Sí, claro, puedo escribir todo el tiempo… a la belleza, al amor, a la ciencia, a cada uno de sus centímetros. Pero, lamentablemente, al final me quedo embarcado en un sitio en el cual no existo, no valgo, no tengo control de las cosas, no pienso igual. Pierdo el equilibrio, me equivoco, pierdo la noción, la hiero, y vuelvo a estar solo.
Sí, claro, puedo escribir todo el tiempo… a la belleza, al amor, a la ciencia, a cada uno de sus centímetros. Pero, lamentablemente, al fina...



Aquí guardo fragmentos de mis días: anécdotas que me han formado, pensamientos que se resisten al silencio, destellos de oraciones que encuentro en los bordes de la rutina.
Escribir, para mí, no es un oficio sino una forma de respirar. Cada texto nace del impulso de entenderme y, tal vez, de reconciliarme con el mundo.
No busco atención o aplausos; solo dejar constancia de lo que alguna vez fui, mientras sigo aprendiendo a mirar con calma.