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 Hoy fui dos veces al café. Me gusta ir en el transcurso de la mañana cuando es día de descanso, pedirme algo para desayunar ahí y de paso aprovechar a leer un poco o escuchar algún podcast en lo que la lavadora termina su trabajo. Es mi forma de empezar el día sin brusquedad, pero con intención.

En la noche, casi por inercia, termino regresando. Se ha vuelto mi Tercer Lugar, ese punto medio entre mi casa y el trabajo donde no tengo que explicar quién soy. La gente que trabaja ahí ya me reconoce, y eso genera un tipo extraño de pertenencia. Me puse como propósito llevarme un libro cada noche y leer al menos cincuenta páginas. Si soy constante, eso significa un libro de trescientas cincuenta páginas a la semana. Es un compromiso conmigo mismo, más que con los libros.

Pero leer no lo es todo. Lo uso como herramienta para darle textura a mis días, no como una obligación. En las últimas semanas he trabajado mucho en romper lazos con cosas que me desgastan. He intentado rodearme de hábitos que me regresen al estilo de vida que quiero llevar. Suena sencillo, pero no lo es. Un día libre puede torcerse fácil y convertirse en un agujero de horas perdidas, donde todo propósito se diluye mientras hago scroll hasta que el sueño se cansa de esperarme.

Por eso, tuve que ajustar el plan. Si tengo un día de descanso, voy a salir. Aunque sea a caminar en la plaza. meterme al cine, asistir al teatro o sentarme en un parque. Lo que sea con tal de no pasar todo el tiempo encerrado. Si eso implica alejarme de la computadora, ni modo. Los días libres no son para resolver pendientes ni para obsesionarme con pantallas.

Quiero una vida tranquila y en paz. Una vida rodeada de amor, de gente que sume, de momentos que valgan la pena repetir. Quiero crear, producir, hacer cosas que me hagan sentir orgulloso. Pero también quiero descansar sin sentir culpa. Sin pensar que estoy fallando si me detengo.

Y creo que estoy aprendiendo que esa mezcla —entre producir y darme permiso de respirar— es lo más parecido a estar vivo de una forma que sí se siente mía.



Darme Permiso

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