Amo Cada Detalle
Tres de la mañana, eliminar cosas de mi vida que no traen beneficios. Pero es catártico, aunque complicado. Todo este asunto del detox digital, tiene a bien ir construyendo en mí de forma objetiva y con fines de mejora constante. Me gustó mucho una frase hoy que vi en el último episodio de Ted Lasso, serie que por cierto, ya terminó:
"Los humanos jamás seremos perfectos. Pero sí podemos seguir pidiendo ayuda y aceptarla cuando puedas. Y si sigues haciendo eso siempre estarás avanzando hacia ser mejor."
¿Qué cosas puedo quitar? ¿Qué cosas puedo calmar? ¿Qué me ayudará a tener mejores resultados en la vida? ¿Quiénes aligeran mi existencia? ¿Qué cosas es mejor ignorar? ¿Qué cosas se escapan de mis manos? ¿Quién ha fungido como mi mentor? ¿Cómo empezar? ¿Hacia dónde ir? ¿Cuánto tiempo he de invertir en esto? ¿Qué observar, qué escuchar, qué oler, qué consumir, qué tocar? ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es el plan? ¿Cómo no desistir? ¿Por qué resistir? ¿Por qué he de levantarme? ¿Por qué me quiero superar?
No solo es un asunto de ego, definitivamente es lo primero que quiero evitar a la hora de trabajar en mí; no se trata de reprochar o presumir, se trata de salir del agujero y proponer mejores cosas, de tener una vida más saludable y consciente, de compartir estima y aceptación, de alinear la espiritualidad con el alma y cuerpo, de culpar, dejar de culpar y ocuparse.
Este texto es pequeño pero poderoso, lo estoy escribiendo a mitad de una decisión importantísima; escapar de circunstancias que me tienen atado, abolir mi propia esclavitud. Sumarme a un pensamiento ligado al accionar distinto, protagonizar y disfrutar de cada momento, cada lugar, cada persona, cada sabor, cada aroma, cada sonido, cada textura, cada experiencia, cada detalle. Lo que nos hace diferentes a la vez nos conecta, lo que nos vuelve únicos a la vez nos complementa. Amo mi existencia, amo mucho estar aquí y amo cada detalle que me ha hecho la persona que soy.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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