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 ¿Les ha pasado que súbitamente tienen una inspiración tal que dejan de lado los planes y propósitos y se centran únicamente en eso porque saben que son capaces de sacarlo adelante en tiempo y forma y con eso hecho lo demás caerá poco a poco, como fichas de dominó en consecuencia? Algo así me sucedión hoy, tomé todos mis planes, objetivos y propósitos y los coloqué en un saco mientras definía las herramientas que voy a utilizar en reaizar exclusivamente uno de esos proyectos.

Y es que, desde el principio, jamás prometí que cumpliría cabalmente cada uno de mis planes de forma calendarizada; lo he venido haciendo en virtud de mis posibilidades (principalmente cuando terceros no afectan a conseguirlo). Pero la reconfiguración de hoy, gracias en parte al análisis de datos y los cursos de inteligencia artificial que nos asignaron en el trabajo, me ha venido de perlas.

Uno de los retos que más me ocupan y preocupan sacar adelante es escribir; pero no escribir como lo hago aquí, o sea, ésto también es importante, pero quiero hacer algo más grande, un solo texto de mayor longitud con una historia en específico. Generalmente le doy vueltas a ese tema y me llegan los bloqueos intelectuales (si han escrito alguna vez, saben a lo que me refiero), y aunque colocar aquí palabras es bastante sencillo, continuar con una idea e hilarla durante un texto prolongado, lo vuelve más difícil.

Además, está el hecho de que quiero hacer algo que me guste a mí, y con lo quisquilloso que soy, puede que no tan fácil lo consiga. Pero bueno, de eso se trata; de meter mil, tres mil, luego cinco mil, diez mil palabras y en una de esas cien mil o doscientas mil, sin que me agote la vida en lograrlo.

Cada uno de los pequeños textos que coloco aquí y las fuentes alternas donde escribo (como cartas y cosas por el estilo), son en realidad un experimentos para medir mi capacidad redactora con un cronómetro encima. Ahora con el asunto del calendario, yo quería meterme a algo diferente, mi plan era leer mucho más y escribir cuanto me fuera posible. Eso en virtud de cumplir una tercera parte de los propósitos que me hube puesto; pero están todos los demás, que sin darme cuenta, por mi necesidad de escribir y leer, estaba dejando un poco de lado, con aparente menos interés del que me dije en un inicio.

Pero hay algo, los retos realmente son anuales, lo cual permite que en tiempos de inspiración me enfoque en otros, libere calendario, y con las fechas disponibles reajuste lo que sea que esté pendiente. Pues mi plan es, por ejemplo, en términos de lectura, finalizar cien libros. Lo que significa que debería de leer, aproximadamente, dos libros por semana para conseguirlo. En cuanto a escribir acá, ciento cincuenta publicaciones en el año, unas tres por semana de ser posible. Cartas, una a la semana, siendo cerca de cincuenta también. Un capítulo por semana de siete mil palabras en lo que estoy escribiendo, para terminar la novela en un año. En fin, esas son solo algunas de las cosas que tengo en mi "vision board", lista de propósitos o como sea que quieran llamarlo.

Al final, es importante ser flexibles con nosotros mismos y nuestras metas. No todo en la vida sigue un plan perfecto, y está bien. A veces, la inspiración nos lleva por caminos inesperados, y es precisamente allí donde encontramos nuestra verdadera pasión y propósito. Por eso, aunque sigo comprometido con mis metas y proyectos, estoy aprendiendo a darles tiempo para evolucionar y transformarse, tal como yo lo hago. Realmente no afecta cambiar de rumbo o ajustar los objetivos, lo importante es mantener la esencia de lo que nos motiva, sea escribir, leer, crear o explorar nuevos horizontes. Y en ese proceso, encontrar la satisfacción de saber que estamos viviendo plenamente, fieles a nosotros mismos y a nuestras aspiraciones. Lo que cuenta es el viaje y las historias que creamos y compartimos a lo largo del camino.