En medio de la noche las aflicciones me acompañan,
deseoso estoy de resolver mi vida en un instante;
no se puede, lo comprendo, porque por más que me esfuece
no nací en medio de un entorno triunfante.
Sin embargo este texto no es para quearme,
eso ya lo hice mucho en el pasado,
las cosas ya sucedieron, la existencia me tiene acá en consecuencia,
éstas palabras son únicamente para calmar mi consciencia.
Pues del anonimato a sobresalir hay en demasía trabajo,
pero no trabajo de cargar cosas, sino de conocer personas,
y es que es prioridad hacer las mejores relaciones,
ellos son quienes abren puertas, quienes nos invitan a sus proyecciones.
Una vida de vaivén es lo que tengo,
entre noches oscuras en desesperación contadas,
y días de alegrías y convivencia con tus personas favoritas,
aquellas que son las que en tu corazón las más amadas.
Las estrofas se descontrolan entre llantos,
puede ser que no lo logre mañana, o que no alcance a soportarlo;
en días recientes me he sentido exhausto, fundido, triste, destrozado.
Ahora entiendo una fracción de lo que sienten los soldados.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.