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 Hoy amanecí con prácticamente nulas ganas de hacer cualquier cosa, y es que, ayer me costó trabajo dormir; no me desvelé, lo que se dice desvelarme, pero la sufrí. Entre ayer y hoy, le he bajado un poco al ritmo de rutina que venía siguiendo, y eso se nota. Uno se cansa, se fastidia, se frustra, se abruma, se disipa.

Sin embargo, tengo planes para mañana, por eso mismo el día de hoy lo dejaré como un día en el que las cosas ocurran más calmadas; sin estresarme o fatigarme. Dándole el peso necesario únicamente a lo importante. Hoy toca ser feliz, no tomarse nada en serio y agradecer por lo poquito que se ha conseguido.

Algo que me ocurre cuando me cuesta trabajo dormir o me desvelo, es que en ese rato me pongo a producir o planear asuntos; como si sintiera culpa por solo estar ahí, existiendo sin funcionar, definitivamente tengo que darle más derecho a la pereza sobre ciertas circunstancias en mi vida; digo, las cosas van un poco mejor que hace cuatro años, y eso ya es algo para celebrar.

Me caí o me dejé caer por miedo a no saber qué seguía, pero lo cierto es que nunca lo sabré. Porque lo que hoy pueda parecerme algo resistente y funcional, algo que me lleve a lugares mejores, mañana simplemente no está o se rompe, se destruye y se acaba. El contexto y entorno son tan efímeros e insignificantes que una mala decisión, un movimiento equivocado y acabamos en la calle sin nada, despedazados.

Llegado a este punto, el existencialismo se vuelve más una necesidad básica que una filosofía de vida; es bien fácil asumir circunstancias y caminos cuando te han tocado las primicias, pero darnos cuenta de que la realidad es incierta y que cada cual responde a una serie de decisiones (la mayoría tomadas desde las vísceras) representa un cambio muy potente en cómo apreciamos a los demás.

Quizá no se entienda bien lo que estoy tratando de decir acá, pero mi intención es simple: Acuérdate de los que te rodean, porque hoy estás en un lugar donde mañana tal vez ya no. Porque estamos a un bote de canica de distancia de cometer actos indebidos, y el autocontrol es clave en el diario vivir.

Los "eventos canónicos" van a ocurrir, tus héroes se van a caer, las figuras que idealizas van a tirarte de bruces al piso, la gente que amas te va a romper el corazón, tu animal favorito se va a extinguir, llegarán enfermedades y dolencias, la realidad te va a quebrar más de una vez, sentirás pena de ti mismo y tu miseria, te desvanecerás una y otra vez, se acabará el trabajo, dejarás morir tus sueños; pero ante toda esa basura, aprenderás a crecer y reconstruirte, darás gracias por la experiencia y seguirás.