Malo
Soy malo para escribir, lo sé, alguien me lo dijo un día, quizá deberá pensar mucho antes de intentar cualquier porquería escribir para aquellos que buscan algo no tan malo como lo que en su casa tenían. Pero díganme, díganme en serio. ¿Acaso no es grato para ustedes expresar sus sentimientos? Sentir que un papel les escucha y hace más por ustedes que el viento.
Bien, por eso lo hago, simplemente porque quiero, porque me place, porque me nace, porque me gusta. Aunque esté lleno de competencia, la verdad eso no me interesa, yo escribo porque cuando sea viejo quiero recordar instantes que me lleven a mi juventud de nuevo.
Cuando esté abandonado solo y en el último rincón de una habitación llena de telarañas, se me permita por lo menos leer aquellas hazañas; que quizá no fueron grandes, pero mis ojos llenarán con lágrimas, todas esas añoranzas.
La juventud se irá algún día, amigos, estoy conciente de ello. Por eso me expreso ahora, que puedo, que el “parkinson” no me ha tocado, que el “alzheimer” se ve muy lejos, que los temblores no me invaden, y me llueven los consejos. Por eso escribo ahora, por esa simple razón.
Gracias a quien me lee, gracias de corazón, sinceramente les ruego, que comprendan mi redacción. Como dije no soy bueno, pero siento la pasión, de escribir de aquello, que veo a mí alrededor.
Bien, por eso lo hago, simplemente porque quiero, porque me place, porque me nace, porque me gusta. Aunque esté lleno de competencia, la verdad eso no me interesa, yo escribo porque cuando sea viejo quiero recordar instantes que me lleven a mi juventud de nuevo.
Cuando esté abandonado solo y en el último rincón de una habitación llena de telarañas, se me permita por lo menos leer aquellas hazañas; que quizá no fueron grandes, pero mis ojos llenarán con lágrimas, todas esas añoranzas.
La juventud se irá algún día, amigos, estoy conciente de ello. Por eso me expreso ahora, que puedo, que el “parkinson” no me ha tocado, que el “alzheimer” se ve muy lejos, que los temblores no me invaden, y me llueven los consejos. Por eso escribo ahora, por esa simple razón.
Gracias a quien me lee, gracias de corazón, sinceramente les ruego, que comprendan mi redacción. Como dije no soy bueno, pero siento la pasión, de escribir de aquello, que veo a mí alrededor.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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