Papel

Mis ojos son mi mayor debilidad, puedo hacer cualquier cosa por intentar evitarlo pero siempre habrá alguien que me sorprenda, que me agrade, que me impresione, que me fastidie, solo con verle. Hombres como mujeres, somos cansados, resistimos a vernos como si nuestro caso valiera más el esfuerzo que los demás. Es cierto, somos únicos, pero somos de papel.

En mi situación particular el ver a alguien sorprendemente atractiva hace que quiera conocerle, así de simple, que quiera saber a qué se dedica, quién cohabita con ella, y bueno, como soy tan bueno indagando sé muy bien que de intentarlo, de lograrlo, tengo la capacidad de allegarme a esa persona, y no es lo que quiero, hay mucha gente, pero me gusta verme enfocado a objetivos, a claros y concretos.

Me gusta la sinceridad, tanto darla como recibirla; soy parte de una generación de hipócritas y sarcásticos, donde quien es cínico acaba como un sarcástico más, donde quien dice la verdad, es etiquetado por otros como hipócrita y mentiroso. Yo no soy así, no me gusta enseñar eso, no me gusta esa imagen, no me gusta esa personalidad, simple, no me gustan las mentiras.

En mi personalidad con la debilidad de un papel a veces consigo apuntarme hacia alguien, y me gusta estar así, me gusta estar ahí. Me gusta esforzarme por lo que quiero, pero me gusta (y mucho) saber si lo estoy haciendo bien. Me agrada la guía genuina.

Una vez hace poco tiempo dije que mi cabeza era lo que se enamoraba de mí y no mi corazón; es cierto, el sentimiento viene del centro, pero las decisiones se toman en la azotea. He dicho también que mi mente es algo tan pequeño que solo cabe ahí una persona, hice la asimilación de que yo había colocado ahí un trono para la persona indicada, y solamente una de ellas puede ocupar ese trono a la vez, no más de una.

El resultado de eso es que si mi cuerpo fuese un castillo, mi corazón sería la habitación real, y mi mente un trono al que solamente una reina es capaz de ingresar.

¿Y qué pasa si alguien no acepta estar en ese trono? Es simple, como en un reino cualquiera, a la persona que rechace el trono se le destierra y no se le vuelve a ver en el reino. Pero hay algunas variantes; por ejemplo, en el caso de mi vida, no necesariamente debe de haber una reina para que funcione todo, porque siempre existirá un rey con la suficiente capacidad de reinar con justicia.

Cada que te ven, mis ojos querida, me vuelvo loco por ti,
por el deseo de tenerte, por el deseo de abrazarte,
por el deseo de con todas mis fuerzas amarte.

Puedes fingir que es falso, simular que no te importa,
pero sé en silencio que mi amor anhelas,
que por mí no duermes, y si me voy me esperas.

Esto es responsabilidad mutua,
un mutuo acuerdo de amor,
amar para ser amados,
brindar para recibir,
tenernos por más que hermanos,
es nuestro "ser feliz".

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