Medias

Tienes media hora para decir que me amas, tienes media hora para comprender mi historia, para ser parte de mi tiempo y mi vida, para convertirte en la mayor gloria, en lo que hay para mí, en lo que será un punto maravilloso de lo que mi existencia ha escrito; escribiendo por amor a hacerlo, con bondad a todos; "quiero mi libertad", haz dicho, y lo repites con intención de no ser capturada por nadie, ni por el tiempo, ni por el amor de otro, ni por el nivel de algo.

La libertad al paso de los años en los pueblo y naciones está escrita con sangre, y libres, por mucho que queramos vernos jamás llegaremos a serlo. Pues somos parte de una institución universal, una jerarquía invisible, una sociedad insaciable alimentándose de nuestro trabajo, de nuestras vidas, de nuestro amor a los artículos.

Somos inactivos en nuestra actividad, involuntarios en nuestra voluntad de ser libres, sí, así es, duele saber que es cierto pero lo es, somos víctimas con el paso de nuestras vidas en el planeta entregadas poco a poco en manos de orgullosos millonarios que lo único que quieren de nosotros es nuestra fuerza bruta, la actividad de nuestros dedos, de nuestras manos, nuestras mentes, nuestra voluntad dominada, ¿el problema existe?

Sí, el problema existe, es real, somos libres a medias, pero lo que vamos a hacer es un pacto importante, un pacto de amor, de relación mutua. ¿Y cómo lo hacemos? Viendo a nuestros semejantes tan o más valiosos que nosotros mismos y haciendo lo posible por acreditarles la bondad que significativamente comparten con nosotros, porque en el mundo no todos somos malos, no todos somos escoria, no todos asesinamos; muchos, la inmensa mayoría al igual que tú y yo escribimos y describimos la vida a nuestra lamentable percepción. Y amamos, amamos con ganas de vivir.

Hay malas actitudes en las personas, en algunas cuantas, como la apatía y el escepticismo que les evita ver más allá de un metro de sus ojos, ignoran a propósito la maldad, el control, la sumisión, el orgullo, la vanagloria, el poder, la deshonra, el dolor, el pánico, la muerte, la conmoción, y no sufren la tristeza ajena, ni siquiera quieren sufrir la propia, porque se dicen espléndidos, se dicen únicos, se creen eso que no son.

Me quedan quince minutos, quince minutos para convencerte de que no eres tan libre por mucho que lo presumas, por mucho que lo busques, y que la mejor libertad es saberte dependiente de una mano más poderosa que la que gobierna con dureza, con malicia y con desprecio. Es una mano proveniente de lo alto, que es capaz de contener tus peores males y transformar tu vida, comprender tus penas, ayudar a que las cosas sean diferentes para bien, mejores.

Estoy aquí redactando sin cuidado, con errores en mi texto, suplicante con mi texto al vuelo, quiero distinguir lo mucho que te admiro por leerme solamente, por detenerte a recapacitar en cada frase, en cada contexto, en cada concepto que utilizo en mi explicación, en la justificación de mis actos, en la relación del tiempo con el cuidado de mis letras para ti, y el miedo que debe de existir a lo que los ojos sobre el mundo opinen, y no es que me interese mucho, pero me aterra pensar en eso un poco, sí, me aterra.

No soy avaro, no soy monstruoso, no soy idólatra, no soy aniquilador de mentes; cada uno conforme a su propio criterio puede poner en tela de juicio las letras aquí redactadas y darse cuenta que ellas todas en su conjunto hacen un reflejo de mi personalidad, con malestares y abundantes bendiciones, con partes difíciles, sí, pero con muchísimo amor.

Amor al prójimo, amor filio; amor a la belleza, amor eros; amor verdadero...

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