Sueños
No busco a alguien ponga en primer lugar mis sueños, tampoco a alguien que me impida disfrutar mis sueños por ver cumplir los suyos; quiero a alguien con quien, de manera compartida, podamos poner mutuamente los sueños en medio de ambos y conseguirlos poco a poco, uno a uno, hasta culminarlos todos.
Me encanta el sublime aroma del amor en el aire, me fascinan las mañanas posteriores a un sueño placentero, me deleita una piel suave tirada junto a mí. Pues así soy, un eterno enamorado de la virtud, el carisma y la personalidad que me atrae.
Atrás quedaron los tiempos en los que me impulsaba a estar con alguien simplemente su atuendo, hoy es distinto, hoy mi deseo más grande es comprender y que me comprendan, es aprender y que de mí aprendan, es valorar y que me valoren, es extrañar y que me extrañen, es disfrutar y que me disfruten, es acompañar y que me acompañen, es dar calor y que me lo brinden, obsequiar y sentir comodidad.
No es una lucha en sí, es un proceso que lentamente se desarrolla, sin quejas, sin dramas, sin ser una molestia, sin invadir espacios; solo ser porque se nos permite serlo, continuar poco a poco construyendo algo concreto. Es lo que pido, realmente no pido tanto.
No pido tiempos exactos ni cantidades del mismo, no pido objetivos imposibles ni obligo a que me den algo; solo quiero poder seguir siendo romántico en silencio frente a mi computadora cuando recuerdo a la persona que me gusta. No quiero dificultar las cosas, quiero ser parte de la sencillez de las mismas, no quiero ser visto como una plaga o enfermedad, quiero estar ahí y disfrutar de verdad.
Los motivos para escribir durante un domingo por la mañana son muchos. Aunque no he podido descansar muy bien recientemente, mis neuronas tienden a ser muy capaces de hilar ideas en mi mente sin importarles eso.
Me encanta el sublime aroma del amor en el aire, me fascinan las mañanas posteriores a un sueño placentero, me deleita una piel suave tirada junto a mí. Pues así soy, un eterno enamorado de la virtud, el carisma y la personalidad que me atrae.
Atrás quedaron los tiempos en los que me impulsaba a estar con alguien simplemente su atuendo, hoy es distinto, hoy mi deseo más grande es comprender y que me comprendan, es aprender y que de mí aprendan, es valorar y que me valoren, es extrañar y que me extrañen, es disfrutar y que me disfruten, es acompañar y que me acompañen, es dar calor y que me lo brinden, obsequiar y sentir comodidad.
No es una lucha en sí, es un proceso que lentamente se desarrolla, sin quejas, sin dramas, sin ser una molestia, sin invadir espacios; solo ser porque se nos permite serlo, continuar poco a poco construyendo algo concreto. Es lo que pido, realmente no pido tanto.
No pido tiempos exactos ni cantidades del mismo, no pido objetivos imposibles ni obligo a que me den algo; solo quiero poder seguir siendo romántico en silencio frente a mi computadora cuando recuerdo a la persona que me gusta. No quiero dificultar las cosas, quiero ser parte de la sencillez de las mismas, no quiero ser visto como una plaga o enfermedad, quiero estar ahí y disfrutar de verdad.
Los motivos para escribir durante un domingo por la mañana son muchos. Aunque no he podido descansar muy bien recientemente, mis neuronas tienden a ser muy capaces de hilar ideas en mi mente sin importarles eso.


Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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