Historias

Las historias que se escriben sobre arena, nada son. Las memorias y glorias perecederas, pierden valor. Los pedazos rotos de tus cartas, fueron ilusión. Cuento cada paso del trayecto, volteando al piso, medio muerto, de piernas rotas y postergando cruzar la línea al sendero de tu despedida. No hay un mundo cuando me besas, el instinto me consume y me dejas en cenizas, como quien fuera un objeto siendo utilizado por una alcaldesa de tierras irlandesas. Me gusta escribir las cosas como poco se entiendan pues así no temeré de ser linchado por ellas. Niña, recuérdeme las palabras, qué era lo que contabas, que yo solía ser la espada y nada me limitaba. Calor mojado entre tus dedos, fulgor franqueándose mis huesos, no hay mayor delicia que propiciar tus vibraciones con los ápices de letras entre mis bajas lecciones, que no se diga que sincero he dejado de ser yo, que pasa el tiempo y viejo me he de volver más, arrugas, terribles marcas, discreta mentes que me tiene comiendo ratas. Cosas enfermas, discrepancias, insulto internos, voces del alma, todo para aumentar mi rabia, entiéndase ahora que el dulce consenso de los daños y la generación de estigmas en las manos no son cuento, que aquel que piense una vez más acabar con todo lo que viene atrás, que hable para mí, que explote su necesidad, que no sea tan rebelde y me explique su maldad. He de sentir lo mismo a cada rato, que el rechazo me convierte en un ingrato, que las penumbras distorsionan mi intelecto y las promiscuidades fatigan y debilitan mi aspecto. En pleno estoy consciente de mi culpa, me concierne heredar lo que tengo, verdad escribiré y por eso velaré, aunque escasamente creo que eso a logros superfluos me encamine, no es descontento, pero debería existir quien conmigo no se intimide; no en lo bélico, en lo que respecta al sentido de lo que debe entenderse por sensual contenido. Es cierto que quien gusta de redactar lo hace poco entendido para que el lector a medias sepa de su poca cultura y el ingeniero andante explique las complicaciones en pocos versos que números muertos eviten montar sobre constantes pedantes e infames secantes.

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