Un lunático es el que se enamora y nunca es correspondido. Se la pasa divagando, ilusionado, imaginando, traicionado por su corazón más que por un ejército de humanos; la vida es cruel, mi vida apesta, esto es una historia, no tengo un arma sobre la frente puesta, pero vale, como es dura, e inconsciente, no perdura y siempre miente, la vida te juega las peores pasadas en tus momentos más difíciles. Y luego imaginas a alguien para ayudarte, tenderte la mano, socorrerte; no existe, ni estará jamás en un estante, no hay nadie, así es, nadie, eres un alma agonizando en la miseria, una triste imagen de insolencia y suciedad social en ella, nadie entiende qué es lo que buscas, pero todos de ti se quejan, porque apestas, apestas como el peor de los pútridos efectos en la comida, apestas como un montón de basura escondida. Será bueno que te mueras, que te acabes lentamente, que introduzcas tu cabeza en el retrete, será bueno que te odies, que despilfarres agonías, que satisfagas tus más bajos deseos entre oscuras melancolías.
Un lunático es el que se enamora y nunca es correspondido. Se la pasa divagando, ilusionado, imaginando, traicionado por su corazón más que ...
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Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.