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 La mayoría de cosas positivas que llegan a nuestras vidas vienen como resultado de haber tomado buenas decisiones. Pero gran parte de las decisiones están ahí y no se puede asegurar que tomarlas lleven a una buena o mala consecuencia, ¿quién le garantiza a una mujer que estudió una carrera que le apasiona que es mejor abandonarla y aprender programación y al poco tiempo tendrá un mejor empleo?

El desempleo absoluto, la carencia a nivel de no ver un centavo en meses, y peor todavía, eso en medio de deudas de apariencia "impagable", puede resultar aterrador y no cualquiera quisiera esa clase de presión sobre sus hombros. Eso no te hace un superhumano, simplemente a quienes nunca dejaron un trabajo seguro o aquellos que no arriesgan capital que no tienen, les hace más prudentes.

Hay que dejar de escandalizarse por quienes tienen un trabajo estable y justo, con horarios y competencias que les funcionan bien; mientras que otros en su versión salvaje, se sienten superiores por llevar emprendimientos a cuestas. Es bueno recordar que cada uno tiene diferentes habilidades y oportunidades de acción y lo más importante, el tamaño de personas alrededor dispuestas a levantarte si te ven caer es también distinto.

Hay un amigo, que siendo un visionario lleno de cualidades intelectuales y tecnológicas, suele hacer recomendaciones a sus proyectos de mi persona. De ahí es que han venido cosas que les sorprendería leer, claro está que el fracaso, los miedos habituales y las limitaciones intelectuales y tecnológicas, no han desencadenado en frutos. Pero de esa gente, hay varios.

Cuando cohabitaba con mis roomies en Guadalajara, en aquel departamento que vivíamos seis hechos bola, platicábamos que "ser millonarios" en algunos casos es la consecuencia y no la causa. El éxito te termina buscando si actúas con ética profesional y amas lo que haces, y en una de esas te encuentra.

Tal vez ninguno sea millonario todavía, pero la premisa no va por ahí, no va encaminada a "qué tanto dinero puedes hacer", porque se puede hacer muchísimo y perderlo todo en un momento tras una mala decisión. El enfoque estaba del lado de que sin importar lo que hiciéramos, se notaban las ganas de salir adelante y lograr cosas en cada uno; a pesar de contar con un trasfondo socioeconómico, intelectual y cultural distinto, pero pensando en hacer. Ahora ver esos días es gratitud pura, porque llena de gusto descubrir que les va bien y siguen siendo buenos en lo que hacen. Quizá esta pseudofigura paternalista en el interior es la que ve con dicha eso, como sea, únicamente hay que seguir echando porras.

Entre el amanecer filosófico y las ganas de aportar valor al día, tras redescubrir la estructura verbal y, personificar en menor medida la percepción egocéntrica que está al acecho, es un gusto dejar estas letras y a su vez, con pánico desmedido confesar que la semana en puerta augura ser bastante interesante y no por eso menos intensa.