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 Un nuevo año inicia, se coloca uno planes y proyectos, reglas a seguir. Me gusta creer que incluso las cosas más difíciles son posibles, y así ha venido siendo desde siempre; quien me conoce, sabe que a pesar de las dificultades respondo a mi palabra, y no rajo a los compromisos.

Por eso mismo me he puesto una serie de logros a superar para este periodo. Es verdad que un ciclo solo funciona en virtud de tu capacidad de ponerte reglas y ejecutarlas de forma correcta. La vida ha sido generosa y hemos aprendido de ella; a respetarnos en primer lugar, a atender a los expertos en segundo; quizá por la falta de esos cimientos hay tanta gente allá afuera autodestruyéndose, sin encontrar más motivación que ser una basura ahogada en su propia miseria al llegar la noche. Y está bien, no estamos acá para juzgar, cada uno sabe lo que le roba el control y rompe con su tranquilidad.

Anhelo un año repleto de dichas para mis seres amados, uno en el que los propósitos tengan un nivel más personal y trascendental que simples banalidades. Quiero un periodo que me sirva para progresar, fortalecerme, madurar, alcanzar y demostrarme. Pues al final de cuentas estamos aquí para nosotros mismos, y como leí en la mañana, aunque las cosas parezcan un asco alrededor, toca apechugar, deja de lloriquear, asumirlo y crecer.

En este sendero de crecimiento, estoy convencido de que la clave está en el equilibrio entre lo que queremos y lo que realmente necesitamos. La disciplina y la constancia serán mis mejores aliadas. Sé que habrá momentos en que la tentación de desviarme será fuerte, pero recordaré siempre por qué empecé. Pues no solo deseo alcanzar mis metas, sino también disfrutar del proceso, aprender de cada paso dado y cada obstáculo superado.

Además, quiero enfocarme en nutrir las relaciones que realmente importan. En un mundo donde lo efímero, lo digital y lo superficial a menudo toman el protagonismo, quiero profundizar los lazos con aquellos que me enriquecen el alma, incluso me he dado a la tarea de trabajar en algunos métodos tradicionales (–y analógicos) para conseguirlo. Aprender a escuchar más y hablar menos, a estar presente en cuerpo y espíritu, a apreciar las pequeñas cosas que hacen grande la vida.

En resumen, este año es sobre ser más humano, más consciente y más compasivo. Es sobre establecer metas que no solo me beneficien a mí, sino también a aquellos que me rodean. Es sobre ser un mejor yo, no para impresionar a los demás, sino para estar en paz conmigo mismo. Y por supuesto, es sobre vivir cada día con gratitud, sabiendo que cada momento es una oportunidad para ser mejor.

Gracias por todo, y aquí nos veremos más seguido, pues uno de mis planes es también publicar por acá unas tres veces a la semana. Sé que me es posible, que tengo con qué, y que puedo vencer a la pereza con productividad.