Lambizcón
Quería dedicarme a escribir, pero con eso uno muere de hambre; encontré en las computadoras otra pasión, y de su historia me hice parte; entendí entonces que mi afición solo es vista como un mundano arte.
Quería dedicarme a las letras, a recorrer el mundo entre historias que en algún momento pudiera plasmar en memorias.
Quería dedicarme a promover la libertad, a reforzar el bien hacer entre los hombres; pero como dije, en mi México de miserias, las carencias son enormes.
Quería dedicarme al amor; a redactar entre líneas cada uno de los versos que transforman mi andar en delicias; pero inservible se vuelve todo, en un país de inmundicias, donde si no eres el lambizcón, no recibes las primicias.
Quería dedicarme a los textos; a la creatividad intelectual; a procurar los contextos; a la instrucción espiritual... Pero en éste mundo de excesos, todo se ha vuelto vanal.


Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
No hay comentarios.
Publicar un comentario
Se agradecen tus comentarios.