Linux

Una vez más, el sistema operativo abierto ha venido a salvar la casa; resulta que de un día para otro mi mágica computadora con Win8 se alentó tanto que colapsó, inmediatamente a eso, el posterior inicio fue un fastidio, jamás terminó de suceder. El asunto es que el sistema habría sufrido  un terrible daño del cual no pudo recuperarse, y ¿qué es lo malo de todo lo anterior? Prácticamente nada, he perdido las pruebas y avances de mi tesis, han desaparecido montones de imágenes y archivos personales en el limbo. Estoy triste, sí, más porque algunas de esas cosas jamás las respaldé, porque estuve a punto de comprar un disco duro externo el cual, por meras cuestiones de dinero no pude adquirir a tiempo.

En fin, se va el disco duro y con él todo lo que no pude almacenar en alguna nube o memoria externa; mi preocupación más grande es la de darme cuenta que, con todo eso se van sueños e ilusiones escritas levemente entre mis memorias más profundas, descanse en paz mi querido disco duro, probablemente algún día, al igual que otros que han quedado inservibles en el pasado podré recuperarlo.

¿Qué voy a hacer ahora? Ni idea, empezar de nuevo, yo creo. Al fin que lo mío es llenar discos duros y dejarlos inútiles.

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