Gracias

Durante lo que va del año he escrito mucho menos de lo que habría querido o necesitado; en parte porque me he pasado al otro lado de la calle para cambiar la perspectiva y ubicarme primeramente en el territorio del lector; que si bien, antes se me distinguía como alguien que gustaba de la lectura continuamente, a lo que va del año me he dado a la tarea de involucrarme mucho más en ello.

Es cierto que en la calle uno puede ver a demasaidas personas atractivas; no había observado eso con toda la calma de mi ser. Y es que, a decir verdad, se requiere de la inversión y constancia de tiempo y dinero, siguiendo rutinas y formas sanas de vida para que cualquier pelafustán deje de verse horroroso y se convierta en, al menos, alguien de buen aspecto físico.

¿Qué iba a hacer yo? Estoy consciente de que atractivo genético como tal sí poseo, pero necesitaba enfocarme en algo que me hiciera destacar; obviamente no dejando de lado la cuestión física y de salud, pero mis metas estaban muy por encima de lo que la media común se propone allá afuera; no es solo verme o sentirme bien físicamente, lo anhelaba en el espíritu, en el alma y en la intensidad de mi mente.

Fue en ese punto en el que me di cuenta en qué áreas era yo suficientemente bueno para destacar; y no por darme aires de soberbia o prepotencia, más bien por la mera necesidad de suplir un deseo férreo interno que no osaba acallarse. Entré a la letra como quien ingresa a un camino del que sabe se va a terminar enamorando perdidamente, y en cuanto la música de cada una de las palabras impresas en mi alma se volvió real para mí, fui completamente consciente de que esa parte de mi ser requería también de ser nutrida constantemente.

Hoy no me sé especial ni mejor que otros, solo estoy seguro de las capacidades que tengo y la infinidad de posibilidades que se aproximan a mí; sin deseos de apresurar o apesadumbrar nada, quiero que lo que ocurra, sea como consecuencia del placer que ha sido llevar ésta vida a cuestas. No como un peso, sino como una dicha insuperable.

Para bien entonces advertí que la hermosura visual cualquiera la puede pesar, medir y calcular; pero la intelectual y la espiritual, las que van más allá de lo carnal, solo aquellos que están en cercanía son capaces de asimilar un poco. Por mí y por ellos, las cosas las hago para el bien mayor, pues me gusta saber que en algún momento, cuando todo el cascarón se vaya a desvanecer entre la podredumbre, habrá quién opine que he dejado una buena influencia para su vida. Así me propuse ser; sin odios, sin rencores, sin resentimientos, sin desprecio, sin vanagloria, sin superficialidad; solo un ejemplo para mí mismo de lo que significa ser un poco mejor que ayer cada día que pasa.

Gracias a Dios por mi vida, gracias a Dios por su obra en mí, gracias a Dios por su infinita misericordia y bondad, gracias a Dios por enseñarme a entender las cosas y darme la capacidad de aprender a ser quien soy.

No hay comentarios.

Publicar un comentario

Se agradecen tus comentarios.