Atención

 Una cosa de la que jamás me ha gustado o interesado ser partícipe es rogar por atención; si alguien me ignora o cree que merezco desaparecer, estoy completamente de acuerdo con ello. Quizá eso sea algo que deba cambiar en mi personalidad, ya que esa falta de "deseo" por ser tomado en cuenta a veces provoca que me vuelva invisible a los ojos de instituciones, empresas, jefes, compañeros y otras personas.

Pensaba en ese detalle mientras analizaba el comportamiento de los visitantes en este blog. Ya que, aunque suelo colgar los links, cada vez de más lugares diferentes, en las publicaciones mismas o en los sitios que lo difundo no suelo pedir que visiten y comenten el contenido que hago; como he dicho, tal vez ese desapego crónico y la baja importancia que trato de dar a las opiniones ajenas en cuanto a lo que publico, me ha hecho en alguna forma alguien fácil de ser evitado.

Pero lo anterior aplica a otras áreas también. Entonces, ¿cómo voy a lograr que algo crezca si no estoy acostumbrado a rogar ayuda? Creo que se pueden conseguir avances de forma orgánica, pero definitivamente tengo que empezar a acostumbrarme a invitar a quienes me visitan a interactuar; tanto en beneficio del diálogo como por el hecho de ver este proyecto crecer.

Este pensamiento me llevó a reflexionar sobre la importancia de la retroalimentación y la participación activa. A veces, la indiferencia hacia la aprobación o el reconocimiento puede ser una barrera que nos impide ver el valor de las conexiones humanas. En el contexto digital, donde las interacciones son a menudo efímeras y superficiales, la calidad del alcance se vuelve crucial. Tal vez no se trata de rogar atención, sino de aprender a fomentar un espacio donde la gente se sienta motivada a compartir y dialogar. Es hora de encontrar un equilibrio entre mi independencia y la apertura a las interacciones que enriquecen tanto mi contenido como mi crecimiento personal. Este cambio de actitud podría no solo mejorar mi blog, sino también fortalecer mis relaciones en el ámbito profesional y personal, permitiéndome ser más visible y relevante en un mundo saturado de voces y opiniones.

Me parece curioso cómo las cosas que hace años me resultaban repulsivas (como gustos expecíficos o exposición de tal o cual manera) hoy me pueden servir para ser mejor en lo que hago. También, analizando lo anterior, estoy consciente de que he tardado demasiado en publicar de forma crónica como lo he venido haciendo recién; no me malentiendan, la intención siempre ha estado ahí, pero nunca tuve una motivación externa que me diera el empuje necesario para venir a colocar mis textos con tal frecuencia.

Además, hace tiempo leí que si te esperas hasta que creas que sabes cómo hacer lo que estás publicando (hablando de las redes), es porque ya tardaste demasiado en entrarle. Pero no pasa nada. O sea, reitero, me gusta estar acá y tener la oportunidad de venir a colocar ideas y pensamientos que se me ocurren; y si logro conseguirles un poco más de audiencia a mis versos, será grandioso, si no, como en un punto de mi historia lo expresé: Cuando llegue a ser un anciano, puedo venir aquí a leer las cosas que he escrito en el pasado.

Adaptarse y evolucionar es fundamental en cualquier ámbito de la vida. Las resistencias de ayer pueden convertirse en las fortalezas de hoy. Aceptar el cambio y las nuevas formas de interactuar y expresarse no significa perder la esencia, sino enriquecerla. Es como un artista que aprende nuevas técnicas para expresar mejor su arte. El hecho de que ahora esté dispuesto a experimentar y adaptarme es un signo de progreso. Cada publicación, cada interacción, se convierte en una oportunidad para aprender y mejorar. Y si bien el reconocimiento externo no es mi motor principal, saber que mi trabajo tiene el potencial de resonar en otros y dejar una huella, aunque sea pequeña, es un pensamiento reconfortante y motivador.



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