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Algunos me preguntan por ella,
otros ignoran su existencia,
pero yo se que está ahí,
porque anhelo su presencia.

No es un programa de computadora,
tampoco producto de mi imaginación,
ella es una niña encantadora,
principal motivo de mi inspiración.

Intentaré describirla un poco,
para que sepan cuan afortunado seré.
Sé que me tardaré un buen rato,
pero vale cada letra que redactaré.

Comenzaré por su cara primero,
el verla llena mi ser de placer,
irradia cualquier cantidad de cosas,
cosas divinas a mi parecer.

Sus ojos son un par de luceros,
que iluminan mi caminar,
por los oscuros senderos,
de la vida que he de andar.

Sus cejas tupidas y lacias,
encuadran su amable mirada,
evitando decir mil falacias;
les diré que son delicadas.

Su cabello es sedoso y suave,
un claro adorno a su belleza,
compararé sin llegar a ser grave:
es como a un pastel la cereza.

Su naríz es la bella puntita,
que engalana su linda expresión,
es simple pero bonita,
y causa mi contemplación.

Sus orejas son curiosas y exclusivas,
me ecanta besarlas, no lo niego.
Quizá después de unos días,
pueda yo disfrutar de ese juego.

Me gusta besar sus mejillas,
rosaditas, consistentes y blandas.
Besandole hasta las orillas,
haciendolo siempre a sabiendas.

Su boca es como un fruto fresco,
manzana puediera ser, o mango también;
como darle algunos mordiscos,
haciendolo contando hasta cien.

Si sus labios carnosos y dulces,
son como un pedazo de avellano.
Su legua sería entonces,
como el hueso de chabacano.

Cuando beso su delicado cuello,
éste es como el de una diva ilustre.
Función semejante a la del tallo,
en una rosa de lo más silvestre.

Tiene un pequeño lunar que me encanta,
debe ser ella quien descubra cual es,
está muy cerca de su garganta.
No piensen mal, visible es.

Sus hombros son dos lindos copos,
de nieve de exquisito sabor;
su espalda soporta sus ropas,
haciendole un gran favor.

Sus manos son pequeñas y tersas,
sus dedos son cortos y delgados.
sin duda me fascina verlas,
embelleciendo sus costados.

De su pecho sólo diré,
que estremece mis sentidos,
tan sólo el tenerla cerca,
y callarme a escuchar sus latidos.

Los latidos de su corazón,
un corazón puro, noble y agraciado,
no he hablado mucho de esa razón.
No sea que quieran mi mandado.

Su piel es blanca y dócil,
tal como una tela muy fina,
de lino, seda o terciopelo.
Tan adictiva como la cafeína.

Sus piernas firmes y delineadas,
soportan su gran personalidad,
aunque no es muy alta mi niña,
no le hace falta esa cualidad.

Unas rodillas siempre dispuestas,
a inclinarse con decoro,
al único ser capáz
de regalarme este gran tesoro.

Hay partes que nunca refiero,
eso es solamente por respeto.
Decírselas a ella prefiero,
como un cantante da un concierto.

Su alma es blanca como la nieve,
sé que de eso querrán alegar,
digamos que no me conmueve,
cualquier excusa que quieran dar.

Su cerebro es grande sin duda,
es una chica intelectual,
no es torpe, mucho menos burda,
ella es una chica genial.

Su mente serena y triufadora,
la hacen aún más especial,
para este que escribe y la adora…
El cual es un simple mortal.

Su aroma es un perfume ligero,
que desprende las mejores fragancias,
cuales jamás compraría con dinero,
aunque guardara todas mis ganancias.

Su voz es más que angélical,
irónico sería si así no fuera.
Provocó en mí un cambio radical,
ahora escribo lo que antes no era.

Virtudes ella tiene muchísimas,
defectos también debe tener.
Más yo tengo dos cosas clarísimas:
La amo y no la quiero perder.

Les contaré que lo más importante,
es su espíritu sin vacilación,
es algo más que simple e interesante,
causa mi completa satisfacción.

Y hablando de su personalidad les diré,
que es sincera, amable, educada,
simpática, comprensible y terminaré
confesandoles que ella es mi amada.

Ella es una gran amiga,
siempre dispuesta a ayudar,
sea en las buenas o en las malas,
de su mano te podrás tomar.

Cuando me encuentro junto a ella,
mi vida cobra sentido,
mi sangre comienza a hervir,
siento que quema el fluído.

¿Ahora comprenden lo que les digo?
Cuánto la quiero en verdad,
espero no merecer ningún castigo,
que me aleje de su personalidad.

Angie es dueña de mi amor,
la quiero con todas mis fuerzas,
deseo que se escuche mi clamor;
como un acto de excelencia.

Quizá al final no se quede conmigo,
sea cual fuere su último camino.
Tal vez mi deseo sea cumplido,
hay que ver lo que dicta el destino.

Angie

Por
Algunos me preguntan por ella, otros ignoran su existencia, pero yo se que está ahí, porque anhelo su presencia. No es un programa de c...