diógenes de Sinope (el cínico) me invadió con su enseñanza?

Es el amor, la terrible tensión sexual lo que no me deja en paz, lo que no me permite sentir calma de una vez por todas; es tener a alguien que entienda que lo que los demás ven no es lo que en realidad existe, que el producto de la felicidad no son los viajes que podamos hacer, ni la cantidad de grados académicos o ingresos económicos que podamos lograr en la vida, ni siquiera los kilos que a fuerza podamos levantar, las fotografías y evidencias que podamos captar, ni la cantidad y calidad de eventos a los que asistamos, o el mínimo porcentaje de grasa corporal en nosotros, tampoco lo es tener uno, dos o más hijos, la felicidad no se encuentra en la cantidad de conocimiento o sabiduría almacenadas, ni en el mérito que el trabajo te retribuya, no está en encontrar a la persona perfecta, porque no existe, no se encuentra en comer bien, en ser atractivo, ser poderoso, tener gente a tu cargo, que tus manos sean cual Midas y todo lo que toquen lo vuelvan oro. La felicidad es intangible.

Hace seis años que me encuentro sumergido en una soledad inmensa, y en particular punto de vista inmerecida, hace seis años que nadie me ama, nadie me abraza de verdad, nadie me cubre de besos, nadie me espera, nadie me llora, nadie me busca. Hace seis años que dejé de creer en mí mismo y empecé a hacer lo que a los hombres les agrada, a conseguir méritos humanos que exaltan lo visible, pero en el interior me seguía desmoronando. Sí, consciente de que esos pequeños detalles que todos valoran podrían traerme beneficios, y claro, paciente ante el hecho de seguir esperando por quien pudiera quedarse, entender y amar aquello que yo más valoro en mí, mi humanidad.

Alguien que busque mis labios por las mañanas al despertar y que me hunda en la calidez de su hermoso cuerpo antes de dormir, alguien que agradezca junto a mí las bondades de vivir, que me invite a seguir invirtiendo en construir más, a evolucionar interna y externamente, a no dudar. Alguien que sentada en mis piernas haga que olvide cada una de las cientos de veces que he sido rechazado por ser sincero, por ser real, por ser honesto, por ser bueno. Alguien que permita liberar a la versión incontrolable de mí, a mi monstruoso yo, y sea mi heroína al saciarme, al seducirme, al acariciarme, al absorberme, al contenerme.

Los dolores inician, cada vez estoy más viejo, para los superficiales valgo menos, para los otros es imposible comprenderme; alejado de vicios, ajeno a maldad, ¿quién soy, por qué soy así? Quisiera que fueran respuestas que yo mismo pudiera encontrar, no estaría aquí redactando para todos, no me iría cada que puedo a arrinconarme a llorar por mi falta de valor, por no tener lo que quiero, por todo el dolor interno, por no sentirme pleno antes de morir.

¿Y Dios? ¿Qué papel fundamental ha jugado en este asunto? Ha sido particular protagónico, pues siempre que le he pedido algo me lo ha retrasado de tal forma que llegue únicamente después de que he dejado de desearlo, anhelarlo, buscarlo, quererlo; así en el dinero, así en la carrera, así en la pérdida de peso, así en todo cuanto he querido en la vida. El problema es que no he podido, al menos desde hace seis años, dejar de un solo día pensar en eso, en la pasión y el amor, en la satisfacción y sensualidad, en el precioso cuerpo que una mujer desnuda supone, en la carnalidad y coquetería, en la compañera de vida.

Y en vista del constante fracaso sufro, y mi pena crece; y recuerdo cómo es que nadie me ama, cómo es que soy al que nadie merece, soy el amante de letras desde un solo punto de vista de la ecuación, pues más son mi razón de despertar y mantenerme en vela que lo que ellas puedan darme a mí, que hasta ahora no ha sido absolutamente nada; no he encontrado un solo beneficio en escribir, no he sacado un solo centavo de hacerlo, no he logrado un simple premio en el camino. Igual que todo lo que me gusta, todo lo que amo, todo lo que me fascina, se vuelven contra mí y me hacen quedar en ridículo, me hacen terminar amistades, me hacen perder cualquier capacidad admirable y quedar como soberbio, pedante, grosero, bruto, idiota.

Entonces se pierden todos mis posibles atributos, se quedan en el paso de los días, y aquellos que me consideraban una persona formidable, alguien que podría ser fácilmente un líder por sus capacidades innatas, por la gracia, por la elocuencia y la prudencia, por su sobriedad y funcionalidades; esa gente me abandona, se fastidian de mí creyendo que me he vuelto incompetente, pretencioso, egocéntrico, fatuo, afanoso. Si solo pudieran sostener mi corazón en sus manos y ver a través de mis ojos entenderían lo equivocados que están al juzgarme de esa manera.

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