Minicuento: Tristeza y Perversidad
En una ciudad al borde del olvido, dos colinas dominaban el paisaje: Tristeza y Perversidad. Mientras que Tristeza era conocida como un lugar de consuelo y reflexión, Perversidad tenía una reputación sombría y misteriosa. Se decía que en su cima, las emociones más oscuras y los deseos prohibidos cobraban vida.
Tres amigos, Martina, Sergio y Renata, vivían en esta ciudad y compartían una conexión especial, forjada por sus aventuras juntos en las dos colinas. Martina era una pintora talentosa, Sergio un músico apasionado y Renata una escritora imaginativa. A pesar de la oscuridad que rodeaba a Perversidad, los amigos se sintieron atraídos por su misterio y decidieron explorarlo juntos.
Inspirados por la música que agregaron en una lista de reproducción reflexiva, Martina, Sergio y Renata comenzaron a crear un proyecto artístico que combinara las emociones encontradas en ambas colinas. Querían demostrar que incluso en medio de la oscuridad, la amistad y el amor podrían ser la luz que los guiara.
Martina pintaba cuadros que retrataban las dos colinas en contraste, mostrando cómo la luz y la oscuridad podían coexistir y complementarse. Sergio componía música que reflejaba la lucha interna entre el bien y el mal, y cómo las decisiones que tomamos pueden moldear nuestro destino. Renata escribía historias que entrelazaban las penas de Tristeza con la tentación y el misterio de Perversidad.
Juntos, los amigos subieron a la cima de Perversidad, enfrentando sus miedos y demonios internos. A medida que llegaban a la cima, descubrieron que, aunque las sombras y los secretos acechaban en cada rincón, también encontraron la fuerza para superar sus luchas y aprender de sus experiencias. Comprendieron que la oscuridad no tenía poder sobre ellos siempre y cuando permanecieran unidos.
Cuando regresaron a la ciudad, compartieron su proyecto artístico con la comunidad. Sus creaciones capturaron la atención de todos, mostrando cómo enfrentar la oscuridad y encontrar consuelo en la amistad y el amor, incluso en los momentos más difíciles. La gente comenzó a visitar ambas colinas, aprendiendo a abrazar sus emociones y enfrentar sus miedos.
La historia de Martina, Sergio y Renata se convirtió en una leyenda en la ciudad, y las dos colinas dejaron de ser vistas como opuestas, sino como complementarias. Las personas aprendieron que enfrentar la oscuridad y encontrar consuelo en los demás era parte del viaje hacia la felicidad y la paz interior. Y así, las colinas Tristeza y Perversidad se convirtieron en símbolos de la lucha humana y la importancia de las conexiones emocionales.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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