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 En algún punto de de la vida pasé de considerar "viajar" como algo aspiracional a lo que solo personas con ciertos presupuestos acceden; a algo agotador, sobrevalorado, tedioso y en ocasiones muy poco enriquecedor. No me malentiendan, viajar es un goce en términos generales, y conocer nuevos lugares es una experiencia única que puede ayudarnos a reconectar, pero hacerlo como mero trámite para dar una "impresión" es de hueva.

Y precisamente ese es mi punto, cuestionar aquello que nos venden como sofisticación cuando al final lo único que hace, la mayoría de gente al viajar, es alimentar su propio ego. Desde esa perspectiva entonces, son capaces de tolerar horas de pie en una fila, desvelados, sufrir amontonamientos, aromas desagradables y un sinnúmero de incomodidades, solamente para poder publicar en redes: "hey, ando de viaje". Ridículos.

Por otro lado, cuando te encuentras sumido en la obligación de viajar porque por ejemplo estás lejos de tu familia, tienes que cerrar algún negocio o simple tramitología, se cae el teatrito. Ahí descubres lo repugnante que la experiencia de viajar puede llegar a ser. Y cómo es que se ha romantizado el tomar un vuelo en dirección al destino de tus ilusiones.

Pero reitero, eso es un tema que tiene mucho que ver con el cambio de perspectiva. Por ejemplo, recién en mi viaje a Oaxaca, que fue meramente para disfrute, sentí que aprendí bastante, me pareció interesante conocer cómo viven por allá, tanto en la ciudad, como en la sierra y en la playa, y sin embargo si me dicen: "Ir a Oaxaca es lo máximo", pues bueno, particularmente no encontré algo que me hiciera asumir esa postura, eso no quiere decir que la haya pasado mal, para nada. La gente es muy buena onda, me dio un aire bastante parecido a mi lugar de origen en general, pero no noté algo que particularmente a mí me enamorara.

En resumen, creo que viajar depende mucho de la persona, si está cumpliendo un sueño al hacerlo, si tiene la disposición de los tiempos y horarios, además de buenas herramientas logísticas, probablemente eso sea una situación excelente; pero caemos en un vicio, porque viajar así sería hacerlo dentro de una burbuja, a través de la que llegas al lugar de destino y te vas sin haber experimentado realmente qué es estar ahí.

Así como con los viajes, la gente pone sus ojos en cosas banales que a largo plazo tal vez les resulten no ser tan satisfactorias como en su mente cuando las visualizaron: Trabajar en una oficina con aire acondicionado y horario flexible, poseer prendas de ciertas marcas, vivir en tal zona de la ciudad, transportarse en autos de lujo, tener montones de seguidores como audiencia, habitar una casa enorme con alberca y servidumbre, volverse millonario, estar con la pareja de tus sueños, tener cuerpo de deidad griega, visitar los mejores eventos y restaurantes, presumir constante crecimiento personal o espiritual, estudiar en universidades de élite, tener todo el tiempo libre del mundo, lo último en tecnología, y muchísimas cuestiones más.

Cuando, si lo analizamos detenidamente, una gran cantidad de personas que logran ciertas cosas, a menudo se dan de bruces contra la realidad, descubriendo que verdaderamente lo que estaban buscando y catalogando como un diferenciador, no es más que otra categoría en el mismo contexto vacío, efímero e insignificante más allá de lo que ellos mismos asumen. 

Porque en efecto, es nuestra mente la que juega con nosotros y la que dice que: La mejor amante es aquella que tiene un cuerpo formidable –cuando quien sabe si eso sea siquiera cierto, aunque es por mera probabilidad potencialmente improbable–; o que tener dinero nos va a dar una vida más llevadera –que por el contrario, como regla, a mayores ingresos mayores egresos y con ello, más variabilidad que complica la existencia misma–; y así, a cada postura aspiracionista que pueda ocurrirse, habrá una respuesta suficientemente poderosa para revocar dicho argumento. 

Dicho sea de paso, para cerrar lo anterior, solo me resta decirte que tú puedes soñar con lo que quieras, visualizarte en el lugar y con las personas que tú anheles; que definitivamente me daría un montón de gusto enterarme que logras tus objetivos, solo quiero recomendarte que por mucho que hagas, a donde sea que llegues, no te olvides de mantener los pies firmes.