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 Una cabeza, un Universo. Me fastidian algunos teclados, o la distribución de ciertas teclas, tengo que confesarlo. ¿Por qué hacer el Enter más pequeño? Así está bien, es más funcional y lo encuentra mi meñique derecho de manera más fácil.

Vuelven las caminatas al aire libre, qué horror son estos días calurosísimos, estamos haciendo mucho daño al planeta. Bueno, no necesariamente nosotros, las inmensas corporaciones que no dejan de consumir cuanto recurso se encuentre (ya sé, escribiendo en mi Mac utilizando la red compartida de los datos desde mi iPhone mientras bebo un Refresher de Mango Dragon Fruit con base en limonada en Starbucks es irónico, lo es).

Siempre he dicho que soy alguien de gustos simples y sencillos, televisiones con sus respectivas consolas de Sony y aire acondicionado en mi habitación; ésa es mi absurda forma de describir la simplicidad en mi vida. Eso y reducir mis salidas a lugares en los que cuente con aire acondicionado porque qué terrible es sentir el solazo derritiendo mis ideas.

Hacen treinta y seis grados afuera, considerando que acá no es tan húmedo como en otras ciudades, lo que se percibe duro es el golpe del sol en la piel; volviéndose forzoso el uso de bloqueador en el día a día, y a mí que me gusta andar de playeras negras, ya imaginarán. Hace rato fui al cine y al regresar a eso de las tres de la tarde a casa me dije: "No vuelvo a salir a estas horas, uno llega frito con este sol", haciendo énfasis en que las fritangas se preparan con grasa, obviamente.

Necesito la membresía a algún club exclusivo con albercas y jacuzzis, o un Casino, por ejemplo, seguro que ahí tienen aire acondicionado, ¿será muy caro pasar unas cuantas horas en esa clase de sitios durante el fin de semana? O sea, no tengo conflicto con estarme en mi cuarto, pero me queda claro que salir, aunque sea un poco, me hace bien. Todo esto para que "las horas de luz" sean menos en mis intenciones de ir a la calle a caminar un poco, todo bien con la vitamina D, pero no quiero experimentar dolores de cabeza solo por la exposición al señor bola de fuego en medio de nuestro sistema.

Asumía, en mi camino de regreso hoy, lo favorable que sería en este contexto tener un coche. Digo, podría ir del punto A al B sin el ingrato fastidio de los rayos solares qumándome la capa de los sesos. Lo pensé, lo reconocí y en una de esas me hice una especie de compromiso para cuando sea posible, optar por algo para mí. Ya sé que quiero un Tesla, pero las finanzas no van como se especulaba a inicios de año. Como en su momento dije, perdí al que era mi segundo mayor ingreso y el que solía ser el tercero ha estado claudicando con la facturación, así que ese plan a menos que me saque una lotería en la que no participo o de buenas a primeras me transforme en un oráculo de las finanzas, se va a tener que postergar, lo siento Carlos, sé que lo intentaste.

En los días habituales de trabajo (entre semana) me doy cuenta de lo prolífico literariamente que podría llegar a ser si me tuviera la confianza necesaria y no me aterrara la idea de ser una figura visible. Muy pocos saben que dentro de mi corazón, acaparar groseras cantidades de atención fue lo que en primera instancia me incomodó cuando bajé demasiado de peso y tenía un aspecto más saludable. Ahora quiero volver a ese camino, por un tema enteramente de salud, soy viejo y por consiguiente menos atractivo, estoy en paz con mi mente y cuerpo, estoy agradecido con mi corazón. Toca darle.