¡Ojalá!

Hoy, soñé contigo…
Toqué tus manos, besé tu piel,
encaminé mi lengua por tu espalda,
toda ella cubierta de miel.

Me detuve en tus pechos,
mi legua delineaba lentamente,
la corona de esos montes,
y la punta igualmente.

En mis sueños eras eterna,
siempre deseabas tocarme,
era mi parte interna…
La que no deja de hablarme
y decirme que necesito,
de tu corazón adueñarme.

En mis sueños tu me tocabas,
por aquí y por todas partes,
yo sólo me concentraba,
en hacerte sentir importante.

Importante para mí,
este que escribe sus sueños,
aunque sé que no estas aquí,
quisiera poder ser tu dueño.

Dueño de tu corazón,
dueño de tus decisiones,
señor de toda razón,
también de tus emociones.

Puedo ser alguien malvado,
o un dulce ángel también.
tu cuerpo aquí a mi lado,
es lo que quiero poseer.

También puedo ser un salvaje,
deshaciendome de tus ropas,
demostrando un gran coraje,
cuando conmigo te topas.

O puedo ser sólo un ente,
o el animal que me invoca.
Yo escribiré en estas hojas,
todo lo que me provocas.

Abró los ojos y descubro,
que todo el mundo es extraño,
lleno de persecuciones,
dolores, angustias y engaños.

Pero sabiendo que estas conmigo,
las cosas serán muy distintas,
no quiero ser un buen amigo.
Deseo nuestras almas juntas.

Pudiera escribir por apalabrarte,
cosas buenas, malas, gratas y sencillas;
pero sin un contenido que ose alabarte,
prefiero poner otras palabrillas,
que me permitan recordarte.
Recordar esas cosas bellas,
que hemos pasado juntos;
desde observar las estrellas,
a convertirnos en adultos.

Rogando cada momento:
Ojalá que tu fueses mía,
me harías la vida feliz,
invadiendo todos mis días,
nuevamente estando aquí,
así como entonces lo hacías.

[La importancia reside en el último parrafo]

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