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 Si hace bastante que no escribía es porque estaba pasando por un periodo de adormecimiento intelectual, las ideas no fluían correctamente, las palabras no daban de sí una para ser redactada posterior a la otra, pero he venido aquí esta noche, en medio de la madrugada, porque tengo una confesión que hacer:

Con nadie en mi vida he podido liberar esa parte de mí que debería de causarme vergüenza por los complejos y temores, si un poder especial tienes, es precisamente ese, que estás cerca y logras mantenerme cautivo mientras extraes cada una de mis vivencias y provocas que mi gusto por ti crezca.

Conoces al cínico, al gordo, al débil, al deprimido, al frustrado, al molesto, al agradecido, al maniaco, al obsesivo, al desesperado, al torpe, al frágil, al valiente, al entregado, al honesto, al justo, al desagradable, al fastidioso, al incompetente, al luchador, al virtuoso, al descarado, al arrogante, al misógino, al engreído, al estudioso, al repulsivo, al caprichoso, al pasional, al distante, al enamoradizo, al cansado, al romántico, al esperanzado, al talentoso, al triste, al divertido, al simpático, al amable, al asocial, al bibliófilo, al melómano, al espiritual, y estás a un paso de conocer al monstruo, sin mostrar siquiera un poco de miedo, eso es lo que más me agrada de ti.

Con sinceridad, al cabo de los años a cuestas de conocernos, habiéndote hablado de cada uno de los rincones de mi existencia y dificultades durante la misma, sin importar lo grandes que hayan sido mis errores o terribles mis problemas, a pesar de las enfermedades; entre las sombras, como esa parte de mí de la que contadas personas podrían dar testimonio, te encuentro.

Se mantiene entre nosotros una conversación continua sin importar los lapsos de inactividad, pues mutuamente respetamos el valor que cada uno le otorga a su vida y prioridades; sin molestarnos o andar justificando la dosificación de atención, sin mostrarnos reacios y ante un mutuo consenso jamás emitido en palabra o texto, seguimos uno para saber del otro.

No estoy seguro de que esto sea amor o un afecto fraternal simplemente, entiendo que lo consideres de la misma manera; sin embargo, el respeto, la admiración y la atención que nos brindamos es suficiente para motivarme a escribir estas líneas con toda la experiencia acumulada.

Entre mis planes conscientes nunca estuviste, probablemente nunca más estés, pero estas letras sí son dedicadas a ti; pues a pesar de no sentir la explosión emocional que en mis enamoramientos antaño, el aroma a frutas y colores brillantes que me provocaba con su presencia Angie, el brote de espuma satisfactoria en mi estómago rebosante de alegría ante el que sucumbía al escuchar la voz de Bertha, o el torbellino de pasión desenfrenada que ponía alerta cada una de las fibras de mi cuerpo al pasar mis manos sobre la piel de Daniela, además de un par de casos fallidos que únicamente me hicieron comprender lo inexperto que soy en las artes amatorias; lo dicho, lo escrito, lo planeado y lo pactado, cada acuerdo que hemos realizado, me hace sentir en mayor medida interesado por ti.

Imagina el tamaño de la explosión que provocó en mi interior el gozo al saber que nos atraen las mismas fechorías, y por "fechorías" sabes tú perfectamente a qué me refiero, pero entre eso: El sarcasmo, el humor negro, el antiheroísmo, el pensamiento crítico, las expresiones atípicas, el fuego y el tiempo.

Hablar de dimensiones, distancias o idioteces del día a día, mientras se me escapa una sonrisa o un pequeño pensamiento contigo como protagónica recorre mi mente, sin darle más vueltas al asunto y aferrarme a una alucinación probable, estás ahí, que es lo importante, únicamente quiero decirte eso: Gracias por estar.