Mujeres
¿Sabes qué es lo que más me gusta de las mujeres?
El momento en el que las piernas les tiemblan y no pueden sostenerse en pie… el momento en el que prácticamente se difuman en las manos de uno… con la naríz roja, la respiración a tope, y las pupilas dilatadas.
Son tan… dependientes en ese instante, tan puras, tan ellas. Cualquier cosa por simple que sea que roce su piel las hace vibrar. Cualquier chiste, por idiota que suene las hace morir de risa, son un amor cuando están así.
No me importa terminar mojado y ayudándoles a ponerse en pie, lo ha valido, porque ése maravilloso instante se grabará en mi memoria por el resto de mis días.
El momento en el que las piernas les tiemblan y no pueden sostenerse en pie… el momento en el que prácticamente se difuman en las manos de uno… con la naríz roja, la respiración a tope, y las pupilas dilatadas.
Son tan… dependientes en ese instante, tan puras, tan ellas. Cualquier cosa por simple que sea que roce su piel las hace vibrar. Cualquier chiste, por idiota que suene las hace morir de risa, son un amor cuando están así.
No me importa terminar mojado y ayudándoles a ponerse en pie, lo ha valido, porque ése maravilloso instante se grabará en mi memoria por el resto de mis días.



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.
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