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Juro que lo intento pero no puedo, por más que quiero dejar de pensarle, de verla y escucharla a cada momento, de imaginar su sonrisa y su andar lento. Mi memoria es una cruel traicionera, me hace sufrir conmociones terribles, me fastidia todo el tiempo sin permitir que duerma, por eso le dije un día, y se lo dije sincero, por amor yo soy de los que muero.

No quería abrir la caja de pandora, no era mi intención volver a sentir el horror de este frío, juro que no participaría en nada socialmente hablando de saber que voy a terminar así de destrozado. Yo no puedo más con toda esta carga, le he pedido a Dios y parece ignorarme, le he rogado que me traiga de nuevo las risas y la calma, que deje descansar de una vez mi alma.

Simplemente no lo consigo; y es que es fácil para cualquiera superarme, pero para mí mismo es una trágica escena de horror continuo, y no lo entienden, por eso no lo quieren, porque creen que miento, porque creen que me arrepiento, porque creen que soy ingrato o en algún punto desmerecido.

Ya no puedo contener el llanto, las puntas de acero traspasarme intentan, y en lúgubres momentos de desdicha como el actual yo pienso, por qué no he sido yo el que huyó primero. Antes de ser sincero, antes de abrir mi pecho y brindar mi corazón completo.

No me quiero ver cual víctima de estos infernales días, pero a nadie más, ni a mis peores enemigos se los deseo. Por eso en verdad no lo quería, porque este dolor no es pasajero, es una mortal agonía, que me hunde cada vez más en un agujero de interminable número de pesadillas.

Y no. No estoy de negativo. Es solo la ausencia del amor lo que lentamente me asesina, la ausencia de su rostro, de su piel la lejanía, el desprecio ante la falta de oportunidad de no volver a tocar sus manos ni en osadía.

Por qué me tocan a mí estos lamentables hechos, por qué he tenido que ser yo con quien no pudo ser capaz de abrirse, por qué mi ser se muere lentamente consciente de que existen más personas, pero el hecho está en que es difícil para mí aceptar a alguien dentro de mi mente.

Sin poder dormir, sin ánimos ni fuerzas para moverme, asimilando con pesar los que deberían de ser placeres, extrañando con cada una de mis células su preciosa alegría; por qué me agradó tanto, por qué no simplemente me ignoró y pasó de largo, por qué se dedicó a hacerme creer que yo para ella lo valía, por qué me cautivó para solamente patearme un día, por qué no acepto mi derrota, por qué no quiero ser realista, por qué mejor no arrancan de una vez la vida de mí y me evitan la fatiga, por qué estoy aquí, para qué si no hay salida.

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Juro que lo intento pero no puedo, por más que quiero dejar de pensarle, de verla y escucharla a cada momento, de imaginar su sonrisa y su a...