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 Tener poco o casi nada, y con eso lograrlo, es uno de los objetivos en los que he venido trabajando. Estamos más que acostumbrados a las comodidades de la vida moderna, nuestros sueños se enfocan en consumir, en asistir a miles de experiencias, en compartir por el simple hecho de ser enaltecidos, porque la falsa generosidad está a la orden del día.

Pero ¿y si dejando de destruir, hacemos más por otros?, ¿si eliminando las diferencias y siendo empáticos otorgamos mayor visibilidad y removemos los conflictos que nos separan? Me ha costado bastante aceptar las brechas que me definen; a mi versión de hace algunos años, le fastidiaría desde el estilo de música que se populariza, hasta la forma cultural que les da razón de ser a las generaciones más jóvenes. Ignorancia, falta de propósito, insignificancia. ¿Por qué no hacían nada para salir de ahí?

Como digo, tardé en darme cuenta, la mayoría de esas cosas son simples burbujas que nos contienen, tanto a quienes piensan parecido a mí, como a quienes difieren completamente en cuanto a mentalidad, y eso no nos hace malos o desagradables, nos hace parte de un mosaico de probabilidades.

En el afán de querer hacer que otros "vean" lo que tú ves, lo único que consigues es evidenciar tu ignorancia y falta de criterio; querer influir a las personas a que sean de tal o cual manera, es una especie de fascismo con menos pasos, medítalo y piénsalo: ¿Por qué te esfuerzas tanto en demostrar que tu opinión es la "correcta"?, y si así lo es, ¿por qué no te deja en paz que la gente esté equivocada?

No vivimos en medio de una caza de brujas, gracias al Cielo; y que declares tus convicciones a quienes no crean lo mismo, no debería tener consecuencias más allá de ser ignorado y juzgado de "loquito". Entonces, no se trata de mimetizarte con quienes no sean igual a ti, sino de demotrar con acciones, un estilo de vida distinto y sin afectar a los demás aquello que te hace particular; predicando con el ejemplo. ¿O a poco crees que quien te vea va a anhelar ser como tú si sigues siendo un juzgón y un llorón?

Somos cada uno especial en cierta medida, hay quienes trabajan incansablemente, otros que son expertos en lo que hacen, unos más que tienen un poder de convencimiento y manipulación increíbles, los hay que simplemente están ahí existiendo sin ser útiles o inútiles, hay unos cuantos que se cuelan en la estadística y finalmente poquísimos que están por favoritismos.

¿Nos vamos a enojar por cómo de mal funcionan las cosas? ¿Y qué, de qué sirve enojarnos? Hace poco leí que somos considerados la generación Gallina (o chillones) porque lo único que solemos hacer es quejarnos sin proponer, sin actuar; todos los demás están mal menos nosotros mismos porque en nuestra estúpida percepción de realidad lo que profesamos es total y verdadero; el nivel de ego que nos cargamos es una barbaridad, precisamente en nuestra carente percepción de la realidad, nos cuesta demasiado darnos cuenta de nuestras falencias, que son montones.