Mostrando las entradas con la etiqueta abrazar la soledad. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta abrazar la soledad. Mostrar todas las entradas

 Qué punk se ha vuelto uno en la modernidad, y es que, nos toca esconder las emociones y los sentimientos por el horror de la idea de vernos vulnerados, como si vivir en el interior de una coraza de alguna forma previniera el hecho de ser heridos. Seamos sinceros, eso nunca pasa, si alguien tiene intención de hacernos daño, por más que se esconda, lo conseguirá; aunque también es cierto que le damos demasiada importancia a nuestro papel en esta vida. Creemos, de manera absurda, que somos protagónicos de algo que ante la mirada utópica de cada uno es "como debería ser". Y es eso lo que nos termina destruyendo, antes que cualquier persona o hecho, nuestro propio e irremediable ego.

Es fantástico abrazar la soledad, el "de aquí no puedo seguir", el fracaso, la derrota, la enfermedad y la autodestrucción; decirte cada mañana que no eres suficiente, que no eres como "deberías", que no estás dentro de los cánones, que solo quieres ser gentil y deseas compartir tu gentileza y generocidad; pero eso amigo mío, eso no lleva a nada, siento sacarte de tu ingenuidad. Cada cuál está lidiando con lo suyo propio e infravaloran que quieras dar todo de ti por el simple hecho de existir en tu vida, te lo digo, no porque quiera fastidiarte, sino porque yo mismo he navegado esas aguas bastante tiempo y no es más que la experiencia lo que escribo acá.

Pero entonces ¿qué solución hay? Ése es el punto, tiene que quedarte claro que nadie además de ti debe de tener el interés, amor y afecto que tú mismo tienes por tu persona. Es cierto, es difícil, porque allá afuera hay montones de distractores y seres pasionales, además de circunstancias cautivadoras, "tendrías que caber en algún lugar". Se puede dar, no lo dudo, tal vez llegue, no estoy en contra del amor romántico de de las relaciones sinceras, yo mismo soy un abanderado eterno del romanticismo cuando te escribo que pongas atención antes que todo lo demás, en ti.

Abogo por confiar en la gente a pesar de que innumerables veces me han tratado de engañar (o lo han hecho), con o sin malicia; me gusta creer que somos el resultado de nuestras vidas pasadas, pero no en temas de reencarnación ni nada por el estilo, sino que cada cierto tiempo evolucionamos en una versión ajustada y detallada de nuestras personas, y el yo anterior fallece para dar la bienvenida a uno nuevo. Con eso dicho, justifico que lo que me hayan dicho o hecho versiones previas de alguien, no necesariamente implica que lo harían al día de hoy, básicamente trato de evitar ser un ancla emocional a un pasado que no ocurrió como yo pensaba por miles de variables que pudieron haber influido en cualquier momento específicamente.

Sin embargo, tenemos que ser conscientes de nosotros; no darnos por sentados ni tirarnos al basurero. Tenemos nuestro valor, habilidades, virtudes y otras características que nos hacen únicos. Atractivos a los ojos correctos, funcionales en virtud de los sueños que estemos construyendo, y definitivamente grandiosos para unos cuantos. Es genial poder tener a esas personas rondando nuestro radar y que de vez en cuando nos ayuden a recordar que sin importar lo complejas creaturas que seamos, siempre hay un piso que nos sostiene, y mentes específicas con las que empatamos y empatizamos, por las que vale la pena seguir adelante.



 Pusilánimes. Así se les dice a las personas que se revuelcan por estima. ¿Es estar solos tan malo? Para nada, abrazar la soledad es como abrazar el insomnio, utilizas tu tiempo para ser productivo en otras áreas. Un poco después verás lo mucho que avanzas en tus propios proyectos, y eso es más gratificante en el futuro.

Si no hubiera pasado por periodos de miseria y decepción en mi vida, no me habría puesto pilas con el inglés y con moverme a otra ciudad para mejorar mi calidad de vida, tampoco habría optado por trabajar en proyectos independientes si no me hubiera enfrentado un par de veces al desempleo sin previo aviso. ¿Seguimos? Un rechazo provocó que un día despertara y buscara un mejor trabajo, otro me motivó a dejar de ser la persona que era en términos de intereses y a poner especial atención a lo que verdaderamente consideraba atractivo para mí; otro rechazo me empujó a mejorar mis finanzas, y así podría darle mil vueltas.

No somos únicamente lo que nos encontramos en la vida, las experiencias y aventuras, o los eventos fortuitos; también somos lo que hacemos con eso, qué tanto produce cada suceso depende únicamente de nosotros. Pero siempre hay que tener en cuenta que los contextos importan, los entornos en los que se desarrolla todo representan variables cruciales.

También hay que considerar la inercia, no es lo mismo optar por irte a otra ciudad a trabajar cuando estás en el pleno apogeo de tu graduación que hacerlo cuando no te queda de otra y simplemente te quieres escapar de tu realidad. Ambas funcionan, pero tienen un impacto distinto a largo plazo.

En fin, me clavé con eso, no tenía intención de hablar de esas cosas; quería venir acá a colocar algunas letras en lo que la lavadora termina su ciclo; además de despertarme temprano y con un alto deseo de ser funcional y productivo para mis propios proyectos, pensaba en la forma en la que utilizar mi tiempo se ha convertido en mi fijación más reciente.

No hay que obsesionarnos, digo, el mundo de todas maneras ocurre lleno de alietoriedades, y lo que hoy celebramos puede simplemente ser un motivo de fastidio, fatiga o pena; hay que agarrarle el gusto a hacer tanto como a no hacer nada; pues somos efímeros, y optar por encerrarnos en nuestros pensamientos, ideales y creencias lo único que genera es ermitaños.

Hay que salir, leer opiniones adversas, escuchar a detractores, observar diferencias con comprensión, generar empatía por quienes sustentan banderas diferentes a las nuestras; pues tanto de uno como de ellos dependemos como sociedad funcional.

Me gusta entrar al café y saber que los que atienden me hablan por mi nombre; armado de mis audífonos encontrar un lugar en el rincón y ponerme a analizar los panoramas de lo que sucede al rededor. En silencio, con los ojos parcialmente atentos a la pantalla o a cualquier cosa que esté entre mis manos en ese momento. Sin importunar, lo más sutil posible, pues tampoco se trata de andar incomodando.

No soy quien para juzgar a otros; mi plan de vida no está puesto en lo que los demás supongan de mí, considero que voy más allá de eso, al menos en lo que concierne a algún supuesto legado. Y si no hubiera tal, esto no deja de ser testimonio de vida, si al final estuve mal en cada decisión, que sirva de ejemplo de lo que no se debe de hacer. Irónico o no, así funciona la vida; no se ajusta a gustos, emociones o deseos.