Conocimientos

 Tengo la pésima costumbre de hablar antes de tiempo, dejar de hacerlo es una virtud que he de ir desarrollando poco a poco. Ya saben, por ejemplo, que estoy por terminar algo y digo: "Uy, llevo tanto tiempo trabajando en esto y ya casi queda", o el clásico: "Se me va a presentar tal oportunidad". Por ejemplo hoy, venía corriendo a decirles en lo que he estado ocupado los últimos días; cuando en realidad, siendo bien sinceros, no les importa.

Esta necesidad imperiosa de ser amable y bondadoso a veces tiene que calmarse, este deseo inminente de estar ahí para quien me busque y necesite, debe ser controlado; y parte de ese control es así como aprender a decir "sí" (como la peli de Carrey), aprender a decir "no" sin sentir ningún remordimiento.

Me he dado vueltas por el ciberespacio adentrándome en conocimientos que tenía "abandonados" por decirlo de alguna manera, me puse a navegar en viejos recuerdos, textos, fragancias y memorias que recordaron una suma de fenómenos valiosos en mi haber. Me rendí ante decenas de hojas de papel que no llegaban a ningún lado, pero más allá de eso, ejecuté la sentencia "eliminar" a un montón de información que tenía inútilmente almacenada.

Mi mayor demanda ahora para mi propia persona es permanecer en el estoicismo, controlar los malos hábitos y seguir trabajando en los buenos; no mentiré, ustedes son conscientes de la montaña rusa que es esto para mí. Pero ahí la llevo, más lento de lo que quisiera, con más reparos de los que me esperaría. Digo, ya no soy un joven veinteañero, es comprensible que mi necia humanidad salga de gane de vez en cuando.

Una vida completa he aprendido de los límites, las causas, exigencias, provocaciones y desencadenamiento de lo que la ausencia de los mismos provoque; curar heridas ya no es suficiente para reparar daños, se requiere de una fuerza de voluntad infranqueable y una constancia determinante. Se da, se da, pero si mi yo de hace diez años estuviera leyendo esto, tendría que saber que las pocas características que me tienen aquí, con vida (principalmente), han sido a base de caerme y levantarme.

Claro que trato de escuchar a los sabios y aprender del consejo de los ancianos, definitivamente bucear en un mundo de libros también me ha traido un poco, pero como el sapiens o lo que sea que soy, fácil no ha sido ajustarme a las necesidades del mindfullness.

Me voy porque la pantalla empezó a parpadear. No, no es la pantalla, es el sueño que me pegó. Las líneas se mueven verticalmente y me enfoco solo en colocar letras una después de la otra, esperanzado en que los errores ortográficos, no sean una constante entre estas líneas finales. Ustedes ya saben, y si no se los digo, el ocho, el siete, el tres, el once, el veintiocho, el setenta y siete y el catorce, son parte de esto y de cualquier cosa que haga. Un abrazo.



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