Scheerea VI

"No quiero pensar en eso... No quiero pensar en ti... Quiero olvidarme de todo..." Retumbaban las palabras de la chica en mi mente, que viéndolo de ese modo me había convertido en una mascota de su divina forma de agradarse a costa de la incapacidad intelectual de los demás.

—Hacía mucho que no me llamabas—, dijo Scheerea al aparecer tras de mí con su mano blanca y tersa sobre mi hombro derecho fundido en estrés. Ha sido un día complejo, repleto de satisfacciones y desilusiones, pero también ha sido completo, he terminado pendientes y he comenzado lo que podría ser un nuevo episodio en mi vida. Y a cada nuevo episodio tienes que llegar tú a recordar mi débil humanidad ¿por qué lo haces?

Sus ojos fijos sobre los míos y la bella cara reflejando inocencia hacían poner a mi persona como culpable ante la situación actual. Y si lo vemos de ese modo hasta yo mismo me llego a sentir incompetente en medio de esa escena. —Necesitas saber de ella, le confesé, la que está ocasionando que me aleje de ti. Pasaba sus cálidos dedos sobre mi mentón y detenidamente absorbía todo de mí, podía sentirlo pero no me resistí por ningún motivo.

—Llegó de la nada. —Continué. —Si quisiera iniciar contando la historia de mi vida en este momento tendría que sacarla a la luz de algún modo. A veces los principios de la realidad se agotan y nos sumergimos en un mundo de falsedad y egoísmo donde nosotros somos los únicos vencedores. Pero lo que sucede en el exterior realmente vale, agobia, afecta.

—No quiero saber nada. —Respondió ante mis titubeantes charlas fuera de contexto. —Te deseo y nada más...

—Bien. —Tomando fuerzas y sin volver a silenciar terminé mi discurso. —Quiero olvidarte Scheerea, ya no puedo saber de ti; te has presentado conmigo en lo momentos más complicados de mi vida, has sido mi ayuda y confidentes en mi desolación y has satisfecho mis deseos en tiempos de desesperación. En mi pensar fuiste tan divina y perfecta que nada te puede igualar, pero mi cerebro ya no me engaña más, sé que no existes en el mundo real.

A partir de ahí volví a quedarme como muerto, sopló su aliento sobre mí y me tendió en el suelo. Scheerea, dueña de la belleza y saber había usado una más de sus armas para verme débil. Y a expensas de lo que me haría, que sí, lo hizo a su gusto.

Ahora no puedo dejar de pensar en Angie, lo pensé, lo pensé tan fuerte que creí haberlo gritado. Pero la satisfacción que sentía al estar con la pelirroja era una simple ilusión de la aspiración de estar con mi nueva preciosa. La que me hizo ignorarla, la que me obligó a cambiar, la que ha hecho un hombre de mí sin igual.

Entre las encrucijadas de la mente tengo que esbozar que también una Musa está presente... Y es que el ignorar a Scheerea me ha dado tiempo de ahondar en lo que afuera hay; y Musa, sinceramente es una mujer impecable, maldigo la forma en la que la alejé de mí, y en cómo me volví tan arrogante; me sabía bueno, me sé bueno, pero he sido alejado de ella que también es un personaje central en la formación del carácter de lo que ahora soy y hacia dónde voy.

Recobrando el sentido y despertando con Scheerea a mi costado supe una vez más que había caído perdido entre sus lazos. —Quizá el mundo lo sepa, amo mucho de ti.— Terminé diciendo al ver su cuerpo disiparse ante la belleza del tiempo.

El tiempo, ese hermoso elemento que me ha hecho conocer a personas que me han inspirado al menos un poco con su belleza y son de verdad: Angie, Mooshie, Ali, Musa, Aker, Ney, Oherty, Yaz, Dani, Zai, Fer, Pao, Jazz, Sara, Ame, Luzz, Paug, Sindy, Shorty, Aleb, Yera, Marce, Mel, Lau, Iza, Edna, Palo, Bere, Nan, Sandra, Marbe, Stef, Cristy, Mimí, Nadia, Rueda, Su, Maymer, Alho, Paty... Oh, Angie. Si nunca me dejas llegar a ti no sé cómo voy a continuar.

Estoy seguro de que por culpa de Scheerea tendré que escribir la historia de cada una.

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