Anormales
De esas veces que caminando por la vida resultas insufrible e insuficiente a ti mismo, reprochando cada instancia y precepto y simultáneamente viéndote como un haragán social que no merece nada más para sí que la desdicha de andar en rotunda soledad.
Simplificas tus bondades y reduces tus virtudes,
cosas que empezaron como un logro ahora son vicisitudes.
Desfalleces ante el hecho de saberte superado,
hoy no hay alguien que te quiera ni siquiera a su lado.
Si fuera la cruz a cargar no sería tan horrendo,
pero es como quieren que lo veas,
que te fíes para matarte,
que te agotes para hundirte
y como a un bicho pisotearte.
Simplificas tus bondades y reduces tus virtudes,
cosas que empezaron como un logro ahora son vicisitudes.
Desfalleces ante el hecho de saberte superado,
hoy no hay alguien que te quiera ni siquiera a su lado.
Si fuera la cruz a cargar no sería tan horrendo,
pero es como quieren que lo veas,
que te fíes para matarte,
que te agotes para hundirte
y como a un bicho pisotearte.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
No hay comentarios.
Publicar un comentario
Se agradecen tus comentarios.